Los infieles iremos al infierno. Quien no cree, ya sabe donde acabará. Esta es la base, en sus orígenes (y para muchos en la actualidad), de la mayoría de las religiones. El pecado está en todas partes. ¿La solución? Adoctrinar. Mostrar a aquellos desencaminados el sendero correcto hacia el cielo (ya sea con San Pedro en las puertas o con 72 vírgenes esperándote en la cama). Básicamente, porque aquellos feligreses que sienten la llamada de Dios se ven obligados a convencer a aquellas personas equivocadas de cual es el auténtico sentido de la vida y quien es el que está en el más allá. Lo hacen para rescatarnos del pecado y de la bajeza siempre latente del diablo. ¡Benditos sean!
Brenda Hampton es una de estas (que no mencioné en el reportaje de la religión en las series). En su momento creadora de Siete en el paraíso y actualmente en televisión gracias a este panfleto doctrinal llamado Vida Secreta de una Adolescente, esta mujer intenta llevarnos hacia la salvación. Una salvación de múltiples opciones, pero cristiana. Que la vida predomine es uno de sus argumentos. Y gracias al embarazo de la protagonista, consigue florecer su mensaje lleno de buenas intenciones, según su inquisitorial parecer.
Las formas de la serie apuntan a que toda la producción está orientada hacia esta misión. Con el paso de los episodios, es fácil contemplar como la ideología está por encima del argumento, que a su vez está por encima de los personajes. Y es que ellos, tristemente, sólo son marionetas de Hampton y, según su parecer, del mismísimo Dios cristiano.
No obstante, pese al poco disimulo con el que realiza la labor, la pródiga hija del Creador sabe alguna pequeña artimaña para que la cosa no sea del todo descarada: pasa el embarazo por un calidoscopio que nos engaña bajo la falsa premisa de la multilateralidad de puntos de vista. En realidad, todos ellos conducen a la misma conclusión: que prime la vida por encima de la libre elección de la adolescente madre. Y ciertamente ella es libre de elegir, bajo la atenta mirada parcial de todos aquellos que la rodean. La pobre más presión no puede tener.
Entre otros, allí está la santísima reencarnación de la virgen María, seguramente evangelista, que acude a la clínica abortista en favor de la vida (y según ella reconoce, enviada por "Jesús"), la amiga católica que se tapa los oídos ante la palabra 'aborto', y esa Gran Mujer (léase con ironía) que es la madre. Ella, que dice no estar influenciada por la religión, le aconseja a su hija que es su elección a la vez que no se ve capaz de pronunciar la palabra aborto y explicándole que es porque se trata de... vida.
Sin posicionarme en contra de este pensamiento, me sonroja que en ningún momento haya la presunción de inocencia hacia la pobre chica, esa explicación científica por alguna parte que la exonere de toda esta culpa que le intentan echar encima; esa certeza científica que indica que el feto aún no está desarrollado antes del tercer mes de embarazo y que es la razón por la que se permite el aborto. Sencillamente, un punto de vista que equilibre la balanza.
Brenda Hampton es una de estas (que no mencioné en el reportaje de la religión en las series). En su momento creadora de Siete en el paraíso y actualmente en televisión gracias a este panfleto doctrinal llamado Vida Secreta de una Adolescente, esta mujer intenta llevarnos hacia la salvación. Una salvación de múltiples opciones, pero cristiana. Que la vida predomine es uno de sus argumentos. Y gracias al embarazo de la protagonista, consigue florecer su mensaje lleno de buenas intenciones, según su inquisitorial parecer.
Las formas de la serie apuntan a que toda la producción está orientada hacia esta misión. Con el paso de los episodios, es fácil contemplar como la ideología está por encima del argumento, que a su vez está por encima de los personajes. Y es que ellos, tristemente, sólo son marionetas de Hampton y, según su parecer, del mismísimo Dios cristiano.
No obstante, pese al poco disimulo con el que realiza la labor, la pródiga hija del Creador sabe alguna pequeña artimaña para que la cosa no sea del todo descarada: pasa el embarazo por un calidoscopio que nos engaña bajo la falsa premisa de la multilateralidad de puntos de vista. En realidad, todos ellos conducen a la misma conclusión: que prime la vida por encima de la libre elección de la adolescente madre. Y ciertamente ella es libre de elegir, bajo la atenta mirada parcial de todos aquellos que la rodean. La pobre más presión no puede tener.
