Las cancelaciones prematuras pueden conducir o bien a la indiferencia más absoluta o a ese limbo de ficciones inacabadas que podrían haber llevado la humanidad al paraíso. No existe termino medio (aunque, por norma general, todas acaban olvidadas). Y este año, en medio de la sangría de las audiencias, ya ha habido un par de ficciones que se han despedido precipitadamente tras solo un par de episodios cada una: My Generation y Lone Star. Un ejemplo de despropósito y otro de gloria decapitada, pero por encima de todo dos indicadores de cómo está la televisión y también del estado de dos cadenas en particular.
El problema de Lone Star, por ejemplo, fue su imposible argumento. Un estafador nato, por culpa de un padre corrupto, intenta elegir el camino correcto a la vez que seguir con sus dos identidades y sus dos esposas. ¿Cómo diantres creía la Fox que podría vender esta premisa? No sólo se trata de comprender la idea, sino de hacer visualizar al espectador por dónde puede ir la serie, antes incluso de haberla visto. Y la calidad (altísima) no tenía nada que ver con su fatídico desenlace.
Este concepto, al igual que le ocurrió a Kings, sólo era apto para el cable (porque no era de masas y era demasiado seriado) y, encima, si alguien no podía llevarlo a cabo era la cadena Fox. Era tan original e íntima (con su realización tan Friday Night Lights) que necesitaba de una fe por parte del espectador que nunca tendrá el canal: todos sus productos tienen consumidores con perfiles tan distintos que difícilmente serán fieles a todas sus propuestas (a diferencia de cadenas de cable como FX o USA Network, que siguen una línea). Pero habrá servido para algo: descubrir a James Wolk, que tiene un encanto fuera de serie, sólo comparable con el de George Clooney antes de convertirse en su propia caricatura.
My Generation, en cambio, mientras que sabía muy bien dónde iba a ubicarse, no tuvo una campaña promocional demasiado bien lubricada. Como ya me ha advertido mi amiga MacGuffin, estrenar todas las series en una misma semana quizá no era la mejor estrategia de los canales americanos. Detrás de tanto ruido, esta propuesta de mockumentary quedó escondida. Quizá la cadena ABC contó demasiado en la simpatía de su premisa (unos antiguos estudiantes se enfrentan a sus sueños de instituto) y menos en el hecho de que su audiencia ha ignorado o abandonado a conciencia las series lanzadas en los últimos años (y la mayoría de veces con razón).
Esta propuesta juvenil, además, pensó demasiado en adaptar el contenido a los demográficos, en lugar de elaborar un contenido de calidad. Como quería captar a los jóvenes, buscó las generaciones que ahora están en los veinte o treinta, una iniciativa completamente respetable y hasta admirable. Pero tanto factor nostalgia no casó con unos personajes que provocaban que los actores, como despotricó la crítica norteamericana, todo el rato parecieran demasiado jóvenes o demasiado viejos, y un argumento predecible que quería reposar sobre sus hombros, demasiado típicos como para sentirlos como propios. La paradoja es que, perdiéndose por el camino, hizo el retrato más fiel posible de esta generación (o de la que sube a continuación).
3 comentarios:
De Lone Star no puedo decir nada que no ví los episodios emitidos, pero de My Generation ví el Piloto y me gustó. Pero tenía un gran problema: para mí la trama era de película, no podía externderse más allá de 2 capítulos de 40 minutos. O sino acabaría siendo una telenovela primetimesca.
Pues es una pena porque a mí me llamaban la atención las dos. No me dio tiempo a ver los pilotos de ninguna y ahora, claro, ya no lo voy a hacer, porque seguro que acaban gustándome y me daría un montón de rabia.
fon_lost, es muy curioso porque My Generation se me hizo entretenida y simpática... pero extralarga. No tenía mucha conexión y como falso documental de un día era correcta, pero no daba para más. Eso quedaba claro en el segundo episodio, que ya directamente no tenía ni pies ni cabeza.
Titania, no vale la pena. O sí. Todo depende de si quieres descubrir a un actor con tanto futuro como James Wolk y que te enamora sin ningún esfuerzo. Sólo con una sonrisa.
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