Coger a personas anónimas, destriparlas emocionalmente y hacer de ello un espectáculo suena a aberración televisiva (aunque sea el pan de cada día). Pero si a ello se le suma el positivismo (en contraposición a la tragedia) y la determinación de una comunidad para ayudar al prójimo y cambiarle la vida, ¿en qué queda el balance? Cuando se convierte un buen acto en entretenimiento y espectáculo, ¿se deslegitima la acción?
Extreme Makeover: Home Edition, el programa de la ABC que construye nuevos hogares a gente necesitada, explora sin tapujos este sendero. A partir de un cásting, en el que las familias exponen por qué ellos deberían ser elegidos y en vídeos cuentan todas sus miserias particulares, el equipo del hiperactivo Ty Pennington se pone manos a la obra y une todos los actores necesarios para hacer de ese sueño una realidad. Y de paso, mientras se edifica la casa, se hace énfasis en la desgracia, el product placement, las lágrimas (de los afectados, los presentadores y los espectadores), la capacidad de movilización y todo se acompaña con una efectista y efectiva banda sonora.
El resultado, como programa de entretenimiento, es sorprendente. Cuarenta minutos intensos en los que se sitúa al espectador en el pasado, se evidencian las necesidades, se construye la casa en siete días y se muestra tanto el cansancio y la esperanza como la exultante alegría posterior. La televisión estadounidense no es sólo la abanderada en la ficción, sino que también es la reina en cualquier ámbito (todos esos “move that bus” son comidilla para la historia).
Pero jugar con las emociones, por otra parte, es un recurso que para algunos es casi siempre gratuito. Los casos expuestos son los de gente muy necesitada (por ejemplo, una familia con dos hijas enfermas terminales y con caras facturas médicas) o de personas que se merecen un golpe de suerte (una familia a la que el yerno mató a su primogénita y un conductor borracho a otro hijo). Y este afán por mejorar la calidad de vida, para algunos es puro exhibicionismo y para otros un derecho que las cámaras no deberían emborronar.
Personalmente, después de ver unos cuantos programas, prefiero simplificarlo en una buena acción, independientemente de los kleenex que obliguen a gastar y lo dispuestos que estén los sujetos a abrirse ante el espectador. Después de oír tales atrocidades y de entender la buena fe que hay por lo menos por parte del vecindario y de la audiencia, la retransmisión de un cambio vital me parece sensiblero pero también legítimo. Porque, en el fondo, quien hace posible esa transformación es la comunidad que rodea a esas víctimas del destino (que anda que no estoy yo melodramático) y las empresas que se ofrecen a sanear sus vidas (a cambio de un lavado de imagen, claro está).
Así que, si la solución a algunos problemas se presenta en forma de programa de televisión, que pone en funcionamiento un complicado engranaje, bienvenido sea. Además, también se debe tener en cuenta que el modelo de filantropía estadounidense es distinto: allí, como el Estado deja a sus ciudadanos a su libre albedrío, son las personas de a pie y órganos sociales los encargados de repartir algo de justicia social. Y estos pueden ser los ricachones que subvencionan becas, las miles de fundaciones caritativas e incluso la cadena de televisión ABC.
6 comentarios:
Yo siempre he visto este programa por el lado de "buena acción" y la verdad es que me encanta, me los he visto todos y tengo guardados todos los que he podido encontrar por internet.
Sin ir más lejos hoy me ví el 6x22 que es el de la Familia Kadzis, de casi hora y media y... que jartón a llorar, maemía! xD
A mi la parte lacrimógena no me convence...quizá un poco por el tema de la "vergüenza ajena". Por ejemplo, si yo me viera en esa situación y mis vecinos me propusieran para arreglarme la casa, al principio muy bien, pero imagínate después: Si me voy de vacaciones, ya estarían "pero mira esta, que no tenía donde caerse muerta y ahora se va a la playa". Si no se puede hacer un favor, "pero mira esta, después de lo que nos movimos..".
Debe ser que tengo una visión de las actuaciones humanas algo más retorcida...
Eso sí, la parte del antes/después de cómo dejan la casa sí que me hace gracia.
No es el tipo de programa que más me entretenga pero curioso es. Aunqe me sorpren más programas del estilo como Pimp my Ride MTV (no soy fan de los coches pero ver como transforman un carro qe apenas arranca en uno qe con una palmada se bajan los cristales...es original).
Lucía, yo no pude parar de llorar con el 6x25 (o 6x24, no recuerdo), que va sobre una familia con dos hijas de 6 y 8 años enfermas terminales. Era demasiado.
Renaissance, estas preguntas ya sé que me las podría formular, pero prefiero quedarme con la parte amable. Ya me imagino a los vecinos acoplándose cada día con las cervezas y bajo la consigna "con lo que ayudamos...".
Aixa, no he vist aquest programa. La cadena MTV, mentrestant, passa dels meus dominis. La seva factoria he de reconèixer que no m'interessa massa (i el tunning, menys). ;)
Como te he comentado en Facebook, anoche vimos un capitulo por casualidad en la habitacion del hotel. Nos gusto? Pues para no ser espectadores de realities, alucinamos bastante. Y lo del "move that bus" me encanto. Lo mejor? Cuando montan una habitacion espectacular para un crio y este se vuelve loco al verla. Imposible no emocionarse.
Perdona por la falta de acentos. Estoy fuera del pais. Besos!!
Van Hessa, ese Move That Bus es brutal. Los estadounidenses saben montar un buen espectaculo. Y cuando los niños flipan tiene lo suyo. Y cuando oyes comentarios del tipo "¡tengo una cama! por fin no voy a dormir en el suelo de la habitación con mis dos hermanos" la emoción ya es máxima.
¡Acaba de pasártelo bien! ;)
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