domingo, 2 de enero de 2011

Un compendio de los ochenta

La ventaja de los norteamericanos es que con su firme industria audiovisual y los esfuerzos para convertir su cultura en estándar a veces consiguen que sintamos más los valores de Estados Unidos que los que encontramos en el portal del vecino. Por ello no resulta ningún obstáculo introducirse en una ficción ambientada en los años ochenta como Glory Daze. Aborrecemos el Take On Me de Aha y hemos visto demasiadas veces los clásicos de la década de Tom Cruise, como si hubiéramos crecido en ese entorno. Pero no se puede vivir únicamente del factor nostalgia. Se necesita introspección o un argumento sólido, pero como única excusa se queda corta. Para recordar esos tiempos (que no vivimos) mejor hacemos un minimaratón con Risky Business y Cocktail.


Glory Daze, que ha pasado muy desapercibida por estar en un canal poco dado a ficción como la TBS (el nuevo hogar de Conan O'Brien), narra las aventuras de cuatro chavales completamente distintos (el judío cachondo, el responsable, el deportista y el republicano conservador) que motivados por una noche de borrachera deciden ingresar en la hermandad más fiestera y con la peor reputación de todo el campus. El problema es que cuando aún tienes una comedia como GREEK correteando por la programación no ayuda no destacar en ningún aspecto. En comparación, la comedia universitaria de la ABC Family es la serie original sobre las frat houses, mucho más divertida y más referencial sin tener que sostenerse únicamente en estas anécdotas. Y para ser sucedáneo de algo es mejor esperar a que desaparezca, porque si no estás a la altura, serás mucho peor de lo objetivamente perceptible.


El alma de la casa de los Omega Sig es demasiado Capie para ignorarlo, el protagonista es demasiado Rusty y la propia casa de los Omega es una copia de la Kappa Tau Gamma (que de por sí es una recopilación de clichés). La única diferencia es que en lugar de hacer bromas sobre Angelina Jolie, Una Rubia Muy Legal y las novelas de Jodi Picoult, se intenta recurrir al espíritu de los ochenta. Esto para ellos significa jugar con los calzoncillos que ahora dejaríamos para nuestros abuelos, los modelitos para hacer gimnasia que recuperó Madonna para el Confessions on the Dancefloor e incluir un par de gags de desfase tecnológico en cada episodio (“te he grabado un cassette personal”), además de una demasiado obvia banda sonora.


Si ficciones como Mad Men o That 70’s Show triunfaron de alguna forma (en audiencia o en el ámbito crítico) es porque ofrecían algo más que su propio contexto. La primera, por ejemplo, te da una óptica distinta de aquella época, poniendo en cuestión los pilares de esa época y dibujando unos nuevos personajes que además de evitar ser copias de antaño han podido erigirse en mitos hoy en día. Glory Daze, en cambio, solamente aspira a alimentarse de su atmósfera, que para empezar no queda tan lejana, y utiliza el mismo discurso como si no hubieran pasado los años (sólo las formas). Pero para disfrutar algo tan insustancial deberían tomarse alguna molestia, como por ejemplo crear algún personaje no sacado directamente de GREEK y crear un ambiente que además de poder protagonizar una postal también resultara acogedor.

2 comentarios:

Julio C. Piñeiro dijo...

Dos asuntos:

1) Si ahora funcionan repasos de los '80 y los '70, o en los '70 funcionaban repasos de los '50 (Happy Days) y así sucesivamente, ¿por qué no ha funcionado My Generation, repaso de la década inmediatamente anterior? ¿Por su formato docudrama, pese a que el mockumentary esté de moda? ¿Por ser demasiado innovador para una network? No te diga que la serie diese más fuelle que para una temporada entera, pero esa temporada sería bastante buena.

2) Lo que más me gusta de Mad Men y su retrato histórico (menudas clases de cultura oficial y popular nos dan), es la "provocación retardada", o "retroactiva". Por un lado, reflejan la realidad de esa época mejor que cualquier serie de aquella época con pretensiones de actual. Y por el otro, a raíz del anterior, que muchos de los lances que se dan en esa serie y hoy no nos indignan e incluso nos parecen normales, en la ficción mainstream de aquella época serían vistos como absolutamente escandalosos, por mucho que sucediesen tal cual en la realidad que supuestamente estaban reflejando pero cuyo reflejo veraz y sincero ha llegado 40 años después.

Crítico en Serie dijo...

Julio C. Piñeiro, el problema que yo vi a My Generation no era que fuera demasiado contemporánea, sino que no conectaba más allá de la anécdota. El formato mockumentary no creo que funcione más allá de los veinte minutos y aún así lo utilizaban de forma bastante rígida. Los primeros minutos podías pensar "interesante", pero de repente esos cuarenta minutos parecía que duraran 90.
Y lo que comentas de Mad Men... toda la razón. Te retrata los sesenta como ellos mismos no podían hacerlo (creo que en ese sentido bebe bastante de Lejos del Cielo). Eso sí, se nota que son los Estados Unidos y que Don Draper es un hombre "hecho a si mismo". En esa España (e incluso la de los setenta), un hombre bien posicionado en la sociedad y de buena familia podía tener mil amantes, pero un divorcio era impensable. Y en Mad Men ya hemos visto unos cuantos.