El caso de Tui Mitchum ya está cerrado o por lo menos Jane Campion ya ha contado lo que quería contar. Efectivamente, Top of the Lake ha tenido la huella de su responsable en cada episodio. Ha sido la miniserie de autor que Sundance Channel prometió y, como tal, ha tenido un discurso y un estilo propios. Por lo tanto, y aunque suene injusto, juzgar Top of the Lake es algo más sensible porque Campion estableció sus propias reglas y no se subyugó a las de la televisión comercial.
Para empezar, Top of the Lake tuvo una división por episodios bastante confusa. Se pensó como un relato de seis episodios y finalmente tuvo siete por argucias del montaje. ¿Le juega en contra? ¿Tiene ella culpa? Sí y no pero sí. Si haces televisión, debes estructurar mínimamente el relato, de la misma forma que los novelistas escriben por capítulos para facilitar la lectura (y las pausas). Y, aunque no se la pueda responsabilizar a ella y a Gerard Lee (el co-creador y hombre en la sombra por cuestiones de nombre), la serie tampoco da la impresión en ningún momento de que tuviera unas pausas muy claras, ni los finales de episodio, ni para la publicidad.
Por esto los hay quienes defienden que en el fondo era una película muy larga, que así se la plantearon. Pero hay unos mínimos que creo que hay que cumplir. No es cuestión de ser purista, pero no hay que confundir no hacer los deberes con el arte y ensayo. Claro que pasemos esto ya por alto y pasemos a su contenido.
Si bien me acerqué a Top of the Lake con curiosidad, interés y buena predisposición, no la terminé de tan buena fe. Fingieron escribir un relato tradicional sobre un crimen y demostraron a mitad del recorrido que sus pretensiones eran bien distintas. Campion quería explorar, exponer y opinar sobre varias cuestiones. Y aquí llega lo peliagudo porque, al no basar la experiencia en criterios como el entretenimiento, las actuaciones y la coherencia de personajes, las opiniones todavía pueden ser más subjetivas. Se trata de si el discurso convence o no.
En mi caso se trata de una negativa. Las temáticas o puntos de disertación son bastante indiscutibles. Top of the Lake habla de la identidad de género, del hombre y la naturaleza (ya sea por la pérdida de vínculo o por la animalización de ciertos instintos básicos), la corrupción del bien (que ese rincón cerca del lago se llame Paradise no es muy sutil) y la identidad individual asociada (o todo lo contrario) con el linaje. Y no llegan a ninguna parte.
Hay un mural humano, se ven los hilos del discurso y una atmósfera bien definida, pero la historia no transmite su inquietud con suficiente claridad. Parece ser un esbozo de algo con potencial que su autora dejó a medias. Un proyecto conceptualmente inacabado al que no le vendría mal aplicarse los consejos de G.J., el personaje interpretado por Holly Hunter. En un determinado momento, ella verbaliza lo absurdo del viaje emocional de sus compañeras, como si parlotearan sin cesar pero en realidad no tomaran ninguna iniciativa ni fueran capaces de avanzar.
Esta misma impresión se me quedó ante Campion. He escuchado su voz pero no suficientemente fuerte y claro. Creo que entendí la propuesta pero no sentí que me estimulara con ella. Una lástima porque Elizabeth Moss lo da todo en su papel y Nueva Zelanda, tan bonita ella, luce como siempre.
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