Los pequeños detalles forjan grandes historias, pero también pueden crear otras de mediocres e incluso malas si no se toma el mismo tiempo en analizar la humanidad de la historia que contar. Las localizaciones, los efectos visuales y el atrezzo son primordiales para una producción de las características de The Pacific, pero no lo son todo. Quizá por ello a cada episodio que fue avanzando la trama y una vez desvelado el gran esfuerzo encabezado por Tom Hanks y Steven Spielberg, también fue menguando mi interés. ¿Qué pasó con la vertiente humana o, más bien, emotiva? ¿Con aquello más allá de lo físico?
La segunda aventura bélica para televisión de los dos astros hollywoodienses, que emite este jueves Antena 3 (y cuyos números miraré atentamente el viernes), era muy ambiciosa. Bueno, tras su tranquilísimo paso por la HBO, seguramente lo sigue siendo e igualmente constará en cualquier reportaje sobre la televisión con mayúsculas, grandilocuente y mucha pasta detrás, sobre todo por sus intenciones y las hazañas logradas. No se puede negar que visualmente es muy atractiva y hasta podría decirse que perfecta. Y en realidad tampoco se puede alegar que ignoraran la vertiente introspectiva de la guerra, la que libra el soldado dentro de su cabeza. El problema simplemente está en que los resultados fueron terriblemente desiguales quizá porque diez episodios fueron demasiados para esta historia en particular, o porque se centraron demasiado en los aspectos puramente bélicos.
The Pacific narra con detenimiento las distintas batallas en las que participaron los protagonistas, tres marines inspirados en personas reales y que lucharon en el Pacífico contra los japoneses durante la II Guerra Mundial. Y mientras que la realización y ambientación son espectaculares (por la fotografía, los estallidos, la cantidad de extras empleados...), tras haber visto tres ejemplos uno ya se hace una idea, sobre todo cuando todas parecen ser una repetición de la anterior y difícilmente se entra en la psicología de unos personajes con poco carisma, su mayor inconveniente. Con tanto dinero en juego, cuesta entender que se eligiera a Jon Seda, Joseph Mazzello y James Badge Dale para interpretar a los tres marines en cuestión (los dos últimos en el papel de Eugene Sledge y Robert Leckie, autores de las dos obras biográficas en las que se basa la miniserie). Seda por inexpresivo (y también el peor parado de los tres con el arco argumental más inconexo de todos), Mazzello por gris (puedes ser guapo o feo, caer simpático o al revés, pero se necesita tener algo para ser actor) y Badge Dale se libra de cualquier escarmiento porque, por mal actor que sea (y caídas de ojos que haga a la primera de cambio), tiene encanto (¿será que Rubicon me ha distorsionado la realidad?).
Con cada una de las batallas, ya sea Guadalcanal, Okinawa o Peleliu, se nota la voluntad del creador Bruce McKenna de reflexionar sobre el terror que supone vivir una guerra, las dobleces morales y la propia destrucción que supone por los combatientes. Hay muchos planos potentes, como contemplar a los marines arrancando dientes de oro a los japos aún vivos, la mujer-bomba con criatura en brazos y los siempre perturbadores cadáveres que campan a la intemperie. Las miradas de Mazzello ya se esfuerzan en revelar que estamos ante esos momentos que habrán perfilado su humanidad post-conflicto, donde habrá perdido una parte de si mismo. Pero que se vean estos puntos de inflexión, tras un efectivo repertorio de explosiones, no significa que se sientan o, por lo menos, tanto como deberían. Por supuesto que hay momentos en los que es inevitable que las imágenes revuelvan el estómago y nublen la vista, pero no me puedo quitar la impresión que dos minutos de buenas intenciones y hasta genialidad no siempre pueden compensar el tedio en el que sumerge la miniserie en grandes tramos. Sobre todo siempre que no está en pantalla Badge Dale, cuyo marine Bob Leckie es el único capaz de establecer vínculos con el espectador.
La intención, supongo, era ser fidedigno a la realidad de las circunstancias vividas, no quitar importancia a lo que realmente cambió a casi toda una generación de norteamericanos. Hacer hincapié en la rutina bélica, aunque tenga un punto repetitivo y en consecuencia aburrido, para entender a los propios militares y cómo funciona una guerra, que se libra día a día por ciudadanos anónimos. Esto también ayuda a que los momentos de distensión cobren más significado, como cuando los marines se toman unos días de descanso en Australia, cuando Basilone conoce en tierra a su chica o el regreso a casa de los afortunados que salen con vida de las atrocidades del Pacífico. Estos tres episodios son, de largo, los mejores.
