"Everything in here has a story and a price. One thing I’ve learned after 21 years: you never know what is gonna come through that door."
El autor de esta frase es Rick Garrison, el propietario de una tienda de empeños en Las Vegas. Él, al igual que su padre y su hijo, podrían parecer los typical americans: robustos, de humor un tanto sudado y un sentido estético bastante parecido al de Charlie Harper. La única diferencia entre ellos y el resto es que protagonizan su propio reality, Pawn Stars. Y no uno cualquiera, sino uno de los programas más vistos del cable norteamericano (sólo les supera la última temporada de Jersey Shore), con más de siete millones de espectadores cada semana. Ellos son los reyes de History Channel y, contra lo que opina la audiencia más gafapasta, tienen una razón de ser: entre bocadillos de Subway y bromas infantiles, ofrecen pequeñas lecciones de historia.
Como son conscientes que para triunfar con un formato como este deben ser más ligeros que la brisa de verano, las raciones vienen breves (los episodios son de veinte minutos) pero en formato doble. El esquema es fácil: la familia Garrison va a trabajar a su tienda cada día, les llegan cuatro o cinco piezas con bagaje a sus espaldas, llaman a especialistas para que verifiquen su autenticidad y valor para algunas de ellas, regatean y encima tienen alguna especie de conflicto que sirve de alivio cómico (el viejo se duerme en el despacho, todos deben ir al gimnasio para cuidarse). Nada de reflexionar acerca del actual contexto económico que obliga a la gente a empeñarse las joyas para llegar a final de mes. Aquí importa la venta de objetos curiosos y mola más pensar que los clientes que aparecen por la puerta quieren permitirse un caprichito que poder pagar las facturas del agua, el gas y la tele por cable.
Algunos ejemplos son, por ejemplo, la llegada de la silla del senador McCarran, que estuvo en la cámara legislativa desde 1933 al 1954. Gracias a Pawn Stars sé que el tipo estaba detrás de la caza de brujas de McCarthy y que era el mayor anticomunista de esos tiempos. También llega una fotografía del programa Gémeninis de la NASA firmada por varios astronautas, incluyendo Neil Armstrong, que puede valer hasta 5.000 dólares; un trozo del Apollo XIII; artilugios y uniformes de la guerra civil norteamericana; todo tipo de vehículos y hasta una caja de cerillas de la II Guerra Mundial parodiando a Adolf Hitler.
La cantidad de objetos que pueden despertar interés entre los consumidores de esta clase de reliquias (que muchas han salido de rastrillos y trasteros) también demuestra las ganas que tienen los norteamericanos de tener su propia historia. Difícilmente se daría la misma importancia a objetos parecidos en esta parte del mundo (¿una chapa de una gasolinera del siglo XX puede tener valor?). Y gracias a la exposición de su trabajo, Gold & Silver Pawn Shop ha pasado a ser toda una atracción turística en Las Vegas, con más de mil clientes al día. Eso sí, de la misma forma que no muestran la treintena de trabajadores extras que corren por la tienda, tampoco nos cuentan qué beneficio sacan de cada pieza que regatean como si fuera un trozo de chatarra mientras comentan a cámara lo chulas que son. Si lo supiéramos, los Garrison quizá no nos parecerían tipos tan graciosos.
2 comentarios:
Hay otro reality de lo mismo pero de mujeres, las Pawn Queens (que creo que están cerca de Chicago, no sé.), y estas si te muestran el beneficio que se sacan de cada producto, a mí me mola más su reality por eso.
Si un día las encuentro, quizá les echo un vistazo. De momento... con mi excursión por la tienda de empeños de los Garrison ya tengo suficiente. Me parece un programa entretenido, pero ahora mismo tengo otras prioridades :)
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