viernes, 3 de mayo de 2013

Jackie está feliz

Esta última temporada ha habido unas cuantas marchas interesantes entre bambalinas. A Theresa Rebeck la echaron de Smash porque el canal y la productora de Spielberg creían que no llevaba bien el control creativo de la serie. A Dan Harmon le despidieron de Community, dicen, porque era caótico y un lunático. Pero la más anecdótica fue la de Linda Wallem y Liz Brixius, que habían creado juntas en Nurse Jackie y fueron sustituidas porque su animadversión afectaba el rodaje. Las dos, que habían sido pareja durante años, habían dejado de llevarse bien, casualmente desde que Wallem salía con la cantante de rock Melissa Etheridge.

El trabajo fue a parar a manos de Clyde Phillips, que ya había trabajado para Showtime en Dexter y el canal aprovechó la ocasión para sugerir algunos cambios. Desde su estreno, Nurse Jackie ha ido decreciendo en audiencia a la vez que ellos lograban ficciones de mucho más éxito entre el público como Shameless y Homeland. Wallem y Brixius ya habían ejecutado un retoque fundamental en el cuarto año, después de las malas críticas del tercero, y habían mandado a Jackie a rehabilitación.

Phillips, en cambio, se ha propuesto convertir la serie en una comedia. Algo que puede sonar redundante para aquellos que desconocen la obra, pues bien que compite en esta categoría en los premios Emmy y los Globos de Oro. Y, ahora que ya llevan emitidos cuatro episodios, ya toca hacer una valoración del experimento.

Nurse Jackie, aunque Phillips diga lo contrario, no está especialmente cómica. Es tan fácil como que no tiene gags, ni escenas conceptualmente hilarantes (como sí tienen Girls y Louie, comedias más intelectuales). Pero sí se nota que ha cambiado. Su protagonista está más sonriente, ve la vida desde un prisma más positivo y el tono es generalmente más desenfadado. No ha renunciado a los elementos dramáticos (algunas escenas con el ex marido o su hija mayor son especialmente tensas, y lo de Akalitus es bastante crudo) pero sí ha rebajado el tratamiento.

Este cambio, que conste, se agradece. Ya en la temporada anterior habíamos visto una Jackie algo distinta y el arco del personaje parecía pedir esta progresión. También tengo la impresión que Phillips para mucha más atención a los casos médicos de cada episodio. De momento, tanto el del deportista profesional, como la jovencita con dolores agudos y la mujer drogada tuvieron bastantes minutos y se aprovecharon como herramienta de entretenimiento, para dar cohesión al episodio y explorar aristas de los personajes. Hasta entonces, casi habían sido un estorbo salvo contadas ocasiones.

Esto no quita que no sea oro todo lo que reluce y es bastante doloroso que O’Hara se mudase a su país y hayan contratado a una doctora rubia y estúpida cuyo nombre no quiero aprenderme. Entiendo que una no es el recambio de la otra, pero hemos perdido uno de los personajes fundamentales del universo de Jackie y hemos ganado dos secundarios anodinos. Y es que tampoco sé de quién debió ser la idea de cambiar a Bobby Cannavale por Morris Chestnut. Por favor.

1 comentario:

Eponine dijo...

Interesante cambio en la serie. Me ha hecho pensar un poquito en mi propio caso, el cambio de tono de mi proceder en general (en el que predominaba el drama) en un momento dado de mi existencia: ¿Será que la producción de mi vida cambió de apartado ejecutivo? :P