Una cosa es ver conspiraciones en una pantalla y otra muy distinta es verlas en los titulares de los periódicos. No abogo por creer todos los hechos que nos exponen ante nuestros ojos, ya que justamente hay muchas ópticas en el mundo de los medios de comunicación, pero me cuesta pensar que alguien pueda sacar conclusiones tan pesimistas sobre la humanidad y de tinte bastante paranoico. Tendríais que haberme visto en el comedor de un americano afincado aquí en Barcelona. Estaba que trinaba. Era incapaz de asimilar que alguien pudiera atribuir los atentados del 11S a Rumsfeld y los neocons a partir de informaciones sospechosas pero para nada concluyentes sobre las irregularidades en las investigaciones del atentado.
Pensar que un grupo de americanos influyentes habían planeado la masacre de miles de compatriotas para poder sacar provecho económico no solamente me parece desolador, sino imposible. No digo que los nombres mencionados esa noche sean bellas personas y que no vean a la humanidad como un hormiguero, pero para llevar a cabo tal hazaña se necesitan cero escrúpulos, mucha valentía para enfrentarse a la justicia en caso de que no funcione y una cantidad de personas que escapa a cualquier control (numerosos contactos en la esfera política, las fuerzas armadas, los equipos de inteligencia y también en la prensa). Lo siento, mi cerebro no puede procesar una ecuación tan improbable y atroz.
Casualidades de la vida, poco después de tener esta conversación me di de bruces con Rubicon. Las sospechas que despiertan en el gris analista Will Travers unos crucigramas que predicen catástrofes terroristas, beben claramente de la misma fuente de desconfianza de mi amigo. ¿Pero pueden existir semejantes alianzas de intereses que operen sin la constancia de los altos cargos de un Gobierno democrático, de los Estados rivales, y sin aparecer en ningún papel de la CIA u otros organismos encargados de velar por la seguridad del país y de sus ciudadanos?
Rubicon sabe alimentar esta hipótesis. No se trata de creer en ella o no: la misión de una ficción es vender (y que tú compres) un hecho más o menos alejado de la realidad aunque sea por un intervalo de 45 minutos. Y en unos tiempos en los que las cadenas han intentado engatusarnos conspiraciones tan inhumanas como The Event o FlashForward, se agradece que alguien se tome la molestia de acercarlas a un plano personal. Este es el mérito de Rubicon: aprendes a amar su lentitud, la meticulosa planificación de cada plano y la decadente presión que sufren todos sus protagonistas, y cuando lo tienes asimilado vislumbras el hilo que lo liga todo. Entonces, lo que en otras series serían nudos y cortinas de humo impersonales, se traduce en la piel de Will y su equipo, y les sigues la corriente de la misma forma que la sangre les corre por las venas al ritmo que les marca el corazón. Chapeau.
Por ello recomiendo encarecidamente esta serie. Quizá su tempo pueda asustar (o adormecer) a más de uno, pero la investigación de Will se sustenta en estos trece episodios de tal forma que, si la cancelan, dentro de unos años echaremos la vista atrás y recordaremos esta rareza como una pieza singular (y magistral) de la historia de la televisión. Ojalá no reciba el trébol de cuatro hojas antes de tiempo porque la aceleración final (en la segunda mitad de temporada hay tantos giros como en Damages) promete una perenne sensación de paranoia que ahora mismo no tiene equivalente catódico. Y como están las cosas... es difícil que en los años venideros alguien se arriesgue a crear un producto semejante, que llegan tiempos pobres para una ficción tan arriesgada y marcianamente lenta como Rubicon.
8 comentarios:
A mí el ritmo de la serie no me asustó desde el comienzo, los diálogos y la trama me atraparon pronto, no me importaba que los personajes parecieran inconexos, sabía que pronto tomaría forma y lo hizo en forma de un gran thriller de conspiraciones.
Vale, depues de todo lo que he leido, he decidod ponerme con ella. Esperará a Navidades que con los parones habrá hueco. Se que tego que ir con paciencia, pero espero que m recompense.
Saludos!
Y tiene a uno de los grandes personajes de los últimos años, Truxton Spangler, ese WASP sociamente inepto, listo y tremendamente bien conectado, y que habla con un tono de voz extraño y haciendo pausas a media frase. Además el intérprete no es solo actor, sino que principalmente es autor teatral.
Satrian, que conste que a mí tampoco me asustó, sobre todo porque desde el primer minuto notas algo en el ambiente, en los personajes, que te hace quedarte pegado a la pantalla.
Telespectador, quizá no es para ti. E intercalarlo con GH12 puede ser algo esquizofrénico ;)
Alex, pues justamente Spangler me ponía de los nervios con sus pausas (que conste que es buena señal). Yo me quedo con la analista borracha, el recién separado y Will Travers. Sé que en algunas partes critican que le falta carisma... pero yo me enamoré irremediablemente. Y me gustó que hubiera un personaje gay tan poco típico como Kale. Siempre que encuentro a un personaje que tiene mucha personalidad independientemente de su sexualidad ya tienen media partida ganada. Otro ejemplo sería Omar de The Wire, al que también le tengo mucho aprecio.
Larga vida a Miles y a Kale Ingram. Qué tíos más grandes. Y Tanya no se queda atrás. Me encanta. Que viva Rubicon y que, por favor, no se haya acabado!
El 1x10 'In Whom Trust' o el 1x12 son verdaderas joyas. ¡Anuncio de renovación YA! Quiero saber que pasa con Andy, si Spangler al final se suicida, le matan.. y como continúan las vidas tan penosas de sus protagonistas por culpa de su trabajo. ¿El unico feliz? Kale Ingram, disfruta de su matrimonio, y sin remorcimientos aparantemente por todo lo que hace en relación con Will, ayudándole a limpiar la escena del crimen, etc. Además un personaje ambiguo siempre resulta interesante.
Bvalvarez, quién iba a decirnos que en esta serie encontraríamos tantos personajes a los que amar y apreciar. Que aprendan las otras series, por favor.
Oscar, además los últimos episodios sorprenden porque no estás preparado. Pensaba que aunque avanzara la trama (que ni esto esperaba, pues no imaginaba semejante colisión de hilos argumentales) seguirían con el mismo ritmo. ¡Pero no! De repente una traca que podría enfrentarse a Damages en cuanto a ritmo.
Rubicon ha sido un oasis entre tanta mediocridad. Una serie lenta, disfrutable episodio tras episodio, con una historia de verdad. Sólo nos queda que la AMC nos la renueve, en modo regalito.
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