jueves, 14 de junio de 2012

Antes y después del episodio


En tiempos casi inmemoriales, las recapitulaciones y avances de las series simplemente servían para situarnos en las tramas y picarnos la curiosidad de cara al siguiente episodio. Posiblemente porque el espectador medio creció (o por lo menos el obsesionado con la televisión), estas pequeñas píldoras pasaron a ser hijas del maligno señor de los spoilers. Por alusión, los resúmenes pre-episódicos suelen desvelar en exceso qué ocurrirá en la próximo hora, al igual que algunos anticipos parecen resúmenes demasiado detallados del siguiente episodio. Pero también hay algunas series que se toman estas armas de captación de espectadores de una forma un tanto peculiar.
Matthew Weiner, por ejemplo, se ha lucido con Mad Men. Se ha pasado toda la quinta temporada construyendo unos promos de los episodios que no decían absolutamente nada. Y no parecía de forma fortuita. Algunos quizá pensarán que, como no ocurre nada especialmente destacable en la agencia, no tienen materia que avanzar. Pero semejante montaje de frases sin sentido por sí solas tiene que ser a propósito. Incluso impedían imaginar quién protagonizaría el siguiente episodio y se eligieron algunos momentos que, tontamente, fingían transmitir dramatismo. Por ejemplo, Peggy soltando un “shut up” que seguramente no tendría ninguna importancia. Vamos, que Weiner seguramente consideró que las herramientas del canal AMC para llamar la atención al público estaban por debajo de su intelecto y del de sus seguidores y prefirió tomarse los avances como un recurso humorístico. La verdad es que algunos de ellos han sido extraordinarios, por falsamente trascendentes y casi paródicos. Altamente recomendables como obras independientes de la propia serie.

Previously on True Blood...


Y en el otro extremo está True Blood. Volvió el pasado domingo a la HBO y se estrenó con un resumen de lo ocurrido anteriormente que hizo las delicias de cualquier demente. Porque hizo aún más evidente la locura en la que vive perennemente la serie. Puede que la temporada anterior no tuviera viajes introspectivos especialmente estimulantes, ni grandes discursos camuflados entre vísceras, pero no le faltó trama. Cambiaformas, traiciones, hombres lobo, transbrujos, conspiraciones vampírico-monárquicas, aliens, tetas y sangre, todo aliñado con dilemas baratos, pérdidas de memoria repentinas, alter-egos llenos de pírcings y tatuajes, y superpoderes luminosos. Después de tal estrés de recapitulación, parecía que Alan Ball sólo podía ir cuesta abajo con lo que vendría a continuación. Hasta que vimos el estreno, claro. Entonces comprendí que eso tenía otra función, la de ponerse un listón a sí mismo y ser capaz de superarse en 60 minutos.
El melodrama de Sookie Stackhouse, básicamente, superó cualquier expectativa. Fue más absurdo, gratuito, acelerado, homoerótico y psicotrópico que nunca. En lugar de una calmada presentación, fue una loca entrada al inframundo de la HBO. Algunos podrán argumentar que es la peor serie en emisión, otros intentarán encontrar palabras para defenderla. Pero la cuestión es que todos la vemos y que es una serie imprescindible, más allá de la cadena en la que se emite. Yo, por ejemplo, diré que es postmoderna y que por esta razón me parece una genialidad incluso ahora. De hecho, más ahora que antes porque True Blood sólo va a más (yendo a menos, paradójicamente). Y los resúmenes son una prueba más de que la serie sabe perfectamente qué es. El desmadre por antonomasia.

3 comentarios:

Jaina dijo...

Lo mejor es que es con un resumen de 2 minutillos True Blood le ahorrará a más de uno la necesidad de ver la temporada anterior entera.

Eloi dijo...

Yo no os entiendo con True Blood.
La 1a y la 2a temporada eran MAGNÍFICAS. Una obra maestra.
Però la 3a y la 4a son horribles, y la 5a sigue los mismos pasos.
Es como si la gente no supiera diferenciar entre una serie buena y una mala.

Flyingvolandas dijo...

La cuarta temporada de True Blood es una puta locura psicotrópica ("Erik, acabas de comerte a mi hada madrina"). Me aterra y, al mismo tiempo me mantiene enganchado. Un desfase!