lunes, 15 de octubre de 2007

Reportaje: De Los Soprano a Perdidos: la edad de oro de la televisión

A finales de la decada de los 90, la cadena por cable americana HBO decidió hacer una fuerte apuesta por la creación de ficción propia, lejos de la presión de los canales generalistas que tenían la necesidad de conseguir una gran audiencia. De esta iniciativa surgieron seriales dramáticos de gran éxito como Los Soprano, Sexo en Nuevo York (Sex And The City) o A Dos Metros Bajo Tierra (Six Feet Under). Y de esta manera empezó lo que más tarde acabaria llamándose “la nueva edad de oro de la televisión”, que hoy en día aún continúa con seriales de culto y fenómenos de massas como Perdidos (Lost), 24 o Mujeres Desesperadas (Desperate Housewives). Però con el fin de la gangsteril Los Soprano el pasado 10 de junio, el último vestigio de esos inicios tan prometedores de esta etapa televisiva, juntamente con el bajón de audiencia de los otros dorados productos contemporáneos, ha emergido la duda de si el fin del serial de James Gandolfini es también el inicio de la caída de la nueva era que podría resultar mucho más breve de lo que se esperaba.

Antes de la reformulación de HBO, los canales generalistas americanos consideraban su parrilla de otra manera, donde la publicidad era el eje fonamental sobre el cual se tenía que poner algo en medio. Pero desde que los críticos de television empezaron a parar más atención a la cadena por cable de la que le tocaba por audiencia, las generalistas como ABC, FOX o CBS tuvieron que poner más énfasis en los propios contenidos. Y pese a que los canales gozaban de unos presupuestos mucho mayores en comparación con una cadena como HBO, tuvieron que hacer frente a una gran desventaja: a causa de que su programación podía ser vista por todo el conjunto de la población, no tenían la misma libertad a la hora de tratar el sexo, la violencia u otras temáticas. Tenían que conciliar audiencia con calidad, no como las cadenas por cable que ya gozaban de un target muy definido y por lo tanto no necesitaban captar la atención de tanta parte de la población.

En realidad, ni Los Soprano, ni Sexo en Nueva York, ni A Dos Metros Bajo Tierra inventaron nada en el sector audiovisual: sencillamente adoptaron aspectos y temáticas propias de las grandes pantallas, convirtiendo algunos episodios o capítulos en verdaderos mini-films de impecable factura. Un claro ejemplo es la familia italoamericana, gran deudora de El Padrino de Coppola o del cine de Scorsese. Y A Dos Metros Bajo Tierra fue uno de los precursores que promovieron el acercamiento de los guionistas de cine a la televisión: Alan Ball, que dos años antes había ganado el Oscar al mejor guión original por el film American Beauty, fue el creador. De hecho, era tan grande la voluntad de la cadena HBO de que el guionista ideara el serial que le propusieron que escogiera la temática que quisiera. Ball eligió la muerte. Pero donde no sé sabe si acaba la realidad y empieza la leyenda es en el rumor que circula que cuando el guionista entregó la biblia de cómo debía de ser el serial, los productores en ver que era un producto muy mediático y poco personal, se la devolvieron diciéndole: “te dijimos que escribieras lo que tu quisieras”.

No obstante, si en algo añadieron una novedad en el mundo del audiovisual es que hasta entonces no había sido concebible realizar un serial dramático que extendiera su hilo argumental a lo largo de toda una temporada o incluso de varias. Esta propiedad sólo correspondía a los culebrones y era por un motivo: los seriales, en tener un hilo argumental fonamental, tienen el gran inconveniente que pueden perder espectadores como todo producto pero tienen la gran dificultad de conseguir de nuevos. El más claro ejemplo es Perdidos.

