En los últimos años los grandes canales de Estados Unidos se debatían entre dos modelos de ficciones dramáticas. Por una parte encargaban pilotos de series simpáticas y/o fáciles de definir (o sea, procedimentales), y también compraban unos cuantos proyectos ambiciosos, más difíciles de vender pero bajo el credo de que quien no arriesgaba, no lograba grandes éxitos. Consecuencias del 2004, vamos.
En este último paraguas se cobijaron, por ejemplo, ese surrealista policíaco llamado Awake, Pan Am, Alcatraz, The Playboy Club, el musical Smash e incluso Terra Nova, esa exploración familiar por la prehistoria. ¿Y qué tienen todas en común? Que, independientemente de si gustaron o no a la crítica, todas fracasaron a nivel de audiencia. Puede que el homenaje a Broadway vaya a tener segunda temporada pero porque la NBC está en un pozo sin fondo y habían puesto demasiadas esperanzas y recursos en ella.
Por estas operaciones y porque durante los últimos años se ha registrado un bajón considerable del consumo de dramas (mucho más exagerado que cualquier otro género o formato), las networks no se han complicado la vida. Habrá series de médicos (Mob Doctor, Emily Owens M.D.), de abogados (Made in Jersey), policíacos (Elementary) y la NBC hasta probará suerte con los bomberos con Chicago Fire, que tiene muchos números para ser el primer fracaso de tan mala pinta que tiene (y por estar en el canal del pavo real, claro). Y, de todos estos estrenos, ni tan siquiera hay uno que pretenda ser un drama adulto en condiciones como sí lo había el año pasado con Prime Suspect, un policíaco decente. Creí que Elementary podía serlo pero fue una falsa alarma.
Estrenos más arriesgados, sin embargo, los hay. La única diferencia es que esta vez ya son vistos con la presunción de fracaso o simplemente no engañan a nadie. Se sale del molde, por ejemplo, el high-concept drama de NBC Revolution (de la que ya hablé) y también Last Resort de ABC. Ante el primero, el público está inmunizado después de que las últimas series-evento desaparecieran (sobre todo porque ni FlashForward ni The Event eran buenas), y la segunda se emitirá los jueves a las 20h, la franja maldita del canal. Una hora muy temprana para un drama adulto y estimulante, con lo cual tampoco tengo muchas esperanzas puestas en esta historia sobre unos marines acusados de traición y que se buscarán la vida en una paradisíaca isla desierta. Y lo mismo digo de Vegas con Dennis Quaid y Michael Chicklis. Se espera un drama adulto que recupere la madurez con la que antes se trataba la última franja del primetime pero esta serie mafiosa puede que sea el nuevo The Playboy Club. Esta vez de la CBS, el canal que jamás arriesga (con la excepción de The Good Wife, que fue más de lo que nos habían dicho a primeras). De poco me sirve que esté escrita por Nicholas Pileggi, autor de Uno de los nuestros y Casino.
Me pica mucho más la curiosidad, en cambio, la novedosa oferta dramática de ABC. No sólo tendrá Last Resort sino que apuesta descaradamente por un guilty pleasure como 666 Park Avenue, un culebrón de terror con Terry O’Quinn y mucho joven guapo, y que también estrenará el drama country Nashville con Connie Britton y Hayden Panettiere. Y, si el año pasado nos sorprendieron con Revenge, por la que nadie daba un duro y que acabó siendo la sal de la vida, espero que vuelvan a brindarme una simpática revelación con esta última.
¿Entonces con qué dramas me quedo?
De momento, sólo tengo ganas de ver los proyectos de la ABC. Aunque, por supuesto, tocará verlo todo y estoy dispuesto a dejarme encandilar por alguna buena obra o alguna producto que sea simpático. Al fin y al cabo, soy un romántico empedernido de la televisión y lo único que quiero es encontrar algún sapo que se convierta en un drama entretenido y, a poder ser, bueno.
(Por cierto, he dejado fuera las series de la CW porque siempre juegan en otra liga y esta temporada integrarán una programación más ambiciosa de lo normal que quiero comentar en otro artículo.)
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