Tomar el nombre de uno de los libros médicos más conocidos para personalizarlo y así titular un serial hospitalario fue un acierto. De Gray a Grey. Fue un guiño para quien entendiera en la materia y demostró un savoir faire que se trasladó a la pantalla. Desde que empezó, Anatomía de Grey (Grey's Anatomy) ha logrado no perderse entre tantos personajes y además resolver múltiples casos en menos de una hora. Todo un ejemplo. Lo que no se entiende es que lo que empezó siendo la residencia de la lista y mona Meredith Grey haya degradado a las vivencias de una chica de veintitantos que físicamente aparenta casi cuarenta y mentalmente parece no haber acabado el instituto.
La tercera temporada empezó con Izzie (Katherine Heigl) descompuesta por la muerte de su prometido, Burke (Isaiah Washington) con la mano herida, Meredith titubeando entre dos hombres, etc. Mejor no enumerar los problemas de todos y cada uno de ellos ya que tener un elenco de doce personajes fijos sin contar a los recurrentes realmente es un largo etcétera. Y aunque este es uno de sus puntos fuertes, en este tercer año de serial ha resultado demasiado excesivo porque ha ralentizado en demasía los hilos argumentales transepisódicos. La salud del padre de O’Malley o el cheque de Izzie Stevens se convirtieron en problemas interminables que pusieron a prueba la paciencia del espectador. Además, a la modelo reformada a médico, los guionistas la trataron ciertamente mal al principio de esta temporada, aunque por suerte la reconvirtieron en la adorable médica empática de antaño.
Y es que conseguir cambiar el afecto que siente el público hacia sus protagonistas es algo que a los guionistas de Anatomía de Grey se les da muy bien. Como la doctora Stevens pasa de suscitar rabia a cariño, lo mismo pasa con O’Malley, Burke, Callie, Derek o Meredith. Aunque muchas veces ocurre el proceso inverso, como sucede con los dos últimos mencionados. Y en el caso de la protagonista parece ser más un fallo de los guionistas que un propósito: por más que Ellen Pompeo intente levantar a su personaje, ella sola no puede redibujarse y encaminar a la doctora Grey. Hecho que se nota claramente en el episodio más sobrenatural en estos tres años, donde la actriz debió preguntarse si se había equivocado de serie o si los guionistas habían abusado de los psicotrópicos mientras escribían sus escenas. Aunque por personajes poco carismáticos siempre estará el doctor Webber que por culpa de la pésima interpretación de James Pickens Jr obliga al espectador a desearle una jubilación que nunca llega.
La tercera temporada empezó con Izzie (Katherine Heigl) descompuesta por la muerte de su prometido, Burke (Isaiah Washington) con la mano herida, Meredith titubeando entre dos hombres, etc. Mejor no enumerar los problemas de todos y cada uno de ellos ya que tener un elenco de doce personajes fijos sin contar a los recurrentes realmente es un largo etcétera. Y aunque este es uno de sus puntos fuertes, en este tercer año de serial ha resultado demasiado excesivo porque ha ralentizado en demasía los hilos argumentales transepisódicos. La salud del padre de O’Malley o el cheque de Izzie Stevens se convirtieron en problemas interminables que pusieron a prueba la paciencia del espectador. Además, a la modelo reformada a médico, los guionistas la trataron ciertamente mal al principio de esta temporada, aunque por suerte la reconvirtieron en la adorable médica empática de antaño.
Y es que conseguir cambiar el afecto que siente el público hacia sus protagonistas es algo que a los guionistas de Anatomía de Grey se les da muy bien. Como la doctora Stevens pasa de suscitar rabia a cariño, lo mismo pasa con O’Malley, Burke, Callie, Derek o Meredith. Aunque muchas veces ocurre el proceso inverso, como sucede con los dos últimos mencionados. Y en el caso de la protagonista parece ser más un fallo de los guionistas que un propósito: por más que Ellen Pompeo intente levantar a su personaje, ella sola no puede redibujarse y encaminar a la doctora Grey. Hecho que se nota claramente en el episodio más sobrenatural en estos tres años, donde la actriz debió preguntarse si se había equivocado de serie o si los guionistas habían abusado de los psicotrópicos mientras escribían sus escenas. Aunque por personajes poco carismáticos siempre estará el doctor Webber que por culpa de la pésima interpretación de James Pickens Jr obliga al espectador a desearle una jubilación que nunca llega.
Por otro lado, a quien se le desea un largo porvenir es a Kate Walsh, Addison en la ficción, quien protagonizará el spin-off Sin Cita Previa (Private Practice) del que se pudo degustar un poquito en un episodio doble hacia el final de la temporada. Aunque resultara más light de lo que cabía esperar y lo más probable es que Meredith se la meriende en otoño (siendo como es la serie reina de Estados Unidos), partirá con una pequeña ventaja: estará protagonizada por la doctora Montgomery, una mujer de la cabeza a los pies que no hace replantearse la calidad del personal de la sanidad norteamericana.
Anatomía de Grey se emite por La Fox y Cuatro.
1 comentario:
És cert. No entenc com la Meredith pot continuar sent la protagonista d'aquesta sèrie. Ja sé que és impossible de canviar perquè la sèrie porta el seu nom 'Grey', però d'una vegada per totes ho podrien fer.
L'acrtiu no és que exploti els seus encants ni gaudeixi d'una brillant actuació. Més aviat, jo la trobo aburrida, insípida i borde. De veritat, em costa creure com en Derek pot estar tant enamorat d'una "flacucha sosaina".
Prefereixo mil, però mil mil cops la doctora Montgomery, a la que ja li he agafat una mica de carinyu. No em penso perdre el seu "spin-off"!! ;)
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