martes, 3 de noviembre de 2009

Reservado el derecho de admisión

Glenn Close, Dianne Wiest, Alec Baldwin, Sally Field y Gabriel Byrne, para poner algún ejemplo, están en televisión. Actores de cine que se pasaron a la caja lista porque estaban en una edad complicada para encontrar buenos personajes. Aunque también comparten algo más: Todos ellos han sido premiados. Y un comentarista me preguntó “¿están en cierto modo evitando el reconocimiento de otras criaturas propiamente catódicas?”. Pues a bote pronto diría que sí.

En ningún momento se me ha pasado por la cabeza que no lo merecieran. Field y Close, que sí sigo, le ponen ese punto extra a los papeles que interpretan, que además son dos brillantes gemas preciosas. Tanto Patty Hewes como Norah Walker son ahora mismo referentes teléfilos, pero las dos actrices también son caballos viejos ganadores. Nada en contra de la edad. ¿Pero os imagináis qué hubiera ocurrido si Keri Russell, Jennifer Garner o Claire Danes se las hubieran encontrado en su momento de gloria? Pues palmadita en la espalda para las jovencitas y ese “tiene una gran carrera por delante” mientras se sacan el discurso de la regadera.

Este año en los Emmy hubo una demostración de cuánto importa haber triunfado en el celuloide. Toni Collette, que protagoniza United States of Tara, ganó el Emmy a la mejor actriz de comedia. Y esta vez sí que fue porque tenía un currículum que la avalara, ya que su interpretación no era ni mucho menos galardonable. Encarnaba en la ficción de Diablo Cody a una mujer con múltiples personalidades y los excesos se quedaban en algún sitio entre la genialidad y el patetismo (no sé hacia donde tiráis vosotros, pero por más que adore a Toni, es lo peor que le he visto). Sin embargo, tenía un gran “pero”. La Tara del título era mediocre e insustancial. Pero premio al fin y al cabo.

Es curioso contemplar que, mientras en los Oscar hay una tendencia a consolidar a aquellas jóvenes con talento (Hilary Swank, Gwyneth Paltrow, Reese Witherspoon), en televisión es todo lo contrario. Ya no hay Garners, ni Danes. Hay muy poca osadía a levantar a un intérprete y la victoria de Anna Paquin por True Blood en los premios de la prensa extranjera no sirve para probar lo contrario, pues recordemos que la jovencita casi nació con un Oscar bajo el brazo gracias a El Piano.

El caso de Close, por merecido que fuera, debió suscitar un poco de controversia. En los últimos Emmy ganó a la mejor actriz dramática por segunda vez. Y aparte del hecho que la segunda temporada de Daños y Perjuicios era basura muy bien envuelta (que esto, ya de por sí, podía haberle negado el premio), se llevó la estatuilla por el mismo papel. ¿No es hora de que, de una vez por todas, se cambie el reglamento? Un papel, un premio.

De esta forma, las viejas glorias no podrán acapararlo siempre todo, porque sólo hacía falta ver las otras nominadas: Kyra Sedgwick (caballera de la mesa cuadrara televisiva), Mariska Hargitay (otra), Holly Hunter (la enchufada del Oscar), Sally Field (la caballera con dos Oscars en la manga) y la estupenda pero demasiado verde Elisabeth Moss.

En la academia de la televisión (así como en los Globos de Oro) no hay ningún afán de exploración y aún menos de arriesgarse. Los Oscar a su lado son la hija acneica y rebelde con estética punk. Sino preguntaos porqué Elizabeth Mitchell no vio reconocido ni con una candidatura su papel en Perdidos; porqué Kristen Bell no estuvo en la quiniela final por la 1ª temporada de Veronica Mars (doblemente joven, por interpretar a una adolescente para adolescentes); porqué el matrimonio Taylor de Friday Night Lights se pierde los focos de las alfombras rojas (¿serie de autor con adolescentes? ¡que los tiempos de My So-Called Life terminaron!); o la cylon Tricia Helfer (¿una diva semidesnuda de ciencia ficción? ¿es una broma?).



Pues todas esas brujas savias, que hechizan con un derecho natural, y que han sido premiadas, deben dejar espacio. Vinieron al medio para ser aclamadas, pero con una ovación debería haber más que suficiente. Que mi espíritu mitómano me lo pide: cuantas más estrellas haya en el firmamento, mejor.

5 comentarios:

Adriii dijo...

No podría estar más de acuerdo con tu artículo. Deben dejar espacio, sí. Y la academia debe abrir sus miras de una vez.

LiPooh dijo...

Cuando se es joven, porque se es joven y cuando se es mayor, porque se es mayor. A la vista está que jamás estaremos contentos en lo que a premios se refiere. Creo que hay que premiar el talento, venga de donde venga y sea el que sea.

Anónimo dijo...

que bien que escribiste un post sobre el tema que sugeri estoy de acuerdo contigo en todo lo que comentas y respecto a lo que dice lipooh no se trata de la edad para nada si no de darle espacio y reconocimiento en general a todo el talento sobresaliente y no sobrevalorar lo ya reconocido conste que me encanta hewes y walker.

Unknown dijo...

La inercia de los Emmy es más difícil de cambiar que el rumbo del Titanic ;)

Tener un nombre allana mucho el camino en estos premios, y los Globos de Oro, que son los únicos que habían reconocido algún año sobre todo a actrices jóvenes y más o menos desconocidas, están dejándose llevar también por esa tendencia. Badly done indeed! :)

Crítico en Serie dijo...

Anónimo, exacto. Se trata de "abrirse de miras" como dice Adri y dejarse de tanto establishment e ir a lo fácil. Se supone que la televisión en estos momentos iba más allá. Y que premien a Close (¡claro que sí!) pero que luego reconozcan el demás talento.

MacGuffin, el día que nos inviten a la academia de los Globos de Oro ya cambiaremos el rumbo, no te preocupes ;)