Era muy improbable que Awkward fuera buena y aún más que la crítica norteamericana se fijara en ella más allá del primer episodio. Una comedia adolescente de la MTV, por prometedora que sea y resultados que brinde, tiene una gran cantidad de prejuicios que disipar. Pero el trabajo de Lauren Iungerich rindió y en diciembre hasta logró colarse en unas cuantas listas de las mejores series del 2011, un privilegio poco habitual entre las ficciones teens americanas (diría que Veronica Mars fue la última en captar semejante atención).
Los principales atributos de Awkward fueron un sentido del humor entrañable y cínico pero sin aventurarse de forma gratuita en el exceso y la incorrección política, unos personajes tan caricaturescos como identificables y diferenciados (especial mención a Sadie y Tamara), una óptica adulta dentro de un mundo 100% adolescente y el acierto de cásting de Ashley Rickards. No es una tarea fácil aguantar tanto monólogo y cara de circunstancias sin parecer una sosipava.
No obstante, tanta frescura y unos gags especialmente inspirados (el falso suicidio, el “you’re welcome”) disimularon que la serie flojeaba en su esqueleto. Tiene los chistes y los personajes, pero su dependencia en la vida sentimental de Jenna Hamilton empeora el resultado final. Sobre todo porque la trama principal gira en torno a ella y Matty y Jake, los maromos que la cortejan, ya han sido muy explotados. Poco tienen que aportar como intereses amorosos, sobre todo ahora que ella se ha decidido, y Jenna se merece un respiro.
Da la impresión que Iungerich cree que Awkward necesita ser una comedia romántica para conectar con su público cuando, si algo está demostrando, es que su vertiente cómica y los personajes funcionan mucho mejor cuando la serie se aleja de este eje. Por ejemplo, la marciana apertura del universo asiático estuvo muy inspirada (¡por fin le dan algo de cancha al personaje de Ming!), las intermitentes apariciones de Kyle siempre triunfan (Jenna Lives) y el episodio del campamento cristiano fue redondo. Bueno, y está siendo bastante interesante ver cómo se están llevando los pocos personajes adultos. Tanto Valerie como la madre de Jenna han adquirido un tono más sólido y han pasado de ser pegotes a personajes.
Vamos, que pese a fallar en su arco, el balance sigue siendo positivo (al fin y al cabo, se trata de un lastre que ya arrastraba en su primer año) y por lo tanto podemos alegrarnos de la renovación por una tercera temporada de 20 episodios. Cualquiera de sus buenas líneas (y tiene muchas) compensa la errónea obsesión por no dejarla escapar de la comedia teen más básica. Porque no lo es.
2 comentarios:
No la llevo al día, pero por lo que he visto de la segunda temporada pienso lo mismo que tú, y no me gusta que ahora empiecen a marear y a centrarse demasiado en la trama romántica, cuando precisamente lo que hizo destacar esta serie fue su humor, no la trama sentimental.
Jaime, por suerte tienen suficientes momentos inspirados para que superemos el rollo del triángulo romántico. Por favor, Jenna, supera a Matty. Por el bien de la serie. Para que sea excelente y no solamente notable.
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