La desconfianza es la principal defensa ante la telerrealidad serializada, ante la diatriba de determinar qué parte hay de autenticidad en unos actos que luego sirven para un argumento más o menos firme. Laguna Beach sentó precedente en el género del docusoap, pero también obligó a poner en duda el contenido de cuanto mostraban las imágenes: se notaba demasiado la artificialidad del conjunto y la mano de los guionistas tras el invento.
Sin embargo, los responsables de The Real Housewives of New Jersey, el enésimo retrato de unas amas de casa locales y adineradas (también están las de Orange County, Atlanta, Nueva York y pronto las de Washington D.C.), hicieron un cásting con el que seguro que les temblaron las piernas tanto del miedo como de la emoción. Tenían ante ellos una auténtica bomba de relojería y sólo les hizo falta cortar el cable rojo. Luego hubo una ola de amenazas, la unidad de una familia se tambaleó entre la vida y la muerte, y una mesa voló por los aires en la última cena. Y este dramático desenlace ya se anunció desde el primer episodio para crear expectación. A partir de entonces, sólo hizo falta juntar las piezas y entender, en seis episodios, cómo llegaron dos hermanas, una cuñada, una amiga y la vecina recién llegada a tirarse los platos por la cabeza (y saber quién estaba a cada bando del altercado).
Pero este camino sería tedioso de no ser por el cómico y ácido retrato de estas cinco mujeres que, pese a creerse entre la élite local, se delatan como escoria social. Sólo hace falta observar sus confesiones, su falsa modestia y cómo intentan alardear del dinero. Son, en resumidas cuentas, una letal combinación del espíritu familiar de Los Soprano, el poder adquisitivo de un pordiosero nuevo rico y la educación de Belén Esteban. Y, como la ex de Jesulín de Ubrique, son directas, malhabladas y no profesan muy buenos modales. De aquí proviene la autenticidad en algo tan preparado ya que sólo hace falta darles un escenario que ellas solas ya se salen del guión para quedar en evidencia o apuñalar a la prójima.
Danielle, por ejemplo, es la reina en armar follones y, gracias a su oscuro pasado, provoca la guerra civil en la pacífica vida de las otras. Tiene dos hijas, dos divorcios y 46 años, pero parece un transexual en horas bajas y, cual Ana Obregón, se pasa el día posando en bikini y modelitos de jovencita hortera mientras sale con un veinteañero . Su lengua sobrepasa la ordinariez y va con la cabeza bien alta diciendo grandes frases como: “¡Al igual me lo montaría con alguien que cobra menos de 25.000 dólares al año! ¡Por favor!”. ¿Su momento cumbre? La tarde de spa que organizó en su casa acompañada de sus frenemies, con masajistas y bottox (pero que conste que ella no fue la única en llegar al atardecer con la cara paralizada).
De las otras, Dina destaca por dejar la perturbada mirada de Chucky a la altura del betún y su frase mítica es la de “Hija, ¿que no ves que no puedo correr con estas tetas?” mientras jugaba a tenis, con mención de honor para el “if you think I’m a bitch, then bring it on!” de los créditos; su hermana mayor Caroline, por tener dos hijos inútiles (de tres), uno de los cuales quiere montar un club de striptease, y con una frase muy de mafia: “Si te metes con mi familia, te estás metiendo conmigo”.
Teresa, casada con una especie de gorila de discoteca forrado, tiene como única finalidad en la vida gastar el dinero de su cónyuge y hacer de su hija mayor de siete años una estrella, maquillándole la cara como a una pequeña prostituta. Ella es quien protagoniza el momento cumbre del programa con su pérdida de estribos en la última cena y consecuente lanzamiento de mesa, y entre sus frases destaca el “he oído que el novio de Danielle sólo sale con ella por su mamada diaria”.Y Jacqueline, cuñada de las hermanas y mejor amiga de Teresa y Danielle, es básicamente la santa del pueblo a la que todas mangonean, incluyendo su hija que espera aprobar las asignaturas a golpe de cheque. Como la describe Dina con mucho glamour, “Jacqueline tiene un corazón casi tan grande como sus tetas”.
Sin embargo, los responsables de The Real Housewives of New Jersey, el enésimo retrato de unas amas de casa locales y adineradas (también están las de Orange County, Atlanta, Nueva York y pronto las de Washington D.C.), hicieron un cásting con el que seguro que les temblaron las piernas tanto del miedo como de la emoción. Tenían ante ellos una auténtica bomba de relojería y sólo les hizo falta cortar el cable rojo. Luego hubo una ola de amenazas, la unidad de una familia se tambaleó entre la vida y la muerte, y una mesa voló por los aires en la última cena. Y este dramático desenlace ya se anunció desde el primer episodio para crear expectación. A partir de entonces, sólo hizo falta juntar las piezas y entender, en seis episodios, cómo llegaron dos hermanas, una cuñada, una amiga y la vecina recién llegada a tirarse los platos por la cabeza (y saber quién estaba a cada bando del altercado).
