lunes, 30 de junio de 2014

Naranja desteñido

...Y el atracón terminó. En menos de un mes terminé la segunda temporada de ‘Orange is the new black’ y el veredicto no dista mucho de la entrada que escribí la semana pasada. Ha sido una temporada correcta, sí, pero ni por asomo consiguió un resultado tan sobresaliente como la primera. ¿El factor novedad? Probablemente. Y a partir de aquí, mejor deja de leer si no has terminado la temporada porque habrá spoilers.

Como espectador, por ejemplo, he sido demasiado consciente de los riesgos que comportan habitar en una prisión de mínima seguridad. Durante los primeros días de Piper estaba el riesgo de no conocer al resto de convictas, que añadía una capa de peligrosidad a todo, pero este segundo año todas han parecido muy inofensivas. Todas menos Vee, claro, y hasta este asunto se resolvió con una ligereza apabullante.

En su primer año Jenji Kohan había establecido un tono mixto que funcionaba a la perfección. Eran las ventajas de escribir una comedia dramática (que yo propondría en la categoría de drama en los Emmy, que no queda duda) y sabía ser divertida cuando tenía que serlo, dramática cuando tocaba y también dura en ciertos momentos. Pero la guionista se acomodó en la gran química de su reparto, las buenas críticas y escribió algo más inocente.

Parecía, por ejemplo, que Vee sería la gran villana de la temporada. Lo fue. Pero la creación de este monstruo, la mujer que sometía psicológicamente a Taystee y que entendía la prisión como un sistema de clases que ella debía tiranizar, se derrumbó como un castillo de naipes. Se añadieron capas de tensión poco a poco pero los grandes giros no tuvieron consecuencias.

Ni el error de cálculo de las viejas de la cárcel, las más temibles de todas (no cumplen cadenas perpetuas por casualidad), tuvieron consecuencias reales en las chicas protagonistas y la caída de Vee encima se resolvió con un tono cómico. Pasamos de Piper siendo casi asesinada por Pennsatucky con el beneplácito de su consejero a un atropello divertido, como si remataran un gag que hubieran sembrado durante los trece episodios.

Esto demuestra que, si bien el factor novedad afectó el visionado, Kohan es la principal culpable. Tenía material para impactar al público, para recordarnos el ambiente hostil que se respira entre esas cuatro paredes, pero prefirió escribir algo más ligero. También afectó las tramas que Piper, nuestros ojos en la ficción, estuviese al margen de todas. Pero la creadora de ‘Orange is the new black’ tuvo la elección de dar una buena resolución a la historia de Vee, que apuntaba épica, y todo ese reinado negro se quedó en una anécdota.

Todas ellas estarán muy felices, sí, pero yo me quedé con la sensación que no había visto un final a la altura de Vee y sus retorcidas maquinaciones.

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