Los creadores de Perdidos, Damon Lindelof y Carlton Cuse, anunciaron en mayo que el serial dramático de la cadena ABC acabaría definitivamente en 2010. “Creíamos que para una serie como esta, la audiencia quiere saber cuando acabará la historia y empezar a descubrir parte de los secretos que hemos ido sembrando a lo largo de los años” dijeron al periódico USA Today, dos meses más tarde de que renovara la serie para una cuarta temporada, pese a que la audiencia hubiera bajado considerablemente desde su estreno en septiembre de 2004. “Seguramente Perdidos acabará con una audiencia muy inferior a los trece millones de espectadores que tiene ahora porque lo tiene imposible para captar nuevos espectadores después de tantos giros de guión y misterios sin resolver desde la primera temporada” opina Xavier Díaz, licenciado en Comunicación y Audiovisuales por la Universitat Pompeu Fabra i especializado en ficción. Pero si por alguna razón este serial se puede considerar uno de los elementos que forman la nueva edad de oro de la televisión es por su intertextualidad. “Cuando la ABC retransmitió Perdidos rompió la norma que un drama serial pudiera funcionar en la televisión generalista. Rompió la norma que decía que no se puede tener 37 personajes” declaró Michael Wright, ejecutivo de la cadena por cable TNT.

Nip/Tuck, en cambio, és el máximo exponente de cómo una cadena por cable tiene la máxima libertad posible. Su lugar en el olimpo de los seriales es debido a la ruptura con la anterior televisión, llena de tabús. En ella se ha podido ver desde sexo incestuoso hasta escenas de sadomasoquismo con el superficial Christian Troy (Julian McMahon) insultando a una chica y degradándola poniendole una bolsa de supermercado en la cabeza. Por no hablar del hijo de los protagonistas, obsesionado con los transexuales y convertido en nazi. Además, aunque su audiencia solamente está alrededor de los cuatro millones (una cifra a tener en cuenta en una cadena de audiencia restringida como FX) ha conseguido que famosos de renombre como Madonna o Nicole Kidman hayan pedido a Ryan Murphy, el creador, que las dejara participar en un episodio.

Aun así, no sólo los seriales han estado de suerte en esta edad de oro: las series también han tenido cabida. Y por serie se entiende los productos cuya línea argumental básica empieza y acaba en el propio capítulo. En este ámbito el ejemplo más obvio es CSI, que reformuló las series de asesinos y policías con una estética que ha creado escuela. Desde House a Bones, pasando por Numb3rs, muchas series han sido las que han imitado ese estilo que utiliza efectos propios de la gran pantalla y considerados videocliperos. En este aspecto ha tenido mucho que ver el productor de la serie, Jerry Bruckheimer (más conocido por haber producido películas como la trilogía de Los Piratas del Caribe, Top Gun o Pearl Harbor) siempre espectacular. Así mismo, como consecuencia de las múltiples franquicias que ha creado (CSI: Miami y CSI: Nueva York) la serie ha perdido la novedad y se ha estancado dentro de su efectismo, hecho que explicaría su retroceso de audiencia (en dos años ha perdido cinco millones de espectadores).

Mujeres Desesperadas, 24 y los mismos Soprano han sido otras víctimas de la parrilla y han ido perdiendo audiencia gradualmente. “Hay un factor muy claro que es la novedad” explica Xavier Díaz, que también remarca que “hay otro factor a tener en cuenta: se está dando tanta importancia a la ficción en los Estados Unidos que ahora el espectador empieza a estar saturado y cada vez le da menos importancia a la acción de cambiar de canal”. Esta hipótesis explicaría la situación de la parrila de Estados Unidos que ha sufrido ciertos cambios en el último par de años, donde ahora reina Anatomía de Grey (Grey's Anatomy). Este serial médico también es un producto de gran calidad, que estudian los alumnos de comunicación y audiovisuales gracias a la capacidad de síntesis y ritmo. Pero su inclusión dentro de la etapa de oro no resulta del todo clara por culpa de su manca de pretenciosidad temática y el ritmo cómodo en el que desarrolla las líneas argumentales fijas. Más evidente resulta que los seriales más exitosos de la anterior temporada, Héroes o Cinco Hermanos (Brothers & Sisters), no forman parte de la hornada empezada con el canal HBO aunque son directos herederos gracias a la impecable factura. Aunque por claro ejemplo de aspirante a serie de culto está Prison Break, a quien la audiencia ha dado la espalda después de una segunda temporada con unos cambios de guión que le permitieran tener una dilatada carrera.

Es por esta fina línea que la edad de oro parece estar dando sus últimos frutos: cada vez es más difícil distinguir el original de la copia. Además, la inmunidad del espectador da un futuro poco esperanzador para la novedad y la reformulación de las series y seriales. Hay la puerta abierta a que las cadenas generalistas regresen a la visión anterior, donde los ratings lo eran todo. Aunque, por lo menos, la calidad parece perdurable: el perfeccionamento de las técnicas televisivas y el acercamiento de las estrellas de cine a la televisión (desde Martin Sheen a su hijo Charlie, pasando por Glenn Close o Sally Field) lo demuestran. Sólo el tiempo podrá revelar si esta etapa continúa, si ha terminado, o si fue una anecdótica casualidad.

