Un cuento de hadas pendiente de su final feliz

The Ex List desapareció de la programación de la CBS después de tan sólo cuatro episodios. Cayó fulminada al no suscitar un inmenso interés en la extraña noche de los viernes y sobretodo porque casi todo lo demás que programa la cadena está cosechando un sorprendente éxito. Como si la CBS no tuviera bastante con la franquicia de CSI, con Numb3rs, Entre fantasmas o Navy, este año ha añadido The Mentalist y Eleventh Hour a su prolífico currículum. Sin embargo, entre tanto cadáver, no hubo lugar para una desgarbada comedia romántica que tampoco estuvo muy mimada. No tuvieron grandes pretensiones con ella y quizá por ello no funcionó a la hora de pasar cuentas con la audiencia. Por otra parte, esta misma carencia también permitió que esta serie se convirtiera en un placer culpable que, a su manera, tenía su gracia.

La odisea de Bella para encontrar el amor de su vida en el extenso listado de ex amantes es desenfadada. Nada de romances épicos, ni de desconsoladas lágrimas: sencillamente un repaso mundano a todos aquellos hombres que dejó escapar por incompatibilidades varias. Y no se trata de un museo de los horrores a la vez que intenta hallar la media naranja: rige el mismo patrón que seguiríamos todos nosotros si estuviéramos en su lugar (con aspirantes a monstruos y a príncipes). No cuesta mucho imaginarse la conformista desilusión de Bella cada vez que comprueba como la gente no cambia (por más que nos entestemos en creer lo contrario). ¿Cuántas veces hemos visto por la calle algún que otro ex ligue y nos hemos preguntado qué hubiera pasado si...? Pues Bella se atreve a comprobarlo y, afortunadamente, la mayoría de las veces acaba descubriendo que sería mucho mejor no buscar tanto en el baúl de los recuerdos. Menuda mala pata que la bulímica vidente le sentenciara que, de no encontrar el amor en la temida lista, se quedaría soltera para el resto de su vida.

Los flashbacks que hacen memoria de las rupturas flaquean, algunos amantes sosean, algunas situaciones se repiten y, de hecho, toda ella tiene aroma (y sabe) a descafeinada. No obstante, y pese a reconocer los altibajos que tiene cada capítulo, también tenía sus puntos a favor. Elizabeth Reaser, que tanto se hacía odiar en Anatomía de Grey, tiene aquí encanto de sobras para encandilar al espectador; los secundarios roban escenas y ocupan otras, pero siendo en general entrañables; y el ambiente, de por si, vende. La serie es tan intrascendente como las tardes que pasan los protagonistas, cazando olas con la tabla de surf o refrescándose en el jardín de casa, perdiendo el tiempo en los días soleados. Y esa manera de vivir de la protagonista es tan apetitosa, tan fácil, que por absurda que sea toda la serie, se deja querer, igual que Bella, que la playa o que la piscinita de bebés en la que toman el sol.

Con tan sólo cuatro episodios emitidos, es normal pensar que Bella no acabará teniendo su final de cuento de hadas surfero. Pero no. Curiosamente, pese a la anulación de la serie, la CBS acabó de producir unos cuantos capítulos más y precipitando un final que revelara quien es el único. No se sabe si será para comercializar los DVD, si para ubicarlos en la parrilla de verano o para vender The Ex List a los demás países. Podrá ser muy imperfecta y no se hará añorar mucho, pero los cuentos de hadas se merecen un final feliz y, mientras que no la echaré de menos, tampoco tardaré ni un minuto en bajarme los episodios que faltan si es que realmente ven la luz. He aquí el poder de los placeres culpables.