lunes, 10 de marzo de 2014

No creo en 'Believe'

Como cada vez que toca comentar una serie producida por J.J. Abrams, fingiré que esperaba algo bueno de él. Haré ver que no me acuerdo de fracasos de crítica como ‘Undercovers’, otros de público como ‘Alcatraz’ y sobre todo me olvidaré de ‘Revolution’, esa serie que debía serlo todo porque su creador era Eric Kripke (‘Supernatural’). Sólo así puedo hablar de ‘Believe’ y comportarme como si me sintiera defraudado. Si me guiase por la razón, haría tiempo que habría asumido que cualquier serie con las siglas “J.J.” no tiene porqué ser buena.

Parte de esta indignación tiene que ver con su compañero de cama en esta aventura. La produce él pero está co-creada por Alfonso Cuarón, que recibió el Oscar por la dirección de ‘Gravity’ este año y que también es el responsable de dirigir el episodio piloto. Era de esperar, por lo tanto, algo elaborado y la primera escena apunta maneras: un plano secuencia de un accidente de coche. Tiene oficio, sí, pero no es la producción cuidada y sorprendente que podíamos esperar con algo de ingenuidad. Algo que nos damos cuenta después de un plano en una prisión, que podría anticipar que estamos ante una ficción adulta, pero tampoco es el caso.

‘Believe’ es un drama sobrenatural muy ligero. Su punto de partida es la lucha entre dos organizaciones que buscan a una niña con superpoderes que, según sus creencias, permitirá que quien la posea domine el mundo. Pero no estamos ante un ‘Save the cheerleader, save the world’, sino que esta premisa es una excusa para desarrollar un drama con toques familiares. Sale un corredor de la muerte, un accidente elaborado, pero lo que sigue es algo para todos los públicos y de retratos inequívocos. Están los buenos, están los malos y luego esa niña con un extra de bondad y cuyo talento está algo desbocado: tanto prevé el futuro como lee mentes o controla animales.

El gancho de la serie, según se descubre más adelante, no tiene tanto que ver con la faceta sobrenatural o high-concept de la ficción sino del tándem que forman ese pequeño prodigio y su tutor a la fuerza, el tipo que estaba en el corredor de la muerte por un crimen que no cometió (eso dice él y eso me creo viendo su tono suave). Johnny Sequoyah y Jake McLaughlin tienen química instantánea y este último está francamente bien como caradura con un corazón de oro. Pero la pregunta es si esto es suficiente y la respuesta no es muy esperanzadora.

Las bromas recurrentes del episodio piloto cobran sentido al final pero de por sí no resultan graciosas. Kyle McLachlan es un buen villano porque su cara se lo permite, pero también resulta especialmente inofensivo cuando le unimos a esa mercenaria que manda en busca de la niña y que es prácticamente cómica. Y, de cara al futuro, da la impresión que los dos protagonistas irán haciendo el bien por el mundo, rebuscando historias lacrimógenas por debajo de las piedras (la del piloto era evidente y bastante mal desarrollada por culpa de tener que presentar el argumento en cuarenta minutos).

Su objetivo en realidad no es tanto captar al público como yo (que también) sino proponer una serie que se pueda tener puesta en los hogares sin que ofenda a nadie y sin tener que cambiar de canal para los más pequeños de la casa. Pero no sé si hay cabida para este tipo de ficción en abierto: no tanto por su condición familiar sino por su condición de ciencia ficción, donde se queda corta a la hora de ofrecer algo atractivo y con gancho. Un poco como le pasó a ‘Revolution’ el año pasado, que quiso ser para todos los públicos y acabó provocando indiferencia en todos.

P.D.Podcast: Aquí llega el programa 99 de ‘Yo disparé a J.R.’ y, como siempre, hay de todo un poco:
- 0’: Introducción.
- 4’: El piloto de ‘Believe’.
- 18’: ‘Mixology’, una comedia que debía ser especial.
- 28’: La última polémica de ‘Cómo conocí a vuestra madre’ (spoilers hasta el 9.19).
- 38’: ‘The Americans’, análisis del arranque de la segunda temporada.
- 51’: ‘Hannibal’ y el ambicioso inicio de la segunda temporada.

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