Entre otros, allí está la santísima reencarnación de la virgen María, seguramente evangelista, que acude a la clínica abortista en favor de la vida (y según ella reconoce, enviada por "Jesús"), la amiga católica que se tapa los oídos ante la palabra 'aborto', y esa Gran Mujer (léase con ironía) que es la madre. Ella, que dice no estar influenciada por la religión, le aconseja a su hija que es su elección a la vez que no se ve capaz de pronunciar la palabra aborto y explicándole que es porque se trata de... vida.
Sin posicionarme en contra de este pensamiento, me sonroja que en ningún momento haya la presunción de inocencia hacia la pobre chica, esa explicación científica por alguna parte que la exonere de toda esta culpa que le intentan echar encima; esa certeza científica que indica que el feto aún no está desarrollado antes del tercer mes de embarazo y que es la razón por la que se permite el aborto. Sencillamente, un punto de vista que equilibre la balanza.
La televisión no debería ser otro de los tentáculos de las distintas casas de Dios para expandir su fe. Ya sea en Estados Unidos o en Irán, si se debieran inculcar valores, estos deberían tener sus fundamentos en la libertad de las personas y el merecedor respeto hacia los demás. O, por lo menos, bajo la multiplicidad de opiniones. De otra manera, la televisión se convierte en otro instrumento doctrinal que, en lugar de enriquecer a las personas, las empobrece, negándoles la opción de formarse una opinión a partir del amplio abanico de ideas y pareceres que nos ofrece la realidad. Entonces la televisión sí que se convierte en una "caja tonta".
8 comentarios:
No tengo mucho que añadir a lo que has dicho ya que leíste mi comentario de la serie..
Eres toooooooodo razón.
Por no hablar de "Saving Grace" ¡qué peñazo y qué moralina pestosa, por dios!
Pixelwoman tiene razón: lo de Saving Grace tampoco se queda muy allá. No soporto ese tufo tan religioso y de bondad suprema que destila la serie. Y por lo que veo, no es la única.
Lo de la adolescente preñada y la religión me recuerda un poco a Californication, donde se nos está vendiendo continuamente el sexo porque sí. Sin causa ni nada. Qué mal todo.
Si ya no tenia mucho interés por esta serie, ahora muchiiiisimo menos jejej
Tanta moralina adoctrinante como que no..
No me llamaba mucho la serie y visto lo que comentáis, ahora bastante menos
Otro pedazo de artículo que une el mundo de las series con temas sociales importantes. Te ha quedado genial, directo y claro.
De todas formas, aunque me guste bien poco el mensaje, yo defiendo la libertad de expresión: que la serie trate de lo que quieran sus guionistas, que para eso es suya. Igualmente no me quejo de que 24 es un panfleto patriotera que defiende cualquier tipo de tortura y acto criminal siempre que sea para defender los USA, o de que A dos metros bajo tierra es una oda al progresismo o izquierdismo, o de que Los Soprano es el retrato de un grupo de criminales psicópatas...
Ojo, al mismo tiempo que defiendo la libertad de los guionistas defiendo la de los espectadores de elegir qué ver y qué criticar. Lo que no está bien es excederse, convertir la serie en un anuncio. No sé si la serie del post llega a ser así, pero por ejemplo Studio 60 sí. Aunque compartía completamente las ideas de Sorkin, considero que la cagó al convertir el producto en un adoctrinamiento excesivamente descarado. Con lo delicado e inteligente que era en El Ala Oeste con las ideas sociales y políticas.
Un saludo.
ENORME post y otra vez mas abogando por la libertad de pensamiento. Por cierto estoy muy muy de acuerdo con el comentario de "warren kefer".
He visto casi la primera temporada entera de la serie y fue un suplicio. Desde luego la encontré muy cutre, con unos actores malos a morir (la hermana pequeña de la preñada en especial), pero, no estoy de acuerdo con tu post. Te quejas porque la serie no comparte tu punto de vista, y extrañamente todos nos sentimos muy liberales y empáticos en todo..mientras no se toque el tema de religión y política. Porque como ha dicho warren kefer, uno ve los Soprano y no simpatiza con su ideología, pero la ve y disfruta igual, pero en cuanto salen estos dos temas mencionados, se nos va el buen rollo en seguida. Insisto que yo tengo un concepto religioso muy ferviente pero para nada compatible con la serie, y aun así, si esta es la forma que la creadora tiene de expandir su mensaje, pues estupendo. Si te gusta bien, y si no se apaga la TV. Mucho mejor que ir poniendo bombas.
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