Para darse una vuelta por el oeste, no hay nada mejor que experimentar la asfixiante Deadwood. Seguramente no hay en el mundo audiovisual, ya sea cinematográfico o televisivo, una ambientación más elaborada y creíble en cuanto a ese mundo sometido a la ley del más fuerte. Los costes de producción de la serie de la época dorada de la HBO debían ser disparatados. Las camisas pueden estar inmaculadamente limpias o con el punto justo de sudor y suciedad. Tampoco falta nunca barro en los dobladillos de los pantalones. Y uno ve desde un trozo de tierra a las casitas de madera finalizadas, pasando por el proceso construcción que va más allá de la propiedad para representar la sociedad. No obstante, el visionado de este drama no pasa de la mera observación de cómo se prospera en tierra de nadie (o si acaso de los indios), eligiendo a los personajes más emblemáticos de dicho pueblo. Pero, más allá de esto, la ficción no avanza.
Hay villanos, excesos y muy buena materia prima. Ninguno de los elementos visibles que conjugan Deadwood flaquea: los actores sacan a delante personajes muy complejos y completos, cada uno de los detalles está cuidadísimo y el argumento da para un buen resultado final. Sin embargo y pese a todas estas cualidades, el único fallo achacable es la visión que tuvo David Milch, su creador, y la falta de pulso a la hora de implicar al espectador.
Las series de televisión juegan mucho con este factor: debe sentir cada una de las acciones observadas, sufrir con cada tragedia que suceda y vivir todas esas emociones. Pero esto no ocurre. La cámara se sitúa a tal lejanía que es imposible sentirse dentro de Deadwood. La sensación que se experimenta al verla es, si acaso, la de ver un documental, una recreación de lo que debió ser aquella época. Que no es poco en términos históricos, pero sí en cuanto a ficción televisiva.
Las diálogos pausados y muy controlados, la frialdad con la que se graba cada escena y el abismo emocional que separa a todos los pueblerinos, bastantes en número, obliga a mirarlos tras una pantalla, en lugar de sentirse como en el salón de putas de Al Swearengen. Uno oye la mecánica de los hilos que se esconden tras la ficción, en vez de sumergirse en ella. Asimismo, se desaprovecha el potencial de sex-symbol de un estupendo Timothy Olyphant, al que no otorgan suficientes planos como protagonista y como hombre de justicia, a la vez que explotan descaradamente la grandeza teatral de Ian McShane como villano de la función, impecable como uno de los cabronazos más memorables de la televisión.
Hay villanos, excesos y muy buena materia prima. Ninguno de los elementos visibles que conjugan Deadwood flaquea: los actores sacan a delante personajes muy complejos y completos, cada uno de los detalles está cuidadísimo y el argumento da para un buen resultado final. Sin embargo y pese a todas estas cualidades, el único fallo achacable es la visión que tuvo David Milch, su creador, y la falta de pulso a la hora de implicar al espectador.
Las series de televisión juegan mucho con este factor: debe sentir cada una de las acciones observadas, sufrir con cada tragedia que suceda y vivir todas esas emociones. Pero esto no ocurre. La cámara se sitúa a tal lejanía que es imposible sentirse dentro de Deadwood. La sensación que se experimenta al verla es, si acaso, la de ver un documental, una recreación de lo que debió ser aquella época. Que no es poco en términos históricos, pero sí en cuanto a ficción televisiva.
Las diálogos pausados y muy controlados, la frialdad con la que se graba cada escena y el abismo emocional que separa a todos los pueblerinos, bastantes en número, obliga a mirarlos tras una pantalla, en lugar de sentirse como en el salón de putas de Al Swearengen. Uno oye la mecánica de los hilos que se esconden tras la ficción, en vez de sumergirse en ella. Asimismo, se desaprovecha el potencial de sex-symbol de un estupendo Timothy Olyphant, al que no otorgan suficientes planos como protagonista y como hombre de justicia, a la vez que explotan descaradamente la grandeza teatral de Ian McShane como villano de la función, impecable como uno de los cabronazos más memorables de la televisión.
Todos los buenos elementos que la conforman no logran disipar en ningún momento la sensación de hallarse ante un producto desalmado que podía dar mucho más de sí y que no lo hizo por culpa de un creador sin sangre en las venas, por más empeño que le ponga el elenco. Es durísima, sí, pero el problema está en la distancia.
13 comentarios:
Este verano he aprovechado a ponerme con varias series de HBO. Lo intenté con Deadwood, pero no pasé del tercer capítulo. Su dirección artística es impecable e Ian McShane está grandísimo, pero los capítulos se me hicieron muy largos.