5 comentarios:

Ramón Besonías dijo...

Saludos desde OjO de buey.

Tengo pendiente ver con calma, ya en dvd, "Los Soprano". Ya os contaré.

Tuve la suerte de ver la Edad Dorada de las series a finales de los setenta y en los ochenta y la verdad que esa conjunción entre calidad y entretenimiento se nota de nuevo hoy, renovando el interés por este medio que creíamos sería absorbido por los nuevos medios audiovisuales.

Por lo demás, a pesar de esta calidad, sigue en el mundo periodístico o de crítica artística, denostándose este formato como un hermano pequeño (cuando no bastardo y discapacitado) del cine, afirmación del todo erróneo viendo el panorama creativo de la televisión (de pago, eso sí) actual.

El formato de series se ajusta a los horarios familiares, encorsetados en el margen de los sesenta minutos, y a su vez permite disfrutar de una manera de narrar historias similar a los folletines decimonónicos por entregas, suscitando el interés por la resolución de las escenas y el devenir de sus personajes.

Por otro lado, las nuevas series añaden un matiz intelectual asequible que dota al medio de una entidad de la que carecen los subproductos baratos de serie-melodrama importado de Sudamérica.

Un saludo desde OjO de buey y muchas series para todos...

Sunne dijo...

Tu si que haces entradas compelittas, madre mia, pedazo entrada. Yo vi la primera temporada d elos soprano y me gustó bastante, es difenente y corre a un ritmo mjuy lento, tengo q conseguir el resto..

Crítico en Serie dijo...

Jajaj

Tengo que reconocer que esto fue un reportaje que hice para mi carrera (periodismo). ¡Ni loco me paso tantas horas delante del ordenador por mi blog! Que si con las críticas ya me paso horas... tendría que dejarme la carrera para hacer más posts como este. ;)

Anónimo dijo...

Los patos

En el primer capítulo de la serie, Tony alimenta unos patos en su pileta. Los patos viven en su patio arbolado, en las afuera de New Yersey. Cuando éstos, por motivos estacionales, toman vuelo y se van del lugar que los cobijaba, él sufre un nuevo ataque. Los patos será un tema recurrente de análisis, Tony no puede hablar de las cosas que siente respecto del vuelo de los patos, y esa imposibilidad –de hacerlo discurso–, deriva en los ataques de pánico que lo dejan desmayado en cualquier lado. En su terapia, los patos, se asociarán con: el "vuelo" de sus hijos, tiene dos (una mujer: Meadow, a punto de comenzar la universidad, y un varón: A.J. dos años más chico) y un pre síndrome del “nido vacío”, pero esto no demuestra consistencia (Tony está preocupado por sus hijos, pero hay algo más); con la relación conflictiva con su madre (Livia Soprano); con querer ser parte de algo inocente y “puro” fuera de ese mundo violento en el que vive; y con la muerte.

En análisis pasará por todos estos temas, mostrando como a través de un hecho, el desplazamiento opera en el inconciente, haciendo que se problematicen otras cuestiones en el sujeto. A través del tratamiento de su síntoma, los ataques de pánico, que requieren de una terapia constante que desafía permanentemente sus convicciones arcaicas e hipócritas sobre la virilidad, la paternidad, la amistad y la solidaridad, este mafioso tensará ciertas imposiciones sociales que también lo dejarán en conflicto con su propia forma de ganarse la vida, que evidentemente requiere de un afinado mecanismo de barrida bajo la alfombra para que todo funcione. Los patos son eso: la posibilidad de otra vida, el sentirse atado a una tradición familiar que no quiere delegar en su hijo varón, el tener que dictar códigos a respetar al interior de su organización y juzgar a sus miembros respecto de valores un tanto desactualizados.

artículo entero: http://miradaindicial.blogspot.com/

Unknown dijo...

La volvería a ver una y muchas veces más, sin duda su éxito fue inminente gracias a que tuvo que ver el gran equipo que tiene, desde personajes, directores y creadores como M. Weiner la verdad fue una estupenda serie.