En los realities de supervivencia o convivencia americanos a menudo sale alguien en la final argumentando que cualquiera que haya llegado hasta allí se lo merece. Algo ha tenido que hacer (o no) para que sea esa persona y ni otro quien ocupa los sillones de los finalistas. Pero esto es una verdad a medias. Hay quienes son arrastrados, quienes optan por no hacer absolutamente nada y esperan que la suerte les sonría, y luego están los que se lo trabajan. Andy, guste o no, era de estos últimos. Puede que como espectadores podamos opinar que fue un muermo en su paso por ‘Big Brother’, únicamente positivismo y lloriqueos cuando alguien salía por la puerta. Pero, como bien defendió en sus alegatos finales, formó parte de todas las expulsiones decisivas de la edición y fue amable y simpático con todos los concursantes, a pesar de que quería echarles.
Podía vérsele como un no-concursante pero era muy consciente de su juego. Traicionó todas sus alianzas cuando fue conveniente y jamás nadie pudo destaparle. Sólo Amanda dijo que la había traicionado cuando salió por la puerta y lo hizo por su bien, realmente ni lo creía. Elissa, que vivía en otro mundo, hasta creyó que era McCrae quien había votado para echar a Amanda. Para él ‘Big Brother’ era un doble juego: hacer amistades y ser infiel a todas sus alianzas si hacía falta. En todo momento supo qué estaba haciendo y, aunque a veces pareciera un perro faldero, demostró que lo era por conveniencia y que sabía cuando emanciparse. De aquí que Andy llegase a la final y McCranda no gracias a sus rastreras artes. Pero a todo su juego, que igualmente puede considerarse despreciable (por traicionar a todos, por permitir el bullying a Elissa), se le debe echar algo en cara: que intentase colar en la final que había sido leal a GinaMarie. Su razonamiento no tenía ni pies ni cabeza y, como tenía tratos con absolutamente todos los concursantes, por defecto iba a cumplir su palabra con alguien.
Esta estrategia, sin embargo, no hizo de la final un evento memorable. La alianza de los exterminators, que estaba cogida por los pelos, estaba compuesta de desechos y, aunque GinaMarie fuese divertidísima de ver, no es ninguna power-player. Nada que no hubiésemos visto en otras ediciones de ‘Big Brother’. Pero supo mal, por ejemplo, ver la expulsión de Aaryn porque todo podría haber sido distinto. Fue una racista y una engreída muy desagradable, pero también tenía materia de ganadora. Cuando se fue su alianza cambió de mentalidad y de juego, pero le faltó darse cuenta de cuando debía dar el salto (algo que Andy supo ver muy bien aunque parecía que sería tan cobarde que no se atrevería). Si lo pensamos, entre ella y GM encadenaron multitud de HOH y podrían haber hecho que el resto de los concursantes fueran sus furcias (o por lo menos demostrar que no eran tan pésimas personas incluso con el poder en sus manos) y echar a Helen y Amanda ellas mismas. Pero Aaryn creyó que su nefasto comportamiento del principio la invalidaba a los ojos del resto durante toda la edición y no se atrevió (la vieja Aaryn, en cambio, hubiera ido a muerte y probablemente con un cucurucho del Ku Kux Klan en la cabeza). Al igual que Helen, que aspiraba a ser la mejor jugadora de la historia y acabó saliendo por la puerta trasera, incapaz de conseguir suficientes votos porque había esperado demasiado para echar a Amanda (su guerra fría tiene mérito, sobre todo si tenemos en cuenta cómo trató Amanda a otros rivales como Jesse, Spencer y sobre todo Elissa).
Y, ya que menciono a Elissa, sólo decir que es el personaje más carismático de la edición (porque Amanda tenía carisma, sí, pero del mismo que probablemente tenía Adolf Hitler). Cuando ella se fue por la puerta, la edición perdió la ilusión. No hay nada como tener una mártir dentro de la casa, alguien a quien todo el mundo critica y que encima se tortura durante 24 horas mientras nadie mueve un dedo (lo cual deja a los concursantes de la casa como escoria). Puede que estuviera desaparecida durante media edición y que al principio sólo tuviese importancia porque era MVP (un regalo de los fans de su hermana Rachel), pero cuando eres el blanco fácil durante las primeras semanas, no tienes otra que intentar pasar desapercibida. Pero, cuando tuvo que ganar el POV, lo ganó. Cuando tuvo que ganar el HOH, lo ganó. Y, si encima le sumamos su permanente sonrisa y su entusiasmo algo perturbado que está claro que las Reilly llevan en las venas, fue la reina de la edición. Materia de All-Stars.
2 comentarios:
A mí me dejó flipado Elisa en el HOH que ganó de las bolas de beisbol que les iban tirando... cuando cayó de la plataforma, se enganchó por los pelos del recipiente de las bolas y con la pura fuerza de los brazos (y la voluntad) logró volver a la plataforma.
La verdad es que cada vez más los realities americanos me están cansando un poco, ya que los personajes se conocen demasiado bien las reglas del juego y ya no cometen esos errores espectaculares de no usar el veto (como Marcellas en BB3) o de entregar la propia inmunidad (como ¿Eric? en Survivor Fans vs. Favorites), ni hacen cambios completos de poder (era evidente que Amanda iba a caer... pero hubiese molado que McCrae se hubiese olido a los Exterminators y los hubiese expulsado).
Una cosa a favor de Big Brother es la capacidad que tienen estos americanos para hablar ante una cámara y hacerlo de forma entretenida: Gina Marie y Judd me parecieron geniales en esta edición, y Amanda sí que me parecía llena de carisma: era una mala de culebrón, a lo Heather Locklear... y no puedes menos que amarla.
Bueno, sé conocen muy bien las reglas del juego pero a veces esto beneficia los programas. BB15 ha sido una buena edición (lástima de las últimas dos o tres semanas, con concursantes muy flojos) y recordemos Survivor: Filipinas, una temporada muy consciente de sí misma pero que fue un placer.
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