Vaya, pues me has dejado un poco chafada. Llevo leyendo elogios entusiastas de Deadwood y pensaba que era una maravilla, pero tu opinión rebaja bastante mis expectativas. Desde luego, frialdad es uno de los peores pecados para conseguir que una ficción enganche.
A ver qué tal cuando me ponga a verla, pero me temo que suelo coincidir bastante con tus opiniones.
Para mí no es la mejor serie de la HBO (el listón está muy alto) pero me parece un producto de una calidad elevadísima.
La 1ª temporada es excelente aunque después de la muerte de Wild Bill la cosa pierde un poco de interés.
Deadwood tiene algunos episodios realmente excelentes como ese de la 2ª en la que muere el hijo de Seth Bullock.
Y siempre que sale Swearengen, a pesar de la crudeza de las escenas, la serie mantiene el interés.
Deadwood es estupenda, una de las mejores series de la HBO y tanto los actores como toda la ambientación es impresionante. Yo me vi las tres temporadas del tirón hace unos meses y la verdad es que las disfruté muchisimo.
Alexander Glass, al ser la crítica de la primera temporada de Deadwood, podrías haberte ahorrado los spoilers acerca de la segunda. No necesitaba saberlo para ponerme con la segunda, que ya tengo en DVD.
ALX, sí que se hacen largos. Y no es que esté en contra del estilo del HBO (aunque no sea mi preferido). Pero es que hay demasiada distancia.
ehiztari, muchas gracias por el comentario. Me gusta ver que a menudo coincidimos (aunque no creo que tengas también ese fetiche acerca de las series de adolescentes ;) ). Deadwood es teóricamente de las series emblemáticas de la HBO. Pero, sin ser un fan de ninguna de ellas aparte de Sexo En Nueva York, me parece a años luz de Los Soprano y también deja que desear en comparación con The Wire. Esta, pese a la dirección artística, le falta encontrar un poco de inspiración. Por ejemplo, Mad Men es una serie lenta, pero sus historias transpiran una latente emocion. Esta no.
Harmony, pues qué suerte la tuya. Yo algún día sí que he dicho "venga, hoy me pongo dos", pero reconozco que ver la primera enterita me costó un poco. A ver cuando me pongo con la segunda. Y es que me han dicho que está mejor. Y yo, como tomatero que soy, necesito ver como avanza la vida sentimental de Bullock (además de ver a Bullock de por si, que ya es un placer).
Te ha gustao o no te ha gustado?? No me ha quedado muy claro. La tengo como la 1º próxima HBO para ver que ya lleva mucho tiempo en mi disco duro pero nunca encuentro ese dia 0 para ponerme con ella...
Sorry :(
No era mi intención fastidiarte la serie...
Estoy bastante de acuerdo con el artículo: la lentitud y la falta de un rumbo claro en las tramas es un problema, y es una pena sobre todo viendo la inmensa calidad de los personajes y sus actores. Sin embargo creo que en general la serie es casi de sobresaliente y es un visionado obligatorio para quien se diga seriéfilo de verdad.
Por cierto, para mí es, junto a Carnivale, la serie con mejor fotografía que he visto.
Creo que el presupuesto rondaba los 60 millones por temporada.
Reconozco que sobre este tema, esta serie, no puedo ser neutral: me fascina el Western, el género por excelencia. Por lo tanto, me fascina "Deadwood"... Desde que vi la caracterización de Keith Carradine como "Wild" Bill (por cierto, que Seth Bullock está un pelo menos logrado X) : http://en.wikipedia.org/wiki/Seth_Bullock ); desde que supe que Walter Hill era el director del primer episodio; desde que supe que se trataba de una reconstrucción apasionada de unos hombres, una época y su mundo.
Y es que "Deadwood", en su reformulación del género, viene a ser la versión televisiva del cine de Sergio Leone y lo que éste supuso para el mundo del Western. Como las películas del astro italiano, la serie de HBO nos muestra un Oeste americano más oscuro, sucio, peligroso y siniestro que nunca. Falta seguramente cierto fetichismo, pero ese aire gótico, ese sub-mundo de sordidez, sudor, sexo y muerte, jamás había sido representado de tal manera en TV. Y pocas veces en el cine... además, al tratarse de un emplazamiento estrictamente urbano (o casi), la perspectiva es tan diferente como atractiva (aunque, no lo niego, eché de menos algún tiroteo más, alguna cabalgada por las montañas de Dakota o algún que otro lugar común a los que los aficionados estamos más que acostumbrados).
En cuanto a los personajes, y a pesar de que resulta complicado saltarse los dictados de la documentación hostoriográfica, siempre percibí libertad para moldearlos a ellos y las situaciones a las que se enfrentan, pero centrándose en el equilibrio de poder; pues el objetivo último es mostrar en toda su crudeza la supervivencia en territorio fronterizo y el nacimiento de la civilización urbana en el Oeste.
