viernes, 5 de noviembre de 2010

Los Angeles no es Nueva York

Cancelar una serie para emitir otra nacida de la misma franquicia y con la misma estructura exacta es como mínimo curioso. Sobre todo si tenemos en cuenta que Ley y Orden nunca fue tanto sobre sus personajes como sobre los casos, al menos en los últimos años cuando el único capaz de robar la función era Linus Roache en su papel de fiscal voraz y con ansias de justicia. Pero la NBC creyó que Ley y Orden: Los Angeles (casualmente LOLA) iba a dar otra visión sobre el mismo reto de siempre, el de encontrar el culpable de un crimen y encerrarlo en una celda. Algo que para algunas series es bastante obvio y fácil (con algún as que siempre les sale de la manga) y que para los discípulos de Dick Wolf siempre es una odisea con intrínsecos debates morales de por medio que abrazan y cambian su enfoque sobre cómo perseguir el caso.


La apertura de esta oficina en Los Angeles, con Skeet Ulrich y Alfred Molina en cabeza, nunca me pareció una maniobra cansina o repulsiva. Mientras que es fácil caer en el desprecio al ver que un producto se propaga por una programación y que prácticamente lo monopoliza, no puedo evitar sentir una inmensa admiración por el señor Wolf y sus extraordinarias fórmulas: Ley y Orden le duró veinte años con el mismo esqueleto (y se despidió por la puerta de atrás con las terribles maniobras de la desesperada NBC); Ley y Orden: Unidad de Víctimas Especiales lleva doce con sus sensacionalistas (que no sensacionales) delitos sexuales; y Ley y Orden: Instinto Criminal está a punto de decir adiós tras nueve temporadas de psicópatas con un presupuesto más humilde que sus hermanas mayores (ya que debido a sus humildes registros de audiencia tuvo que mudarse a USA Network). Y dos décadas después de estrenar la primera, que tenía a Chris Noth como un joven y atractivo policía, la cadena que la acogió consideró que aún podía aprovechar el formato para generar otro longevo drama. Esto tiene mucho mérito, ya que vender un producto a una televisión nunca es fácil; lo que no tiene tanto es rebajar la esencia del referente a un producto desalmado y sin gracia.


Era de esperar, sin embargo, que habría ciertos cambios. La bruma que sale del asfalto de Manhattan no tiene el mismo encanto que las carreteras de Hollywood, las míticas chaquetas largas que llevaban los policías a las siete a la mañana, con sus guantes y el vaho que les salía de la boca, tampoco podían emularse. Y todo estos cambios de los que debían haberse beneficiado acabaron humillando a la serie madre de tan obvios que fueron. El primer caso, por ejemplo, fue una declaración de principios tan obvia que el ahora desempleado Roache seguro que tiró el mando a distancia desde el sofá de su casa. Hubieron altas temperaturas, clubes vips y demasiados parecidos con Lindsay Lohan y Paris Hilton. Ley y Orden siempre fue sobre referentes reales, pero quizá no era necesario ir a los pilares de la cultura basura de Hollywood en los primeros cuarenta minutos y quizá sí empezar con una visión distinta de la misma ciudad, como se hizo en Southland.


Y es que cuando se intenta hacer una fotocopia raramente se consigue transmitir toda la composición y esencia del original. Suelen haber unas imperfecciones y una rudeza que no terminan de traspasarse correctamente al nuevo papel, unos matices que lo hacían único. Y la antigüedad, que a veces es un lastre, en el caso de Ley y Orden era un valor añadido. Por esto LOLA, además de ser mala (que lo es y bastante), tiene la misma autenticidad que un mueble de IKEA.

2 comentarios:

Unknown dijo...

A tí que te gusta Ley y orden, creo que podría gustarte Law & Order UK, porque mantiene todas las notas que hacían la serie original interesante. Eso sí, prepárate para adiestrar tu oído en el inglés británico y los acentos de Freema Agyeman y Bradley Walsh, porque subtítulos hay pocos. O la ves doblada en AXN con el título de Londres distrito criminal, pero no es lo mismo.

Crítico en Serie dijo...

La intenté empezar una vez pero el acento británico me asustó. Tanto tiempo viendo series americanas y al final he olvidado el dialecto que me enseñaron. Claro que tras seguir Skins, Misfits y Doctor Who quizá estoy preparado para enfrentarme a Londres Distrito Criminal. Por cierto, ¿de quién fue la magnífica idea de eliminar el emblema del título?