domingo, 5 de mayo de 2013

Vicious y Miranda, dos caras de la misma moneda

El señor Ian McKellen no tiene nada que demostrar. Caballero de la Reina de Inglaterra por su contribución al mundo de las artes, nominada al Oscar dos veces, cinco al Emmy y ganador de un Tony. Una carrera de éxito, vamos. Y Sir Derek Jacobi, otro tanto. Supongo que por esta razón cuando les propusieron rodar en su país una sitcom facilona, acostumbrados como estaban ellos al escenario, dijeron que sí. ¿Qué podía salir mal?

Todo.

Es el riesgo de la sitcom clásica, la de decorado único y risas enlatadas. La línea que separa el tener gracia y el hacer el ridículo (en el mal sentido) es finísima y en este caso ambos la cruzan. Se esfuerzan tanto para ser gracioso que ambos resultan forzados. Sólo hace falta ver a Jacobi, el padrastro del Hamlet de Kenneth Branagh (y Yo, Claudio), gritando con un registro agudo. O ver a McKellen de viejo verde y amargado, tocando a un jovencito (Iwan Rheon). Porque eso es lo que son, dos maricas viejas con chistes fáciles. Chistes antes vistos y hace mucho, mucho tiempo.

La que también parece de otra época y, en cambio, es la mar de divertida es Miranda. Me enamoré de ella en otoño y por cosas de la vida no escribí sobre la serie cuando me reportó múltiples carcajadas por esas fechas. Y también se la ve viejuna, con un plató funcional, risas de fondo, las caídas de la protagonista y los comentarios y miradas a cámara. Y, si bien podría ser insultantemente mala, funciona. Casi por arte de magia. O, bueno, porque Miranda Hart tiene talento.

Tanto talento, de hecho, que la premian tanto por su papel de soltera algo loca como por interpretar a una comadrona en Call the Midwife. En ambas está espléndida. Se le da tan bien tirarse al suelo como emocionar con su crecimiento emocional en los años cincuenta. Y escribir guiones de su comedia, donde todo es una sucesión de situaciones absurdas, chistes recurrentes y secundarios solventes.

Ojalá Frances de la Tour, conocida por ser la novia de Hagrid en Harry Potter, se pasara por allí e ignorara a esos homosexuales de la tercera edad. Porque también tiene gracia y hasta se rebaja a hacer chistes casposos sobre Zac Efron. Y Iwan Rheon, descubierto en Misfits, que se aleje, que le den un papel más extenso en Juego de Tronos y pueda centrarse en Poniente.

Y a los pobres Jacobi y McKellen, que no ganarán premios por Vicious, que les acoja Miranda. Ella seguro que les haría divertidos y, en el fondo, está claro que les convencieron diciéndoles que se parecerían a esta mujer incómodamente alta. Y no.

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