En fin, no noté yo falta de garra, ni en los guiones ni en la puesta en escena (infinitamente más brillante que, por ejemplo, la decepcionante "Roma")... pero claro, que a mí me ponen un revólver y un sombrero de vaquero y ya me quedo contento.
De todas formas, he de reconocer que, en lo que a HBO se refiere, soy un poco raro: las más populares me parecen sobrevaloradas y me quedo, de calle, con las "outsiders" de sus respectivos géneros. A mi juicio, que no tiene porqué ser el bueno, "Deadwood" se come a "Roma" en absolutamente todos los aspectos; "Generation Kill" es mucho más brillante, menos maniquea, infinitamente más nutritiva que la artificiosa "Hermanos de sangre" y, en lo que al género criminal se refiere, la extraordinaria "The Wire" hace palidecer a "Los Soprano" que, a decir verdad, juega en otra liga (la del costumbrismo autoparódico y los clichés andantes. Como retrato criminal no le hace ni sombra a la primera).
De todas formas, Crítico en Serie, si no te disgustó esta primera temporada, te animo a perseverar: en mi opinión, y hablando de pequeñas diferencias, cada temorada es superior a la anterior. Y si te gusta el sheriff Bullock, te puedo asegurar que es uno de los personajes que más y mejor evolucionan.
Por cierto, alguna vez leí que cada episodio estaba cifrado en unos seis millones de dólares...
Moltisanti, me ha gustado pero no es un 10 ni mucho menos. Además, que justamente lo que le falta es lo que yo valoro más: poder implicarme y emocionarme.
Warren, curiosamente yo también creo que es obligatorio verla. Más que nada, que la gente debe ser capaz de lo que se puede llegar a hacer en televisión. Tiene una ambientación impecable. De la misma forma, otra serie completamente distinta, Pushing Daisies también se debe ver: así uno entiende que no debe haber límites para la televisión. Lástima de la excesiva distancia, porque los personajes pueden dar mucho de si.
David, me encanta ver que sigues vivo por alguna parte. Si te gusta el Western, no me extraña que disfrutaras con esta: ¿Has visto otra producción, ni que sea una película, mejor hecha? No te preocupes, dentro de poco me pondré con la segunda (una vez haya terminado la primera de The Wire). Me cuesta ponerme en el sofá para verla, pero me encanta ver evolucionar a Bullock y Alma. Ella por el personaje y el tanto por el personaje como por su atractivo. Olyphant siempre es un buen motivo para ver algo, ni que sea por su sex-appeal inusual. Y ya sabes que yo no soy de los fans de HBO, que tengo otra concepción de las series de televisión, más basadas en el entretenimiento accesible que los ritmos dilatados y personajes pausados. Sin embargo, al ser tú tan fan de la HBO, ¿no la ves en horas bajas? Porque True Blood, que me encantó, no es que sea un producto que se pudiera esperar del canal de pago...
Pues, ciertamente... puede ser así. También es verdad que con la cancelación de Deadwood y el final de series tan potentes como Los Soprano o The Wire, hay una sensación de vacío importante. Sobre todo porque no conozco planes a medio corto y medio plazo (He leído que David Milch quiere hacer una serie sobre corrupción policial en el Nueva York de finales de los 70')... pero, por otra parte, este año pasado se han estrenado dos miniseries interesantes, como son "John Adams" y, especialmente, para mi gusto, "Generation Kill". Es decir, no sé si trata de una crisis creativa real o, simplemente, un periodo de transición y ajuste.
Ahora bien, lo de "True Blood" sí que tiene tela: exagerando, pero sólo un poquito, "True Blood" parece más propia de un canal como CW que de HBO. Si he de ser sincero, confieso que sólo he visto 6 episodios, y además a trancas y a barrancas... pero es que no le pega a HBO ni con cola. Ni por calado dramático -no hay ni un solo personaje que me guste, de puro superficial que es el guión-, ni por cualidades visuales -es, de largo, la más rutinaria y básica de las que haya visto de esa productora-. Una vez más, la figura del vampiro es totalmente desaprovechada -no quiero decir desvirtuada, pero cuando oigo hablar de vampiros pienso más en las leyendas centroeuropeas que lo presentan como una bestia nocturna temible, con escasa conciencia o escrúpulos, y menos en el ideal romántico impuesto a partir de Bram Stoker. Siempre me gustó más "La familia del Vurdalack", por poner un ejemplo, que "Dracula". Y aunque sé de sobra que un vampiro, su figuración popular, es a medias sexo y muerte (¡Ah!, "Berenice" es otro fantástico texto a destacar), para mi gusto casi siempre se acaba haciendo demasiado incapié en lo primero, a base de modales y estilo -excesivamente caballerescos- que no deberían ser intrínsecos (aquí me viene a la memoria el simpático discurso de James Woods como Jack Crow en "vampiros", de John Carpenter) a uno de los protagonistas indiscutibles del nuestros temores nocturnos-...
