lunes, 6 de septiembre de 2010

La consparanoia de Rubicon

El relato del ciudadano anónimo, en principio tan o más ordinario que nosotros dos juntos, que lucha por desenmascarar un poder oculto que mueve los hilos de la historia contemporánea, atrae. Es el clásico de la consparanoia, de esas organizaciones que laten dentro de uno o varios gobiernos (occidentales, tirando a anglosajones) sin que los propios mandatarios lo sepan. Y detrás de estas palabras inútiles, más bien vacías, reside el quid de la cuestión: pueden haber pasado ya unas cuantas semanas desde que se estrenó Rubicon en AMC, pero aún no tengo ni idea de qué va el asunto. Quizá es un inmenso globo que nos estallará en los morros. Quizá nunca estallará. Y quizá siempre estaré dando palos de ciego intentando saber de qué va en realidad. Pero yo sigo.


Esta inercia que me obliga a seguir (a mí y a la mayoría que le hemos dado una oportunidad) no es para nada verosímil a primera vista. Rubicon es tan intencionalmente lenta y da tan poca carnaza al espectador que se supone que todos deberíamos dejarla al cabo de dos episodios. Pero es esa falta de golpes de tuerca, de cabos sueltos y, por otra parte, la presencia de personalidades imponentes lo que obliga a seguir, aunque sospechemos que esto puede no ir a ningún lado o dar tranquilamente la vuelta.


Si no la has visto, te diré que el ciudadano anónimo que busca la verdad es un analista político muy gris que trabaja en un think tank. Y está rodeado por otros seres muy grises, y otros personajes que no sabes muy bien quiénes son o cuáles son sus intenciones. De hecho, cada vez que se discute algún asunto (o el grisáceo parece avanzar en sus pesquisas) no me entero de la misa la mitad. Quizá es mi inglés, o quizá es que la serie sabe dar tan poco en general como en concreto, pero hacer de la nada algo suficiente.


Esta nada, sin embargo, también tiene sus formas. Por una parte tenemos unos escenarios curiosamente intrigantes, que van desde ese perfecto decorado que es Nueva York a unos interiores cuyos elementos se intuyen distribuidos a conciencia para que la vista se pare en ciertos puntos concretos (¿o es ya fruto de mi paranoia?). Y luego están unos personajes cuyas miradas parecen transmitir mucho más de lo que acaban siempre diciendo. Muchas veces directamente no dicen nada (como, por ejemplo, la secretaria que es una especie de Joan de Mad Men reciclada y también uno de los personajes más interesantes). También ayuda, por supuesto, que la trama más inconexa de todas la protagonice Miranda Richardson y que los responsables fueran tan inteligentes de elegir a James Badge Dale, que luce un sutil atractivo y sabe cargar con el peso de la serie.


Y si la fórmula no funciona para la cadena, como indican los índices de audiencia (aún me pregunto quién dio luz verde a este marciano proyecto), pido a la AMC que dé otra oportunidad al trío de analistas encarnados por Lauren Hodges, Dallas Roberts y Christopher Evan Welch. Esta especie de procedimental que a veces que protagonizan, con sus roces, puyas y demonios, podría dar para la sitcom más gafapasta de la historia, una especie de The Office donde la palabrería sería sustituida por los silencios, el papel por informes de terroristas, y las risas no tendrían cabida, o un CSI intelectual donde los protagonistas ni salieran de la habitación. Suena a despropósito, lo sé, pero quien haya visto Rubicon entenderá que cuajaría a la perfección.

8 comentarios:

Anónimo dijo...

¿Qué más decir de esta serie que no hayas ya dicho? Poco.
A mi me maravilla... por su lentitud, por sus silencios, por esos planos de Nueva York que tanto transmiten, por esos personajes tan grises, tan tristes, y a la vez con tantos matices.

Es un proyecto raro, difícil de masticar... y quizás por eso me atrae tanto!

Ésta es una serie para que los actores den todo de sí y se luzcan... y todos están a la altura (¡¡¿cómo Arliss Howard puede transmitir taaanto con una simple mirada?!!). Aunque a veces siento que el prota principal, sin defraudar, no termina de brillar (o quizás que su personaje es taaan triste que así requiere hacer esa interpretación, no lo sé!).

He estado mirando sus audiencias... realmente no tengo ni idea si son buenos o malos números o simplemente aceptables. Anyway, casi prefiero que sólo haya una temporada (como creo que está planificado de antemano!) y no lo alarguen.

satrian dijo...

