martes, 25 de septiembre de 2012

La confirmación de la sospecha

Siempre se dice de casi todas las series que sus primeras temporadas nunca son las mejores. A menos que sean Mujeres Desesperadas y Heroes, claro. De tal forma que, cuando vi el estreno de Will and Grace, pensé que esperaría a que tomara forma. Por regla general las sitcoms tardan unos cuantos capítulos en definir quienes son y encima me habían comentado que se convertiría en una comedia más física. Así que esperé. Vi la segunda temporada entera. Decidí que, definitivamente, nunca sería mi comedia favorita de todos los tiempos. Por una cuestión de gustos y también porque muchas veces simplemente me parece lo peor.

Primero entremos en mis preferencias como espectador. Me cuesta divertirme con una serie con unos personajes tan y tan despreciables y cuyos creadores consideran entrañables. Puede que Will sea una rata arrogante y que todos tengan tendencia a meterse con Grace de forma gratuita (que por otra parte sería adorada en cualquier otro grupo de amigos, por su carácter y por su pelo), pero Jack McFarland podría ir tranquilamente a una cámara de gas y el mundo no se perdería nada. Es un inútil, un aprovechado que opina que su mejor amigo debe pagarle el gimnasio cada mes y encima David Kohan y Matt Mutchnick creen que es gracioso que demande a su mejor amiga Karen por una manutención. No, no lo compro, sobre todo porque su intérprete, Sean Hayes, se crece en cada capítulo y sus entradas en el apartamento del abogado son tan excesivas como cansinas. Siempre igual y siempre a peor. De verdad que nunca entenderé que el actor fuera premiado hasta tres veces por el sindicato de actores.

Sí compro, en cambio, cualquier escena relacionada con Debra Messing y Megan Mullally. La primera porque me parece una actriz cómica excepcional. Puede casi perder la compostura a menudo cuando una broma es demasiado buena (algo que como espectador curiosamente se agradece) pero reúne todas las características para ser una actriz total de comedia. Funciona como payasa, funciona como histérica y funciona en sus escenas normales, dramáticas y monas (que alguna también tiene). Y Mullally borda el papel de Karen, el personaje más agradecido de la serie cuya única función es adueñarse de todas las escenas donde debe abrir la boca. En su caso puedo comprender los tres premios SAG.

Pero lo que inclina la balanza hacia una opinión negativa son algunos episodios que demuestran cierta pobreza creativa por parte de los responsables. Donde se estructuran los capítulos alrededor de unas tramas completamente inverosímiles. Un ejemplo sería ‘I Never Promised You an Olive Garden’ donde los protagonistas se sienten culpables por evitar a sus amigos Rob y Ellen como si estos no hubieran despreciado su restaurante favorito y les hubieran dejado tirados. Y, si encima se le suma que los chistes se repiten una y otra vez (las caras de Karen, las entradas de Jack), Will & Grace acaba siendo una comedia bastante mediocre. Excesiva e histérica (y para muchos graciosa) pero pobre.

P.D. Podcast: Ayer hablé de los Emmy, pero hoy ya podéis escucharme en el podcast Yo Disparé a J.R. Pero no todo será la caída de Mad Men y el gran triunfo de Homeland. También comentaremos estrenos de pilotos, avances y cierres de temporadas muy variados. Podéis escuchar el programa en la barra lateral y aquí tenéis la guía:
- 0’: Presentación y la gala de los Emmys. Ganadores y perdedores.
- 26’: The Mob Doctor. Análisis del piloto.
- 37’: Downton Abbey. Arranque de la tercera temporada.
- 53’: Awkward. Balance de la segunda temporada.
- 65’: Boardwalk Empire, la serie que sigue a medias.
- 82’: PROPUESTA PARA LOS OYENTES.

2 comentarios:

Ellisto dijo...

Me quedo con esta frase tuya
"Me cuesta divertirme con una serie con unos personajes tan y tan despreciables"

Sin embargo una de las series mas premiadas y divertidas de todos los tiempos es precisamente Seinfield, y en comparación con aquellos los amiguitos de Will y Grace son hermanitas de la caridad.
Y no hablemos ya de la serie española del momento, La que se avecina, donde cada uno de ellos compite por ver quien es mas cabrón.

Deephardy dijo...

Mi comentario llega un poco tarde, pero aquí va:

A mí la serie me encanta, no sólo por lo que sgnificó socialmente en su época (vaya, eso suena a 50 años atrás, ja) y en su país tan doble moralista (cosa que tú muy bien reseñaste en una entrada pasada). Sino porque siendo una serie que sólo contaba con un excelente, aunque desconocido, grupo de interpretes; una premisa sencilla, aunque controversial y sin ningún tipo de pretenciones logra entretener, divertir y divertir, porque ése era su objetivo.

Yo la inicié en su última temporada, por allá por mis 15 0 16 años, y siempre me dejaba un buen sabor de boca. Ahora con las facilidades del internet me propuse a verla desde su inicio, con un poco de miedo de que tal vez me decepcionaría (como más o menos me pasó con Nip/Tuck) Y thanks God, no lo ha hecho. Ya voy por la séptima, y para mí desde la primera mantiene su escencia, ese escencia de divertir sin caer en lo vulgar y burdo.

En cuanto a los personajes, sí, so despreciables, pero si gustan o no, es subjetivo, en la vida real también hay gente despreciable y tienen sus circulos, ¿no?. ¿Y qué no en TGW y GOT todos son unos hijos de putas?

En cuanto los capitulos que no te "compras", sólo voy a decir: En Nip/Tuck y Six Feet Under pasaban cosas más inverosímiles y aún así las comprabamos (y sí, sé que es Alan Ball).

Bueno, ya paro aquí que me he extendido mucho.

Excelente blog y podcast.

Saludos desde el caribe.