... Siento la digresión, pero me he perdido en mi propio texto. Esto... ¡ah! Sí, "True Blood"... no soy un seguidor de la labor creativa de Allan Ball -Casi fallezco de vergüenza ajena con "American Beauty"-, pero cada episodio de esta serie no hacía más que confirmármelo. De hecho, me llevé un chasco al ver cómo se desaprovecha un actor como Chris Bauer (al que ya verá en la estupenda 2ª temporada de "The Wire") o el look glam adoptado por el personaje de Alexander Skarsgard, al que hace poco había visto como aguerrido marine en la miniserie de David Simon...
Por cierto, soy un lector asíduo, que lo sepa, lo que ocurre es que, generalmente, leo y apunto: no veo tanto como me gustaría.
PD: Ya que la entrada es sobre Deadwood aprovecho, aunque sea en balde, para patalear por la falta de noticias sobre la edición de la 3ª y definitiva temporada en nuestro país. No sé que me da que nos van a dejar tirados...
David, yo sobre True Blood ya sabes qué pienso. Me parece una tomadura de pelo y buena a la vez. Me atrae y me engancha, sabiendo muy claramente que es un divertimento y que no aspira a la maestría y que no tiene lecturas subliminales que muchos le quieren encontrar. Sin embargo, A dos metros bajo tierra no es santo de mi devoción. Me pareció una serie completamente repetitiva. Normalmente las series HBO tienen el problema que no me motivan a sentarme delante del televisor para ver un episodio. Con A2MBT el problema era que el episodio en si me aburría. No le encontraba el interés.
Y sí, la falta de noticias de la tercera temporada es bastante indignante, sobretodo cuando ya han editado las dos primeras y se sabe que no habrá cuarta parte.
Y con respecto a los vampiros... El Drácula de Bram Stoker, el del libro, era mucho menos romántico en el sentido contemporáneo de la palabra que como lo mostraba la película. De hecho, justamente me gusta esto de los vampiros: su lado romántico yuxtapuesto a la bestialidad que suscitan. El libro de Stoker, sin embargo, era pesadísimo además de un engendro propio de la época: indignantemente machista.
Estoy de acuerdo en que el "Drácula" de Stoker, al margen los pasajes iniciales pertenecientes al diario de Jonathan Harker, es bastante pesadete, pero, aunque no es tan cursi como la película de Coppola -que tiene interesantes aciertos estéticos- creo que lo podemos señalar como el principal "culpable" de la imagen que de la figura del vampiro se ha formado la cultura popular.
En cuanto al machismo, ahí sí difiero: no creo que fuera machista... era un hombre de su tiempo; es decir, reulta complicado medir su calado ético por parametros distintos, de una sociedad diferente. Recuerdo un párrafo del libro "La línea de sombra", del extraordinario Joseph Konrad, en el que su protagonista, un marino recién arribado al puerto de Hong-Kong -creo recordar-, y estando sumido en una especie de ensoñación, se detiene a pensar si lo que ve es realidad o es sueño... pero claro, no le cabe ninguna duda que aquello tiene que ser el mundo real pues "... ¡quién en su sano juicio podría soñar con chinos!". ¿Es racismo, inquina hacia una sociedad distinta o simple y llana superioridad cultural? Algo parecido ocurre con el estupendo libro de Ruydard Kipling en el que narra su "Viaje al Japón" -extraordinario documento histórico, por otra parte-. La superioridad moral que le confiere el mero hecho de ser blanco y, por encima, súbdito de la Gran Bretaña, es absolutamente chocante para una sociedad como la nuestra... pero, como digo, los patrones morales distan muy mucho de ser los mismos. No sé si podemos "acusarlos" de racistas, machistas o clasistas cuando, en su mundo, tal debate ni siquiera se planteaba.
Pero bueno, siento haberme ido otra vez por las ramas, volviendo a "True Blood", he de decir que, si bien yo no lo he cogido el punto (ni creo que se lo termine pillando), estoy de acuerdo en que lo mejor de la serie es su protagonista. Y sí, puede ser un muy aceptable entretenimiento... Lo que ocurre es que no esperaba algo así de HBO. Cuando se anuncio una serie de vampiros en Nueva Orleans me imaginaba... otra cosa.
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