Pero este camino sería tedioso de no ser por el cómico y ácido retrato de estas cinco mujeres que, pese a creerse entre la élite local, se delatan como escoria social. Sólo hace falta observar sus confesiones, su falsa modestia y cómo intentan alardear del dinero. Son, en resumidas cuentas, una letal combinación del espíritu familiar de Los Soprano, el poder adquisitivo de un pordiosero nuevo rico y la educación de Belén Esteban. Y, como la ex de Jesulín de Ubrique, son directas, malhabladas y no profesan muy buenos modales. De aquí proviene la autenticidad en algo tan preparado ya que sólo hace falta darles un escenario que ellas solas ya se salen del guión para quedar en evidencia o apuñalar a la prójima.
Danielle, por ejemplo, es la reina en armar follones y, gracias a su oscuro pasado, provoca la guerra civil en la pacífica vida de las otras. Tiene dos hijas, dos divorcios y 46 años, pero parece un transexual en horas bajas y, cual Ana Obregón, se pasa el día posando en bikini y modelitos de jovencita hortera mientras sale con un veinteañero . Su lengua sobrepasa la ordinariez y va con la cabeza bien alta diciendo grandes frases como: “¡Al igual me lo montaría con alguien que cobra menos de 25.000 dólares al año! ¡Por favor!”. ¿Su momento cumbre? La tarde de spa que organizó en su casa acompañada de sus frenemies, con masajistas y bottox (pero que conste que ella no fue la única en llegar al atardecer con la cara paralizada).
De las otras, Dina destaca por dejar la perturbada mirada de Chucky a la altura del betún y su frase mítica es la de “Hija, ¿que no ves que no puedo correr con estas tetas?” mientras jugaba a tenis, con mención de honor para el “if you think I’m a bitch, then bring it on!” de los créditos; su hermana mayor Caroline, por tener dos hijos inútiles (de tres), uno de los cuales quiere montar un club de striptease, y con una frase muy de mafia: “Si te metes con mi familia, te estás metiendo conmigo”.
Teresa, casada con una especie de gorila de discoteca forrado, tiene como única finalidad en la vida gastar el dinero de su cónyuge y hacer de su hija mayor de siete años una estrella, maquillándole la cara como a una pequeña prostituta. Ella es quien protagoniza el momento cumbre del programa con su pérdida de estribos en la última cena y consecuente lanzamiento de mesa, y entre sus frases destaca el “he oído que el novio de Danielle sólo sale con ella por su mamada diaria”.Y Jacqueline, cuñada de las hermanas y mejor amiga de Teresa y Danielle, es básicamente la santa del pueblo a la que todas mangonean, incluyendo su hija que espera aprobar las asignaturas a golpe de cheque. Como la describe Dina con mucho glamour, “Jacqueline tiene un corazón casi tan grande como sus tetas”.
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En resumidas cuentas, The Real Housewives of New Jersey son el McMenú grande con BigMac, patatas de luxe y cerveza de la telebasura estadounidense. Son la envidia de los tertulianos del Sálvame y las probables ídolos de la madre de Andreíta. Y por más calorías de grasa que tengan y poco recomendables que sean para la salud, son tan malas que son buenas.
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Y si alguien quiere saltarse toda la paja e ir directamente a los cinco últimos minutos, con la catárquica última cena, aquí tiene el vídeo. Lo más divertido es que Teresa parecía tener la cabeza muy bien amueblada.
6 comentarios:
He visto en la tv de USA un poco de las de Atlanta y también se las traen (aunque no tanto como estas, por lo que leo). Había una que alimentaba a sus hijos con comida rápida. Cada día de la semana tenía asignado una cadena tipo Subway, McDonald.
Por cierto ¿Has visto The Hills? Merece la pena echarle un vistazo (dentro del tipo de programa que es?
ALX, las de Atlanta no me atraían pero he visto cosillas. Sobre todo el final de temporada, para ver si eran tan revolucionarias como estas. Pero no hay color. ¿Has visto el vídeo que he colgado? Creo que vale más que mil palabras.
Con respecto a The Hills, no la he visto porque después de ver Laguna Beach pensé que también sería totalmente falsa y prefabricada. ¿Así que vale la pena?
Sí, vi el vídeo y menuda pandilla. Lo de The Hills era una pregunta, porque no sabía si valía la pena echarla un vistazo.
Eso es trash de alto nivel ;)
Yo ahora ando algo más metido en los realities y programas americanos, así que igual le doy una oportunidad. De momento he puesto a descargar los primeros capítulos, a ver qué tal. :)
Esto me recuerda un poco a 'Mujeres Desesperadas'
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