Es por ello que una vez llegado al tercer episodio, la romántica deriva de Leckie por las antípodas, cuesta regresar al campo de batalla. Cobran más interés las posibles vidas y repercusiones de la guerra que la guerra en sí y que Mazzello pase a tomar las riendas de la ficción también perjudica el resultado final, que va a una batalla tras otra y siempre iguales que la anterior, al igual que el decepcionante retorno, por breve y porque no se atreven a analizar con un poco más de detenimiento las masacres de Nagasaki e Hiroshima, no vaya a ser que ensucien el discurso anterior con nuevas cuestiones.
11 comentarios:
Me disgustó que pasaran tan de puntillas sobre Hiroshima y Nagasaki, como que si estás despistado te pierdes la frase donde las mencionan.
A mí los episodios que más me gustaron fueron los tres últimos.
Y otra cosa que me gustó es que se analizara algo más a fondo, las consecuencias psicológicas de la guerra.
A mi James Badge Dale me encanta. Lo conocí en la 3a temporada de 24, y en Rubicon está perfecto. Espero que le den otro proyecto importante más adelante.
No he visto The Pacific, y mañana no me la pienso perder. A que hora empieza?
Comparada con su hermana mayor, Band of Brothers, The Pacific es como un pan sin sal. Muy de acuerdo en que uno delos principales lastres de la adaptación son sus tres protagonistas.
De larg me quedo con el ambiguo e incómodo Snafu.
Me leí "Diario de un Marine" de Slege.
Y Snafu en el libro no es el sádico que muestra la serie.
Está claro que The Pacific técnicamente es buenisima (los créditos iniciales son los mejores que he visto) pero argumentalmente le falta mucho gancho. Que sea una historia más conectada entre si.
Además que al principio (o por lo menos yo) no sabia que Basilone y Leckie no estaban en el mismo grupo
Satrian, analizan las consecuencias de la guerra, pero no consiguen transmitir el caos mental de sus protagonistas (o por lo menos no te emocionan nada con ello). Así que quizá es más una intentona que otra cosa (y más con la música de Zimmer de fondo).
Eloi, Badge Dale me hipnotiza. Ya le tengo controlados sus tics (esa caída de ojos...) y sus limitaciones, pero me encanta. Es muy atractivo y le echaré de menos como Will Travers en Rubicon (e hizo que The Pacific fuera mucho más llevadera).
Jaina, Jon Seda en especial me parece de lo más inexpresivo que he visto. Claro que el pobre tampoco tiene mucho que hacer: está claramente desaprovechado en los primeros episodios y después cuando te interesa algo de lo que le pasa ya es el final. ¿No debería ser al revés?
KO8E, al principio no te enteras de nada. Cuando me di cuenta, como tú, que Basilone y Leckie no estaban en la misma compañía, pensé "¿y entonces por qué aparece Basilone, al que han dibujado sin pizca de gracia ni cariño?". Por cierto, gracias por tu aportación acerca de Snaffu. Sus descendientes estarán contentos con el retrato, pues.
Es impresionante!!!
Hacía tiempo que no abandonaba una serie, pero después del quinto episodio, dejé de verla por supremo aburrimiento.
Hopewell, así me gusta. Con un par dices que Pacific te mató de aburrimiento. Claro que sí ;)
Veo que no estoy sólo en el club de defensores de James Badge Dale.
A mi también me gusto James Badge Dale y The Pacific en general. Comparada con Hermanos de sangre no puede salir bien parada pero es que el listón estaba muy alto, pero par mi, es mucho mejor que otras mini series, por ejemplo, los pilares de la tierra.
¡Uh, qué buena serie! En general pienso que la serie fue estupenda sin embargo un poco elitista porque la mayoría de los espectadores no entiende propuestas como ésta y de alguna forma pues tampoco les interesa, son muy pocos los que realmente logran engancharse de historias que involucran política, critica social o incluso hasta religión. En fin, esta es de las propuestas que aparte de entretener logran cautivar.
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