Hay series favoritas, series mejores y series que, por la razón que sea, en algún momento lo son todo. En mi caso, The O.C., de la que hace un buen tiempo que no hablo porque lleva series años fuera de antena y, hay que reconocerlo, tampoco cambió la televisión tal y como la conocemos. Eso no significa que no hiciera méritos. Modernizó el culebrón de adolescentes, dándole más ritmo, y recuperó el espíritu de 90210, aquí conocida como Sensación de Vivir.
De hecho, el canal FOX había pedido a Josh Schwartz que escribiera una serie del mismo estilo. Querían atraer al público joven y Ryan y los Cohen fueron tan bien recibidos cuando se dieron a conocer en agosto que hasta se encargaron episodios adicionales y, como su público era más amplio de lo esperado, dieron más cancha a los padres de los personajes. Eso sí, su gran hallazgo fue Marissa Cooper, la excusa con la que me obsesioné con esta serie de televisión. Las chicas monas en apuros siempre han sido mi debilidad (sólo hace falta ver mis favoritas del reality Survivor) y verla sufrir mientras se bebía la bodega entera de su casa era todo un doloroso placer.
Que conste que todo esto viene a cuento de mi esperado revisionado de la serie, ahora que convivo con alguien que ni había visto el episodio piloto. Es como empezar el verano antes de tiempo, con los modelitos de la costa oeste, las piscinas y sus paseos en patinete por el muelle. Lo recomiendo, por supuesto, pero también quiero aprovechar para comentar alguna anécdota de mis primera re-impresiones.
Se nota, por ejemplo, que Rachel Bilson había sido contratada para cuatro episodios. La Summer Roberts de los inicios era claramente estúpida y no tenía posibilidad de redención pero gustó al público con sus ‘ewwww’ y le dieron algo de humanidad. De aquí que sorprenda verla dejando a Marissa en el suelo de delante de su casa, borracha e inconsciente, en lugar de ayudarla como la gran amiga que sería poco tiempo después. Esta, en cambio, es más coherente. El piloto ya acababa ciega y a mitad ya había alardeado por haber robado una botella de vodka. Una mujer de principios.
Si bien desde el primer momento queda claro el papel de todos ellos, creo que se infravalora de The O.C. lo bien que funcionan desde el primer momento tanto los personajes, como las tramas. Sandy y Kirsten inspiran un sincero instinto paternal desde el primer instante y se explica muy bien cómo Ryan acaba con ellos (aunque sea algo precipitado). Puede que invitar a la madre alcohólica a una fiesta temática de Las Vegas no fuera la mejor idea para reconducir la vida de la familia Attwood, pero se compran muy fácilmente las buenas intenciones de los Cohen.
Son los vínculos entre los padres adoptivos y Ryan, y entre Ryan y Seth lo que permitieron que O.C. tuviera tanto éxito. Era superficial y previsible como cualquier fiesta de Newport Beach, acabó teniendo arcos algo forzados y rizaron mucho el rizo de las relaciones, pero tenía unos pilares muy sólidos en la primera temporada. El hogar de los Cohen era muy cálido y esto permitió que invirtiera en todos ellos y en sus cruzadas para mantener a Ryan apartado de cualquier altercado (algo literalmente imposible, pues a Ryan siempre le buscaban los problemas). Bueno, esto y el vodka solo con hielo de Marissa Cooper.
¿Por casualidad tenéis ya ganas de sol y piscina? Pues ya sabéis.
1 comentario:
A mí también me encantaba, y a mi madre que la empezaron a dar un verano en TVE y las dos enganchadas! Para mí es que Marissa era una petarda desde el piloto era más de todos los personajes menos de ella, incluida su madre y el abuelo de Seth (Vaya Par!)
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