Las segundas temporadas en televisión muchas veces sirven para consolidar un modelo. Durante el primer año plantean una visión, hacen pequeños tests a los personajes y hasta llegan a improvisar según la marcha, intentando aprovechar las virtudes y reduciendo los defectos. Pero en el segundo año, si se han encontrado, algunas series son capaces de hacer unos saltos cualitativos bestiales porque ya desde el primer minuto saben qué quieren y hasta donde pueden llegar.
El matrimonio King, por ejemplo, lo reconoció. No solamente moldearon algunos personajes secundarios como Cary Agos y Dianne Lockhart porque les encantaban los actores que los interpretaban, Matt Czuchry y Christine Baranski, sino que vieron que les funcionaban muy bien las tramas secundarias que iban plantando brevemente en cada episodio. Así que decidieron cambiar la filosofía de la serie, que presentaron a la CBS como una serie de casos bastante pura y acabó convirtiéndose en algo más refinado y repleto de matices, con eternos arcos argumentales que planean de fondo y afectan continuamente a todos los personajes de la serie. De aquí que Julianna Margulies agradeciera al canal que les dejaran ser como querían mientras recogía el premio a la mejor actriz en los Emmy. El canal bien podría haber pedido a los creadores que volvieran las aguas a su cauce y se restringieran al modelo del canal, estrictamente procedimental, que tantos beneficios les reporta.
Graham Yost también hizo algo parecido con Justified en el canal FX. Adaptó el relato ‘Fire in the hole’ de Elmore Leonard y lo trasladó a la televisión. Lo más curioso, sin embargo, es que en ese episodio inicial el personaje de Boyd Crowder, el antagonista, moría al igual que lo hacía en el texto. Sin embargo, cuando vieron las imágenes, los responsables decidieron que el personaje tenía que sobrevivir, que tenía demasiado potencial y que Walton Goggins hacía un trabajo magnífico. Y el actor no se lo esperaba puesto que, según él, aceptó grabar el piloto solamente porque sabía que la iba a palmar, puesto que creía no estar preparado para regresar a la televisión tan pronto, después de The Shield.
Cuesta imaginar, entonces, qué hubiera ocurrido con la primera temporada de Justified de no ser por él y qué tramas debía tener planeadas Yost cuando planteó la serie al canal. Al fin y al cabo, tuvo que cambiarlo todo y creo que esto también se puede ver en los primeros episodios de la serie, en los que Boyd está presente pero no tan bien atado como en el tramo final, donde saben cómo aprovecharlo. No es de extrañar, por lo tanto, que en la segunda temporada dieran en el blanco una y otra vez. Después ya sabían exactamente qué querían, qué les funcionaba y con quién contaban para llevarlo a cabo.
Pero también está el caso opuesto, el de aquellas series que arrancan con tanta fuerza que después no saben cómo explorar nuevas vías una vez han agotado la premisa inicial. Prison Break, por ejemplo, pasó de serie revelación a decepción en pocos meses y Heroes, que no se atrevió a matar a Sylar por miedo a qué sería de ellos sin el malo por excelencia, siguió un camino similar.
Y después están aquellas series que, a pesar de tener un planteamiento interesante, no acaban de encontrar un tono y de aprovechar sus personajes, por más que jueguen con los factores. A Smash, por ejemplo, le ha ocurrido y en la NBC ya han reemplazado a su creadora, Theresa Rebeck, como showrunner y han puesto en su lugar a Josh Safran. El fichaje, de la factoría de Gossip Girl, tendrá la dura misión de encontrar el camino a seguir para la serie musical en la segunda temporada, después de un piloto que ilusionó a toda la industria y una primera temporada que no está a la altura. Claro que, en estos casos, las segundas temporadas no suelen ser fuego, sino pruebas de fuego. Una maniobra que suele poner en evidencia que, cuando se empieza con mal pie, difícilmente se puede redirigir una obra.
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