Era primavera y era 2005, y nadie podía creer lo que veían sus ojos. Un drama médico (‘otro’, que dirían algunos) arrasaba con su estreno en el midseason. La cadena ABC, en decadencia hasta el otoño anterior, estaba de suerte y gritaba un bingo tras otro desde el estreno de Perdidos (al que siguieron las aún más masivas Mujeres Desesperadas). Meredith Grey, con los guantes puestos, había saldado la operación con éxito.
Demasiado sentimentaloide para muchos, pero eficazmente emotiva para una mayoría visible, Anatomía de Grey funcionó con una fórmula muy vista pero nunca tan bien engrasada: un drama coral, serializado y de capítulos semiconclusivos (algo que con el tiempo perdería peso en favor del culebrón). Y los directivos, que se agarraron a ese éxito como a un clavo ardiente, intentaron desde entonces trasladar esa feminización de Urgencias a otros ámbitos y profesiones.
Shonda Rhimes, creadora de AdG, quiso repetir el éxito con el spin-off Sin Cita Previa, que consiguió que incluso aborreciéramos a Addison, que hasta entonces era la robaescenas profesional del Seattle Grace. Pero la cadena no se rindió y, además de encargar otro drama médico a Rhimes (esta vez localizado en una selva tropical), fabricó otros sucedáneos como El Club Contra el Crimen, que quería intimar en las series de policías, y Defying Gravity, que trasladaba la acción y la tensión sexual al basto y claustrofóbico espacio; y la NBC con descaro plagió la serie con Mercy, que intentaba ser lo mismo con enfermeras, pero sin una sola idea interesante.
Hasta ahora, sin embargo, cada vez que en una crítica televisiva se ha mencionado el factor Grey ha sido de forma peyorativa. No porque no sea una inspiración válida, sino porque se trataba de productos que interpretaron de forma simple la revelación de hace un lustro. Pero, después de tantos años, la maldición por fin se ha roto y la ABC ha dado un hueco al enésimo clon de Grey, la canadiense Rookie Blue.
En este caso las ganas de emular el blockbuster médico no han sido vagas o disimuladas. Cambiando el hospital por una comisaría de policía, la serie copia el esquema inicial: cinco novatos empiezan a trabajar y una de ellas, con evidente tensión sexual con un par de sus supervisores, debe lidiar con su bagaje familiar que también estuvo en el cuerpo. O sea, una Meredith Grey 2.0. Y si tenemos en cuenta que la actriz no es Ellen Pompeo sino Missy Peregrym, que la serie rebaja las expectativas (¡estamos en verano!), que no busca ser lacrimógena sino solamente entretenida, que en ella encontramos a un crecido (aunque no lo parezca) Gregory ‘Ephram’ Smith y que los romances (a la vista) no son del todo forzados... tenemos una serie que nunca estará a la altura de Grey, pero que sí resulta una digna heredera de parte de su legado.
3 comentarios:
Tengo en casa preparados los dos primeros episodios para echarle un vistazo, pero tiene buena pinta, aunque solo sea porque sale Ephran y tengo mucha curiosidad por verle.
Es lo que tiene el verano, nos conformamos con poca cosa... jejeje...
No me llamaba nada ésta, y no sé todavía si le daré una oportunidad. Grey y sus sucedáneos y yo no solemos llevarnos demasiado bien :)
Verónica, yo a Ephram lo vi hace un tiempo en una película con Mischa Barton. No ha crecido mucho, pero siempre lo encontraré una monada que me comería con pan con tomate.
MacGuffin, de momento está siendo la mejor serie inspirada en Grey. Y si tienes en cuenta que es verano... es un producto sorprendentemente decente (después de Defying Gravity, que también era canadiense, uno podía esperar cualquier cosa).
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