A mí me encantan el trío de analista, y los diálogos en general de la serie, en cuanto a la conspiración de momento no le doy mucha importancia, pero me gusta el tono y la intriga de la serie.

Julio C. Piñeiro dijo...

¿Van mal las audiencias? ¿Cómo se mide eso en un canal de cable?

Yo sí creo que a partir del 3º o 4º capítulo ya han empezado a enseñar la cola de la bestia, y cada vez me tiene más intrigado. El último capítulo (el de la semana anterior, no el de ayer) me recordó a La Conversación de Coppola: el espía espiado, que empieza a sufrir la manía persecutoria, esa de quye hay un gran hermano colectivo, que cualquiera te puede estar siguiendo.

Gran idea de lo de la sitcom procedimental. Creo que esa especie de falsa fórmula procedimental, a la par que despiste, acabará aportando conceptos e ideas (al prota) para enfrentarse a la trama principal. Por cierto, ya hay conexiones fácticas entre las dos partes de la conspiración.

Pásate por mi blog, donde le hago un seguimiento cada semana (va en el mismo "pack" que Weeds; si esta no te gusta, lo siento): http://criticaycine.blogspot.com/search/label/RUBICON

Unknown dijo...

No es que Rubicon sea rara, es que es un trasplante desde los 70, cuando los thrillers tenían un ritmo mucho más pausado que ahora descartamos enseguida.

Los tres analistas que trabajan con Will desde luego son un punto, y a mí la serie justo me engancha por esa conspiración nebulosa y difusa de la que no sabemos nada. En cuanto la expliquen, probablemente perderé el interés, así que prefiero que siga así de dispersa.

Un telespectador más dijo...

Precisamete que sea tan lenta es lo que me echa para atrás para darle una oportuniad....aunque las críticas sean buenas....estoy ahi ahi que no se si echarle un ojo o no, y al verdad que tu crític no me ayuda mucho a decidirme jeje

Saludos!

Crítico en Serie dijo...

Thore Kafka, yo creo que no es tanto una cuestión de interpretación como de personaje: Will es un pobre amargado sin mucha sal. ¿Pero no le encuentras muy atractivo?

Satrian, yo tampoco me rompo la cabeza con la conspiración, que luego ya sabemos que son cosas que suelen defraudar. Pero con los personajes estoy teniendo suficiente. Estamos en una época en la que cuesta encontrar de buenos.

Julio C. Piñeiro, Rubicon por suerte remontó la semana pasada e hizo un 0,4 en los demográficos, pero llevaba varias semanas haciendo un 0,2 (esto significa que sólo un 0,2% de la población americana entre 18 y 49 años estaba viendo la serie). Son malos datos, porque Mad Men tiene un 0,9 y Breaking Bad un 0,7. Con un 0,2 no te da ni para los becarios, para decirlo de alguna manera. Y en cuestión de "prestigio"... creo que Mad Men y Breaking Bad ya cumplen esta función. Quizá, sin embargo, le dan una oportunidad porque les da ese perfil de "nueva HBO" que tanto buscan (y encuentran).

MacGuffin, pero no es una película, es una serie. Por ello es un poco raro. Esas películas no eran trepidantes pero en 100 minutos te resolvían un caso. Ahora llevamos 300 minutos y no sabemos ni de qué va la punta del iceberg ;) Pero lo que tú dices: una vez lo sepamos vete a saber qué pasará con nuestro interés. A dar palos de ciego se ha dicho, que no está nada mal.

Telespectador, no puedes esperar que una crítica te resuelva la vida. Si no te convence mi opinión quizá es porque no será una serie hecha para ti. No mentiré para que la veas, porque soy consciente que es una serie de minorías.

Alejandro A dijo...

por un momento creí que iba a ser como Damages pero parece que es todo lo contrario, aun así quiero verla, lo curioso es que creo que fue la mejor audiencia de AMC en un estreno, y se haya desinflado así, como la describes creo que nada más en esa cadena le podían dar luz verde

Ostebi dijo...

Yo voy por el 4º capítulo y estoy perdidísima. Incluso he llegado a pensar que me había perdido algo fundamental, pero ya veo que no, que es la forma que tiene de contarnos la historia. Cada vez que termino un capítulo pienso en abandonar la serie, pero siempre acabo diciendo: "venga, uno más, a ver si ahora me entero de algo." Inexplicable.