Los restaurantes de menú se han vaciado en los días de entre semana. La mayoría de las noches también, con la excepción de los viernes y los sábados. Las tiendas de ropa, de forma extraordinaria, deben ofrecer descuentos atemporales para que la gente consuma. Y los periódicos cada día son un poco más oscuros con lo que respecta al futuro inmediato. Esta es la situación visible de la crisis.
Lo que no se ve, pero se sabe, es la cantidad de parados que cada día van engordando unas estadísticas que hace un año casi hacían reír al ex ministro de economía Pedro Solbes. Además, los expertos, están lejos de anunciar una frenada de la crisis: lo peor aún está por llegar. Y para que se entienda la gravedad del momento, a los que se licencian este año en las facultades de comunicación ya se lo han dejado claro: hasta 2010 ya os podéis evaporar y desaparecer porque no habrá ningún trabajo de donde rascar cuatro duros.
Pero esta situación, catastrofista y a la vez realista, se ha ido relativizando en las últimas semanas en Barcelona. Primero gracias a la Copa del Rey, que sacó por vez primera a los culés a la calle. Después vino la Liga, que desató una euforia y una alegría un poco contenida a la espera del triplete, de esa “Copa, Lliga i Champions”. Y finalmente se logró la Champions, gracias a los goles de Etoo y Messi. Desde entonces, vivir en Barcelona es como vivir en Dillon.
De hecho, yo ni tan siquiera entendía esta euforia desmedida. Pero entonces alguien me ha aleccionado: “Que no te moleste que la gente lleve horas gritando y pitando por la calle. Da igual si ayer no pudiste dormir por la noche y que ahora no puedas trabajar tranquilamente en casa. Que Catalunya está en crisis y las victorias del Barça justamente nos permiten olvidar lo que hay”.
Y entonces Dillon ha venido a mí mente. Ese pueblo de la América profunda que tan bien retrataba Friday Night Lights a través del equipo de fútbol del instituto. Ese equipo que una vez dije que ejercía de “mecanismo de alienación del deprimente conformismo presente”. Lo que desconocía es que, formalismos culturales aparte, viviría esa situación exactamente aquí.
Pep Guardiola, como el entrenador Taylor, tuvo que lidiar con la desconfianza de gran parte de la afición hasta que los trofeos estuvieron “en el sac i ben lligats”. Y toda la gente cuya atención circulaba alrededor del F.C.Barcelona, o sea, toda Catalunya, tuvo la posibilidad de abandonar sus problemas durante unos cuantos días de la semana, gracias a todos los torneos en los que el club se ha mantenido hasta el final.
Lo que no se ve, pero se sabe, es la cantidad de parados que cada día van engordando unas estadísticas que hace un año casi hacían reír al ex ministro de economía Pedro Solbes. Además, los expertos, están lejos de anunciar una frenada de la crisis: lo peor aún está por llegar. Y para que se entienda la gravedad del momento, a los que se licencian este año en las facultades de comunicación ya se lo han dejado claro: hasta 2010 ya os podéis evaporar y desaparecer porque no habrá ningún trabajo de donde rascar cuatro duros.
Pero esta situación, catastrofista y a la vez realista, se ha ido relativizando en las últimas semanas en Barcelona. Primero gracias a la Copa del Rey, que sacó por vez primera a los culés a la calle. Después vino la Liga, que desató una euforia y una alegría un poco contenida a la espera del triplete, de esa “Copa, Lliga i Champions”. Y finalmente se logró la Champions, gracias a los goles de Etoo y Messi. Desde entonces, vivir en Barcelona es como vivir en Dillon.
De hecho, yo ni tan siquiera entendía esta euforia desmedida. Pero entonces alguien me ha aleccionado: “Que no te moleste que la gente lleve horas gritando y pitando por la calle. Da igual si ayer no pudiste dormir por la noche y que ahora no puedas trabajar tranquilamente en casa. Que Catalunya está en crisis y las victorias del Barça justamente nos permiten olvidar lo que hay”.
Y entonces Dillon ha venido a mí mente. Ese pueblo de la América profunda que tan bien retrataba Friday Night Lights a través del equipo de fútbol del instituto. Ese equipo que una vez dije que ejercía de “mecanismo de alienación del deprimente conformismo presente”. Lo que desconocía es que, formalismos culturales aparte, viviría esa situación exactamente aquí.
Pep Guardiola, como el entrenador Taylor, tuvo que lidiar con la desconfianza de gran parte de la afición hasta que los trofeos estuvieron “en el sac i ben lligats”. Y toda la gente cuya atención circulaba alrededor del F.C.Barcelona, o sea, toda Catalunya, tuvo la posibilidad de abandonar sus problemas durante unos cuantos días de la semana, gracias a todos los torneos en los que el club se ha mantenido hasta el final.
Y como los residentes de Dillon, que siempre atienden los encuentros con todo el merchandising de los Panthers posible, hoy Barcelona se ha teñido de azulgrana para recibir a los luchadores que han cumplido un sueño en nombre de todos, cuando individualmente sólo aspiran a la superación de esta incertidumbre.
Así los coches han pitado durante horas. Todos los culés han paseado sus colores durante todo el día. Y ahora por la tarde, los niños han esperado impacientemente con las camisetas bien puestas, las bufandas en la mano, alguna preciosa estelada y con las caras pintadas. Y los padres, como ellos, han mostrado un rostro igualmente iluminado de azulgrana y esperanza. Como en Dillon, donde los touch downs borran durante un instante las arrugas de tristeza de los asistentes y cambia las muecas de gravedad a una infantil felicidad.
3 comentarios:
Y lo raro es que no salga ninguna serie ni película decente sobre fútbol, porque da mucho juego.
Blaugrana al vent.............
Si soy cule, no llego al punto de mi marido , que creo que quiere más al Barça que a mi; pero lo soy , y llevo desde el 2-6 la sonrisa puesta , creo que lo de Pep es para recordar, pero sobre todo que haya sido con canteranos, con gente que siente el club que se ha criado en el, para mi eso es lo importante.
Y lo de la serie de futbol, a ver el EEUU, el futbol no levanta pasiones , luego dudo que la hagan , tendria que ser inglesa porque si es de aqui, deberiamos ponerna a temblar.
Bueno creo que hay una "Pelotas" pero no la he visto nunca, asi que no puedo opinar.
Patricia
Echo de menos una serie de baloncesto, más que de fútbol...
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