En los cuerpos de policía de la televisión, no hay mujeres como Sarah Lund. Puede haber que sean tan inteligentes y obstinadas como ella. También que les importe poco o nada su aspecto físico (por más que pusiera de moda los jerséis de lana, no son precisamente modelos a seguir). Pero no hay ninguna que sea tan increíblemente terca, ni que asuma tan visceralmente su misión sin tener en cuenta las consecuencias. Porque ella puede ser mujer, hija, madre y esposa, pero nada es tan importante para ella como resolver el asesinato de Nanna Birk Larsen. Ella es un sabueso que sigue un rastro y nada ni nadie la puede distraer de su cometido. Ni se toma la molestia en fingir que le importa la gente de su alrededor, ni siente la necesidad de compensarles. Ni como madre, ni como hija, ni como amante. Esto la hace diferente.
Una vez se entiende el retrato de esta mujer, interpretada por la estupenda y calmada Sofie Grabol, y cuál es su verdadera óptica de la situación (que para ella solamente tiene una dimensión y esta es su caso), también se puede comprender que la protagonista de Forbrydelsen obsesionara al público británico. No hay concesiones, no hay planos que intenten redimirla a los ojos de sus seres queridos y Soren Sveistrup, el creador de la serie, tampoco intenta culparla por ello. Ella es una heroína contemporánea porque asume que hay cosas más importantes que su propia vida y este papel, curiosamente, no se ve muy a menudo reservado a las mujeres. En los hombres sí, que pueden ser lobos solitarios o nefastos maridos cuyas mujeres sí cuidan del hogar y los hijos, pero no hay mujeres con tanto carácter y que, sin embargo, no caigan en los estereotipos masculinos.
El retrato de Sarah Lund, además, sirve de claro ejemplo de lo coherente que es Forbrydelsen. Presenta un asesinato y tres líneas de acción: la investigación policial de la protagonista, la campaña política que se ve afectada por el caso y el duelo de los protagonistas. Y las tres líneas evolucionan y desencadenan actos comprensibles, asumiendo que hay consecuencias para cualquiera de ellos. Puede que haya algunos falsos señuelos que cansan al principio (la primera mitad de temporada), pero todo contribuye a un clímax final, ni que sea para entender las acciones de todos sus personajes al final del viaje.
Este viaje, por cierto, es muy gratificante y recomendable. Mientras que empecé la versión original danesa de The Killing por despecho, para tener más razones para criticar la adaptación del canal AMC, acabé totalmente atrapado sobre todo cuando adelanté el argumento de la primera temporada americana, cuando Forbrydelsen pasa a ser fuego y se hace palpable que cada avance nos acerca de una forma u otra al desenlace. Entonces pasa a otro nivel gracias a los retratos que ofrece (de odiar a Pernil y Meyer a jalearles), la campaña política que pasa a interesar por méritos propios y no solamente por la conexión con el caso de Nanna Birk Larsen y porque finalmente el caso es resuelto y el desenlace es tan creíble como potente e intenso.
Y, por suerte, sé que otro cadáver acabará apareciendo en Copenhagen, aunque esta vez su nombre será Anne Dragsholm y será abogada. A ver cómo Sarah Lund le seguirá esta vez la pista al asesino.
2 comentarios:
Todavía no la he terminado. La empecé a ver por hartura de The Killing y porque Miss McGuffin la recomendó. Aun llevando la mitad de temporada, si la americana me estaba hartando sus personajes con una unica expresión, siempre con cara de sufrir y nada más, ahora comparándolos con los daneses, todavía los encuentro peores.
Lund es mágnifica, Meyer no es gilipollas (como el de USA), simplemente que no entiende que pasa, que ella nunca suelta el caso y que no respeta lo que él hace. Se enfada y tienen esa relación de tiras y aflojas.
Y lo que más me esta gustado es la historia de Troels, mucho más carismático y mejor elaborada e integrada.
Pues, Laura, por lo que dices, aún te falta lo mejor. Y sí, los personajes son mucho más interesantes que en la danesa. De calle.
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