lunes, 17 de enero de 2011

Un OT en positivo

Viciarse a la televisión americana tiene un problema: después cuesta volver a la española. Pero con la voluntad de Telecinco de regresar al formato de Operación Triunfo original, aquel que optaba por la telerrealidad positiva que tantas alegrías dio en su primer año, decidí intentar ingresar otra vez en la Academia. Y la declaración de intenciones estaba presente, con el hombre orquesta sustituyendo a Risto Mejide, pero los defectos habituales se acontecieron uno tras otro. Micros que no suenan, pinchadas de cámara que no tocan y una Pilar Rubio que debe cantar entre el público, correr y cargar con toda una gala que se hace interminable cuando podría ser ligera. Y todo esto el público lo acepta como algo inevitable cuando podría solucionarse. Pero ya que no voy a acabar con la mala realización desde estas líneas, mejor paso a lo más importante: los concursantes.


El cásting, como debe ser, de lo más variopinto. Tanto, que cuesta encontrar un poco de armonía. Por una parte, la primera mitad de la gala intentó demostrar que OT es un concurso muy internacional, con mucha letra en inglés (se nota que el nivel general ha mejorado a tenor de las pronunciaciones) y algo de Janis Joplin. La segunda, sin embargo, volvió a las raíces, a la música latina, la que más se vende en las tiendas de España. Y los nervios pudieron con la mayoría de ellos. A algunos se les puede dar el beneficio de la duda como al enérgico Álex o a ese intento de cantante indie llamado Josh (cuya reprimenda por ser profesor de fitness y estar rechoncho era completamente justificable).


Lo que sí se notaron fueron los flacos. Naxxo, el rockero sin voz y mirada asesina que hizo una exhibición de haireography, como diría Rachel de Glee. Sira que no entonó una sola palabra de Alicia Keys (estúpida elección a menos que tengas mejor voz). O el Juan Delgado, de sobrevalorada sonrisa y sonido aterciopelado vulgar, propio de un cantante de boleros de chiringuito veraniego (tara que muy a menudo se incluye en las ediciones del programa). ¿Y tendremos que pasar tanta vergüenza ajena a la hora de ver actuar a Ramil, que tuvo la brillante idea de estrenarse con Like a Virgin?


Los únicos que de momento se salvaron fueron los que se sobrepusieron a sus canciones y las posibles etiquetas. Desde Jefferson, cuya “vo-ce-ci-ta” (expresión que le merecía a Eva un guillotinazo cada vez que la pronunciaba sin tacto alguno) fue uno de los hallazgos más curiosos y acertados, a Nahuel, cuyo estilo no será de mi gusto pero ejecutó la actuación sin esfuerzo vocal alguno. Y por promesas, Roxxio, de actuación fresca y elección acertada (¿fue la única capaz de entonar sin la necesidad de hacer gorgoritos?) con Black Horse and the Cherry Tree de KT Tunstall. Lo único imperdonable, con respecto a las inclusiones de la Academia (gracias a Dios que la insoportable legionaria desbocada no pasó el corte), fue la entrada de Koraluna. Primero, mata la mitad de los gatitos de España con sus chillidos y luego demuestra el patético paternalismo del jurado. “¿Estás más o menos nerviosa que los concursantes que ven?”, le preguntó Eva a la ciega justo antes de que Pilar Rubio le describiera la casa con las acertadísimas acotaciones de “¿ves?”.


Claro que la presentadora, ni que sea por su esfuerzo, de momento tiene un aprobado. Debe dejarse de amiguismos y dedicarse a conducir el programa, que para eso le pagan, pero hizo lo que estaba en sus manos para dar cohesión a una gala de estructura incomprensible (¿valoraciones, nominaciones primarias, nominaciones finales, salvaciones y nominaciones requetefinales?). Y la realización se esforzó en hacerle la vida imposible. No sólo tenía que desplazarse a la velocidad de la luz (corriendo con sus tacones) mientras la pillaban siempre, sino que tuvo que entrevistar a la madre de Charlie, que no entendía una palabra de lo que le decía, y encima tuvo que lidiar con un jurado que no hacía su trabajo (“¿puedes darnos un minuto que aún no nos hemos decidido?”). Lo que no llego a entender es que con la cantidad de equipo que hay dentro de ese plató, que esfuerzo de producción lo hay, porqué no hay cierta lógica de planos y un guión que vaya más allá de “¿estabas nervioso? ¿qué tal crees que lo has hecho?” (algo que convertía los momentos post-actuación en incomodidad pura).


Y mención especial, también, por el equipo de sonido, puesto que los jueces siempre debían empezar dos veces sus veredictos puesto que tenían todo el rato los micros desconectados. A ver si todo esto también eran los nervios de la primera gala y se resuelven estos fallos que cuando se suceden uno tras otro entorpecen el visionado. Y menos planos inverosímiles como los de la pobre Alexandra. Lo que importa no es cuántas cámaras tengas en el plató, sino saber elegir cuál pinchas en cada momento. Que otra faltita grave (que fue sumando) fue el momento en que Pilar dijo “¡será el primer concursante en cruzar la pasarela!” y todos nos quedamos con las ganas de ver tan histórico momento.

2 comentarios:

Fon dijo...

Otra cosa no, pero la Gala fue interminable. La Rubio y sus "pausas" fueron lo más repetido de la noche. Las voces fueron buenas por lo general. Lo que pasa es que me parece a mí que esta gente tiene unas personalidades tan especiales que les van a poder por encima de sus voces. Pilar Rubio lo hizo bien, aunque estoy seguro de que dentro de un par de Galas, estará ya comodísima.

Anónimo dijo...

Pilar Rubio es la peor presentadora de la televisión junto con Tania Llasera y Mercedes Milá...

http://seriesyletras.wordpress.com/