Tradicionalmente, siempre he sido un chico de playa. El calor abrasa, tostarse al sol cansa, pero me gusta saber que a cuatro pasos tengo el Mediterráneo para darme un chapuzón. Sin embargo, este año he cambiado de destino vacacional. Por una vez en la vida he decidido visitar un paisaje de montaña y probar eso a lo que algunos llaman “aire fresco”, donde siempre me he preguntado como se llena la gente las horas del día sin una playa al lado. Pero he de reconocer que los habitantes de Elmo saben cómo divertirse y, quien pueda, que venga también a descansar aquí unos cuantos días.
Men in Trees empezó a narrar la vida de este pueblo de Alaska, acorralado por el Pacífico y las montañas, hace tres temporadas (y terminó el año pasado); un lugar donde hay un problema: sólo hay 243 personas y encima con una gran desproporción de género. Aquí las mujeres literalmente escasean y los hombres, que son de esos que cortan leña con una camisa de cuadros, quedan a su antojo.
Así, cuando Marin Frist, una gurú sentimental neoyorquina, llega por casualidad a Elmo, queda prendada del pequeño ecosistema que le supone un doble reto: intentar entender a los hombres y además Marin, que es algo así como una Carrie Bradshaw menos fashion, tendrá que adaptarse a un estilo de vida lejos del glamour de Manhattan.
La experiencia es apacible y lo que marca el transcurso de un día es el pedo de una mofeta, ligeros temblores o la búsqueda de una novia para el pueblo (sí, sí, como oyen), todo acompañado de pequeños avances en el terreno sentimental por parte de Marin y del resto de elmoínos, que siguen un patrón muy predecible. Por eso, una vez se le agotan las cartas en el terreno del culebrón light (pero que muy light), Men in Trees pierde fuelle, pero sin desfallecer del todo (algo que, por otra parte, no se puede decir del chico de la serie, Jack, que al cabo de cinco episodios es para plantearse su muerte cerebral).
Porque la gracia del asunto es, básicamente, Elmo. Anne Heche puede pasear su egocentrismo por las calles y atraer todas las miradas (algo que no criticaré, puesto que en Men in Trees es una diva de las buenas), pero es el borracho del pueblo siempre presente, las conversaciones de barra de bar, la china que después de veinte años aún no sabe qué pinta allí (¡Oh, qué grande es Mai!), el abrazable y osezno camarero (ojo, que era el bullyinguero de Parker Lewis), y ese constante buen rollo entre toda la comunidad (la prostituta, por ejemplo, se acepta como parte vital) lo que da a Men in Trees un valor añadido. Ofrece lo mismo que buscas cuando te vas de vacaciones: tranquilidad, un ambiente familiar y una rutina entretenida.
Así que, si quieres un verano sin sobresaltos, Elmo es una buena opción para pasar estas calurosas horas muertas, aunque ya estás avisado de que muestra una realidad tan idílica como la de Pleasantville. Para delirios y locuras siempre estará Bon Temps.
Men in Trees empezó a narrar la vida de este pueblo de Alaska, acorralado por el Pacífico y las montañas, hace tres temporadas (y terminó el año pasado); un lugar donde hay un problema: sólo hay 243 personas y encima con una gran desproporción de género. Aquí las mujeres literalmente escasean y los hombres, que son de esos que cortan leña con una camisa de cuadros, quedan a su antojo.
Así, cuando Marin Frist, una gurú sentimental neoyorquina, llega por casualidad a Elmo, queda prendada del pequeño ecosistema que le supone un doble reto: intentar entender a los hombres y además Marin, que es algo así como una Carrie Bradshaw menos fashion, tendrá que adaptarse a un estilo de vida lejos del glamour de Manhattan.
