lunes, 27 de mayo de 2013

La muerte en el ejército

La vida en la base militar de Fort Marshall es idílica. No hay inseguridad por las calles, tienen escuelas y hospitales gratuitos, y las mujeres (y algún marido) tienen varios eventos a los que ir mientras sus parejas luchan por la libertad en el mundo. Casi todos los actos tienen que ver, por supuesto, con el coraje de las tropas, el valor de las mujeres que se quedan y sacan adelante a sus familias, y las condecoraciones. Pero luego están las otras citas ineludibles. Los funerales y los homenajes a los caídos, que con un poco de (mala) suerte serán los de sus vecinos y no los de su propia familia. Aquí es donde Army Wives tiene algo de valentía (y vosotros también, si seguís leyendo el texto sin temer los spoilers).

Hay algunos cimientos que sabemos que son imperturbables: todas las peleas entre amigos se pueden solucionar y el amor lo puede todo. Todo esto se puede coger con pinzas, ya sea por inverosímil o por light. Pero la muerte es algo que ninguna de las wives puede ignorar. No solamente supondría una terrible desgracia, sino que encima las obligaría a abandonar sus hogares en la base y reconstruir su vida desde cero. Por esto, por más que Joan siempre vuelva herida, nunca vuelve en un féretro. Y lo mismo digo de Trevor, Chase, el general Holden o el teniente Sherwood. Los hijos, sin embargo, son otra cosa. El guión sí que se puede permitir que ellos mueran. Y mueren, que es lo (mejor) peor.

La primera en caer fue Amanda, la primogénita de los Holden, y lo hizo con mucha mala leche. No cayó durante la guerra, pues ella era una niña mona que esperaba empezar su primer curso en la universidad y acababa de perder su virginidad con Jeremy Sherwood. Ella murió en el bar más cercano de la base porque un militar loco, cuya mujer lo quería dejar por otro, decidió inmolarse y llevarse a unos cuantos por delante. Un daño colateral muy, muy gratuito que puso una piedra necesaria en los cimientos de la serie. Para que nos creyéramos el drama de la guerra, alguien tenía que sufrir de verdad (por algo que ocurría y no por lo que pudiera ocurrir y que nunca pasaba). La elegida fue Claudia Joy, seguramente porque ella era el personaje más maternal y encima el personaje más fuerte, el que sería más verosímil que aprendiera a convivir con la tragedia. Y Amanda abrió la veda para que alguno más cayera. Era ley de vida.

Tres años y medio después, el coche de los cristales ahumados se paró en la fiesta de compromiso de la prometida de Jeremy que se celebraba en casa de Claudia Joy. Denise, Claudia Joy, Roxie y Pamela se cogieron de las manos mientras los mensajeros se dirigían hacia ellas. Terminó el episodio y la semana siguiente Army Wives pegó un subidón considerable: Jeremy Sherwood había muerto en combate. El chico que pegaba a su madre en los primeros episodios, que se reformó gracias al amor de su familia y de Amanda, moría antes de conocer a su hermana y de casarse con Tanya. Un dramón que sirvió, además, para profundizar en el tema de la pérdida de un hijo, algo que pocas series se atreven a tratar (dos veces).

Es por situaciones como estas que Army Wives es un terrible placer culpable. Es tan mala que te frotas las manos para que ocurra alguna desgracia y después lloras con las esposas la terrible pérdida (durante la notificación, durante los discursos del funeral, durante la entrega de la bandera y ante el sufrimiento de una madre). Porque algo no tendrá la serie (sobre todo calidad), pero sí algunos buenos personajes. Denise o Claudia Joy. ¿Quién no admiraría a una mujer con este nombre? Mujeres fuertes y conservadoras que saben aguantar el tipo y que ahora también mueren. Una de ellas fuera de plano porque la actriz daba problemas durante el rodaje y le dedicaron muchas notificaciones de muerte, un funeral con discurso lacrimógeno a más no poder y hasta un estanque en la base militar.

Tragedia. A sufrir. Vivan los placeres culpables.

3 comentarios:

Schwartz dijo...

Para mí no es un placer culpable; la considero lo suficientemente buena como para ser un buen drama entretenido. Y eso sí, hay que estar preparado para la llantina en cualquier capítulo, que aquí parece que gustan y mucho las sorpresas xD

Individuo Kane dijo...

Odio el sentimentalismo, odio estas series marujiles y odio los planteamientos generales que mencionas.
Pero, oye, la pones tan bien (mal) que me dan ganas de verla.

Crítico en Serie dijo...

Schwartz, y el cambio de reparto no está yendo del todo mal. Saben jugar sus cartas.

Individuo Kane, no te engañes: no podrías verla si no aguantas las series marujiles. Pero, oh, qué bien me lo paso con ella.