La alineación de astros es el elemento más importante a la hora de lanzar un producto nuevo al mercado. Por más estudios de mercado que haya, por más que la escaleta sea magistral, hay cosas que escapan al proceso de producción y de creación, que no puedes probar hasta que la obra está en el escaparate. Un poco como las colecciones de los diseñadores de Project Runway. Con el montaje puedes intuir si los concursantes tienen alguna pieza interesante por ahí, pero hasta que no las ves juntitas, con sus complementos y en la pasarela, no sabes si es una colección, con todas las de la ley, o unas cuantas prendas bien hechas. Pero por suerte para los Weinstein, la primera edición del programa no pudo estar mejor cohesionada.
Esta alineación siempre es compleja, pero lo es más si encima se trata de un estreno. En 2004, cuando entró en producción esta competición de diseñadores de moda que luchaban por desfilar en Bryant Park y por un poco de publicidad en televisión, los productores aún no sabían qué monstruo tenían delante. Ellos no sabían si podía tener éxito, ni qué les iba a funcionar mejor y los concursantes que habían aceptado participar desconocían cómo les iba a retratar el programa y hasta qué punto podía beneficiarles. Firmar un contrato para un reality desconocido puede ser como vender el alma al diablo, algo que no creo que suceda en este caso.
Quizá porque dejaron claras las bases del concurso, donde prima la calidad, o porque eran estadounidenses, donde todo el mundo tiene un showman dentro y se tiene una fe casi ciega en la industria del entretenimiento, la edición salió rodada y los concursantes no se privaron de opinar, de ser naturales y crear a pesar de la presencia de las cámaras. Jay McCarroll y Austin Scarlett, por ejemplo, eran tan personajes como también diseñadores y corrieron por allí visiones también muy interesantes como la de Kara Saun (efectiva y constante como pocas), Nora Caliguri (el vestido con el que se estrenó era precioso), Alexandra Vidal o Kevin John. Lo que distingue a Project Runway no son las confrontaciones, sino unos procesos creativos estimulantes y unos resultados brillantes (salvo excepciones), que convierten cada episodio en un pequeño documental sobre el arte de la moda.
Otra cosa es que, aparte de la calidad, hubiera también mucho drama. Wendy es seguramente uno de los personajes más viles que ha pasado por la telerrealidad americana, sobre todo porque confundió bastante el concepto del programa. Como el programa de la década estaba siendo Survivor, decidió enfocar su participación como un juego de estrategia, cuando en realidad se trata de demostrar en la pasarela que tienes talento. Esto no quita, sin embargo, que añadiera un poco de morbo al conjunto. Un morbo que se excedió en la reunión final cuando les apareció una ex concursante borracha como una cuba y con el hacha de guerra (por no hablar de la ausencia de Morgana, una excelente modelo y troll turbio entre horas que salía de fiesta con el vestido que debía lucir en la pasarela el día siguiente). No buscaron el mal rollo pero, si había ocurrido, tocaba mostrarlo.
Por eso me gustaría recomendar esta edición a todo aquel que dice amar la televisión y no se atreve con los realities. Los que me recomendaron regresar a los orígenes del formato acertaron de pleno. Y así también comprobaréis cómo nació un programa que tanto ha marcado la historia catódica americana. Cuando Heidi Klum aún iba de modelo y a Project Runway le faltaba limarse algunas asperezas, aunque la grandeza ya estaba allí y aún no existe temporada que pueda declararse mejor que ésta.
3 comentarios:
La primera temporada es estupenda. 10 episodios con un gran casting, un personajazo como Morgan y una malvada como Wendy que animó el cotarro.
Diría que es la mejor temporada junto a la segunda, que también cuenta con un casting estupendo tanto en personalidades como en talento.
Estoy muy de acuerdo con lo que comentas. Lo que hizo grande a la primera temporada es esa combinación de buenos personajes con gente de talento. Por supuesto que Morgan y Wendy animaron la temporada (aunque hay que decir que me resultó bastante penoso que Wendy llegara a la final), pero en general, el casting era muy equilibrado.
Este año tengo la sensación de que me dan igual todos. Sí hay un par de concursantes que me llaman más la atención (Anya, por ejemplo) en general no estoy tan interesada ni entragada como con la primera temporada. Supongo que también tiene algo que ver el formato de casi una hora que ni siquiera aprovechan para mostrar más los procesos creativos...
A ver si veo la segunda, que ya son varios que dicen que tiene muy buen casting..
ALX, pues es curioso porque ni terminé la 2ªT. La peor, en mi opinión. Santino era un cansino, sobre todo porque no tenía ni la mitad de talento que otros divos del programa.
Adri, pues este año me está gustando bastante. PR no ha sido nunca un programa para el que necesite tener un claro favorito. Anya me gusta, tanto por sus diseños como por su personalidad; me gusta ese gay que habló con su novio vía webcam y cuyo novio no recuerdo; y hasta la pija tiene gracia, porque al final resulta que también es buena diseñadora.
Ah, y creo que sí que hay más proceso creativo, lo más interesante junto con los debates finales sobre quién debe ganar. Los juicios son lo más interesante del programa porque es gente... que entiende.
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