La experiencia es apacible y lo que marca el transcurso de un día es el pedo de una mofeta, ligeros temblores o la búsqueda de una novia para el pueblo (sí, sí, como oyen), todo acompañado de pequeños avances en el terreno sentimental por parte de Marin y del resto de elmoínos, que siguen un patrón muy predecible. Por eso, una vez se le agotan las cartas en el terreno del culebrón light (pero que muy light), Men in Trees pierde fuelle, pero sin desfallecer del todo (algo que, por otra parte, no se puede decir del chico de la serie, Jack, que al cabo de cinco episodios es para plantearse su muerte cerebral).
Porque la gracia del asunto es, básicamente, Elmo. Anne Heche puede pasear su egocentrismo por las calles y atraer todas las miradas (algo que no criticaré, puesto que en Men in Trees es una diva de las buenas), pero es el borracho del pueblo siempre presente, las conversaciones de barra de bar, la china que después de veinte años aún no sabe qué pinta allí (¡Oh, qué grande es Mai!), el abrazable y osezno camarero (ojo, que era el bullyinguero de Parker Lewis), y ese constante buen rollo entre toda la comunidad (la prostituta, por ejemplo, se acepta como parte vital) lo que da a Men in Trees un valor añadido. Ofrece lo mismo que buscas cuando te vas de vacaciones: tranquilidad, un ambiente familiar y una rutina entretenida.
Así que, si quieres un verano sin sobresaltos, Elmo es una buena opción para pasar estas calurosas horas muertas, aunque ya estás avisado de que muestra una realidad tan idílica como la de Pleasantville. Para delirios y locuras siempre estará Bon Temps.
11 comentarios:
Graaaaaan!
Ains para mi el pueblo de Alaska por excelencia es Cicely, no puedo evitarlo. Siempre que sale una serie que se desarrolla en un pueblecito peculiar con gentes peculiares pienso directamente en Cicely, Alaska y en segundo lugar en Twin Peaks
Para mi también ese pueblecito en Alaska será Cicely, pero me la apunto.
Yo acabé la primera temporada hace un tiempo y tengo por ahí la segunda que debería retomar algún día porque mira que me divertía con el mapache perseguidor,jeje.
He querido comenzar con esta serie desde hace mucho tiempo,supe que fue cancelada, pero no se si alcanzo a tener un final cerrado.
Yo solo vi capítulos sueltos cuando la echaban en la Fox aquí y la verdad que tenía golpes bastante buenos... pero me recuerda demasiado a Doctor en Alaska (que, bajo mi punto de vista, es mejor). Además Anne Heche ni me cae bien ni me parece buena actriz... pero coincido absolutamente que el resto del reparto merece muchísimo la pena.
Yo solo vi capítulos sueltos cuando la echaban en la Fox aquí y la verdad que tenía golpes bastante buenos... pero me recuerda demasiado a Doctor en Alaska (que, bajo mi punto de vista, es mejor). Además Anne Heche ni me cae bien ni me parece buena actriz... pero coincido absolutamente que el resto del reparto merece muchísimo la pena.
Yo la vi en su momento a ritmo usa y la primera temporada es agradable, pero la segunda es un rollo, y ni la terminé, así que no sé si tiene final cerrado (pero creo que no).
Men in Trees es una serie entretenida y curiosa... pero si se quieren climas fríos, personajes peculiares, guiones excelentes, situaciones demenciales y un verano entretenidisimo.. entonces deberías irte de vacaciones a Cicely, Alaska ;)
Que conste que Cicely es uno de esos sitios que quiero visitar alguna vez en la vida. De momento, creo que ya tengo quien me deje los DVDs. Ahora sólo falta encontrar el momento y hacer el chanchullo. ;)
Lo he visto este miércoles. NO se si echaban 4 capítulos seguidos o qué , pero yo vi 2 porque me tengo que acostar pronto y no me esperaba gran cosa y no lo es pero tuvo sus muy buenos momentos, aunque puntuales. Me llama la atención que sea tan parecida a Doctor en Alaska y que se haya permitido.
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