miércoles, 11 de septiembre de 2013

'Nissaga de Poder', un trozo de la historia de Catalunya

Ni los Channing, ni los Carrington y ni tan siquiera los Ewing, que fueron los primeros extranjeros en ser doblados al catalán. Cuando toca hacer memoria histórica y recordar familias con trapicheos y secretos, en Catalunya no existen seres más retorcidos que los Monstolís y su ‘Nissaga de Poder’. Entre asesinatos, secuestros e incestos, dejaron en pañales a sus símiles americanos y mantuvieron en vilo a una sociedad que no tuvo otra elección que enamorarse irremediablemente de Eulàlia Montsolís, una villana dispuesta a todo.

Era una telenovela y llegó en enero de 1996 de la mano de Josep Maria Benet i Jornet (‘Amar en tiempos revueltos’) y Lluís Arcarazo (Goya al mejor guión por ‘Salvador’). Su misión era reemplazar a ‘Secrets de Família’ en la sobremesa de TV3, una franja que desde ‘Poblenou’ (1994) se reserva a los culebrones autóctonos. Y la aceptación no pudo ser mayor al ver que sus responsables subían el listón y, no solamente hablaban de una familia, sino que estaban escribiendo la historia más turbia que se haya visto jamás por estos lares.

Eulàlia y Mateu, dos hermanos enamorados

La premisa era turbia. Eulàlia y Mateu Montsolís eran dos hermanos cuya imposible historia de amor marcaría sus vidas para siempre, sobre todo tras tener un hijo en su juventud y esconder la verdad por el bien de su familia. El niño, Eduard, se iría a vivir con Tomàs y Assumpció, trabajadores de la familia, y le harían creer que era hijo de Mateu y una de sus amantes, Àngels Estivill.

La historia arrancaba cuando los dos hermanos, ya mayores, asesinaban a Àngels, que les chantajeaba. Desde entonces Eulàlia siempre vigilaría desde la distancia que nadie se interpusiese en el camino de su hijo. Mató al hijo legítimo de Mateu, por ejemplo, porque le veía como un peligro para Eduard y su instinto protector causó más de un momento turbio con Eduard. En cierto momento, él sentiría algo más que aprecio por ella, sentimientos que intentaría frenar porque consideraba erróneo sentirse atraído por su tía. En realidad, sin embargo, él se estaba enamorando de su propia madre.

Muertes y más muertes



La locura no terminaría aquí. Eduard se casaría con Abril, que sería secuestrada durante su embarazo y protagonizaría el arco más tenso de toda la serie, de múltiples semanas. La relación con los secuestradores y su posible liberación tenía inquieta a toda Catalunya, que sufrió cuando recibió un disparo durante la operación de rescate y murió en los brazos de su marido. ¿Lo peor? Que después Eduard sin querer contrataría a la secuestradora de su mujer para cuidar a su hijo. Una señora muy perturbada que encima intentaría seducirle.

Otros momentos destacados serían la muerte de Mercè, que sería ahogada con la almohada por el ambicioso Amadeu, que a su vez moriría en un accidente de coche tras discutir con su mujer. Y es difícil olvidar a Montserrat Capdevila, que atraparía al notario del pueblo, le convencería para cambiar un testamento y matar por ella. Pero el tiempo le daría su merecido y acabaría parapléjica y al cuidado de la sirvienta a quien despidió y la suegra que la culpaba del suicidio de su hijo. Vamos, que fuera de cámara seguro que vivió la desgracia más absoluta.

Pero nadie superaría a Eulàlia i Mateu, que ya había fingido su muerte metiendo al jardinero en el ataúd o la urna que tocase (ya no me acuerdo), y que tuvieron a los catalanes con el ‘ai al cor’. Ellos acabarían yendo a alta mar y suicidándose, ella con calmantes y él incendiando la barca, mientras tiraban al agua la única prueba que había de su amor y de su incestuoso hijo. Aquí las imágenes. HISTORIA.



Lo que significó

‘Nissaga de Poder’ consolidó un modelo de televisión, el de TV3. Series de media hora de duración y que se emitían cada tarde en la sobremesa, y fáciles de subirse al carro. La primera fue ‘Poblenou’, le siguió ‘Secrets de Família’ ambientada en Girona, después tocaron los Montsolís, a quien seguiría ‘Laberint d’ombres’. Esta serie, que conste, fue tan oscura que se optó por un cambio de rumbo. Se vendió como una rivalidad entre dos familias, una rica y otra pobre, y acabaría siendo el retrato de un psicópata, el malvadísimo Salvador Borés. Por esto se rodó ‘El cor de la ciutat’ con la intención de que durara muchísimo tiempo (fueron diez años al final) y al principio por lo menos evitó los asesinatos y giros rocambolescos. Ahora, en cambio, tenemos ‘La Riera’, que lleva tres años en antena y su audiencia sube cada temporada.

Y, como toda serie de TV3, cumplía dos objetivos: aprovechaba para representar algo de Catalunya, ni que fuera porque abarcaba la industria del cava que estaba en auge, y también servía al avance social. Mariona Montsolís, la hija menor, saldría del armario y enamoraría a su amiga Agnès. Algo que en los noventa, queramos o no, tampoco era muy habitual.

El spin-off

Cuando se despidió en mayo de 1998, el canal no pudo evitar aprovechar el éxito (mucha gente lo recuerda como el final de serie más esperado hasta ese momento) y un año más tarde estrenaría ‘Nissaga de poder: l’herència’. Retomaba la historia 16 años después y se centraba en los hijos de Eduard que, al no reconocerse, se sentían atraídos el uno por el otro y tendrían que enfrentarse a los prejuicios de su familia. Pero derribarían los obstáculos y huirían juntos con un hijo en brazos.

Efectivamente: dos hermanos se enamoraron y tuvieron un hijo, que tuvo dos hijos que se enamoraron y tuvieron un hijo. Y el bebé salió sano. Milagro. Visca ‘Nissaga de Poder’! I visca Catalunya!

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