viernes, 23 de mayo de 2014

La temporada deslucida de 'Cougar Town'

Las buenas intenciones se quedaron en palabras. Cuando Bill Lawrence anunció que abandonaba el puesto de showrunner en ‘Cougar Town’ dijo que dejaba la serie en buenas manos. Probablemente lo creía ya que, como él mismo argumentó, su mujer se quedaba en el reparto y no le dejaría rebajar el nivel de los guiones. Si Christa Miller se gasta una mala leche parecida a la de su personaje, la retorcida Ellie, me daría miedo llevarle la contraria.

Blake McCormick, que fue el encargado de sustituir a Lawrence, hizo todo lo posible para mantener el tono de ‘Cougar Town’ pero le faltó inspiración. Se nota que había visto la serie y que entendía qué debía ser. Hace mucho tiempo que esta comedia es un lugar feliz para sus espectadores, que simplemente quieren tomar una copa de vino de Jules y compañía mientras cambian el significado de expresiones, buscan excusas para emborracharse y se inventan tradiciones estúpidas. O eso creíamos. Si algo ha demostrado esta sexta temporada es que también necesitábamos buenos guiones.

Lo que lograba ‘Cougar Town’ era colarnos un humor tan absurdo como entrañable. Aquellos que vieran solamente un episodio pensarían que sus espectadores somos raritos. Muchas veces costaba disfrutar de la grandeza de las bromas. Había que entender ese microcosmos donde Ellie puede ser la peor persona viva (y a pesar de ello quererla), Andy podía ser prácticamente homosexual sin serlo y tener una dinámica comprensible con su mujer, o Jules podía ser la protagonista siendo bastante tonta y sin poseer ningún talento. Pero vendían muy bien la idea de familia, de aquellas no unidas por la sangre sino por el cariño (y muchos de ellos ya son parientes oficiales, que conste).

Pero Cormick se quedó en la superficie. Intentó aprovechar todos los recursos populares (el vino, las copas, el vino) y hasta pensó algún buen gag, pero ninguno terminó de funcionar. Sólo hace falta recordar el de los enfermos-vampiros que, a pesar de ser una idea fantástica, no arrancó y probablemente configuró el peor episodio de la temporada. Y tampoco ayudó la relación de Travis y Laurie. Como química platónica podían tener cierta gracia, sobre todo porque es creíble que Travis se fijara en una chica tan explosiva como Laurie, pero no he terminado de comprarles como pareja y el guionista se ha centrado mucho en que nos los creamos sin éxito.

Esto no quita que, como fan de ‘Cougar Town’, haya podido tolerar los episodios. Se nota que los actores están felices de cobrar el cheque y divertirse un ratito mientras graban. La química entre ellos es sobresaliente y no me extrañaría que se bebieran todo el vino que se sirven en las copazas en lugar de sustituir el alcohol por zumo de arándanos. Y esto, en el fondo, hace que pueda seguir queriendo Jules y compañía. Ellos fueron muy grandes y veré la sexta y última temporada por el factor nostalgia y despedirles, aunque me gustaría que fuera en otras condiciones.

Por cierto, sé que unos cuantos lectores esperan una crítica larga y extensa de ‘The Good Wife’ que por algo es mi serie favorita. Encima se despidió por todo lo alto, como nos tiene acostumbrados. De momento, todavía no sé si escribiré sobre ella en este blog porque ya publiqué una entrada larga y tendida en ¡Vaya Tele!. Aquí la tenéis, por si queréis leer mi opinión sobre el desenlace de la quinta temporada.

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