¿Una serie sobre comadronas? Paso.
Esta fue mi primera reacción ante Call the Midwife. Que fuera de la BBC era un punto a favor porque suelen pensárselo dos veces antes de encargar una ficción. Que se basara en unas memorias, las de una comadrona llamada Jennifer Worth, también. Las adaptaciones del canal tienen renombre. Y que se ambientara en el barrio obrero del este de Londres de los años cincuenta era otro punto más. Nadie hace postales de época más bonitas que los británicos. Pero, con todo esto, aun así la dejé pasar de largo cuando fue su estreno en el Reino Unido y otra vez cuando se emitió en Estados Unidos, donde la vendieron como la serie perfecta para aquellos que añoraban Downton Abbey.
Me echaba para atrás que, pese a las comparaciones (y que tuviera tanto o más éxito en su país de origen), no fuera un culebrón, ni tuviera pinta de ser exactamente de casos. Tanta monja y tanto paseo en bici (así se desplazaban las comadronas) en las imágenes promocionales me daban la impresión que sería extremadamente ligera, sólo una postal. Pero, como también a destiempo descubrí a Miranda Hart, me picó la curiosidad ver a la actriz en un papel que no fuera de descerebrada solterona contemporánea. Y, sin especial interés para empezarla, Call the Midwife ha hecho que la Navidad fuera un poquito más dulce.
Hacía tiempo que no veía una serie tan mona. También la podría describir como exquisita, cuidada y tierna. Las experiencias de la enfermera Jenny en un barrio más humilde de lo que estaba acostumbrada, conviviendo con monjas y creciendo como profesional y persona, son una delicia. Sobre todo porque son historias creíbles, reales y están contadas con amor. No se exceden (ni mucho menos) en la miseria de esa zona y buscan contrastar alegrías y penas, haciendo que cada parto y cada pacientes de las comadronas sea una historia digna de contar. Y como emocionan y llegan y no son inverosímiles, que estén un poco edulcoradas no importa. Se supone que sucedieron.
Además, podrá decirse que Call the Midwife es un toque a la fibra sensible más que una ficción de tramas o casos evidentes. No tiene prisa en presentar a sus comadronas y monjas, aunque todas ellas resultan simpáticas (desde la madre superiora a Sor Monica Joan, senil). Su objetivo es atraparnos en un mundo agridulce y lo consigue. Y, si bien Jenny es algo distante, Jessica Raine tiene un físico perfecto para la época y convence en el papel. Así, la creadora de esta obra, Heidi Thomas, ha podido redimirse de su último proyecto en la BBC, el remake-secuela de Arriba y Abajo que era ligero pero no tenía el encanto de ésta ni de Cranford, la adaptación de Elizabeth Gaskell con Judi Dench que también llevó a la televisión.
2 comentarios:
Desolado por que no haya comentarios...
Decidí ver la serie tras leer esta entrada y debo darte las gracias por ello. Una serie maravillosa.
Muchas gracias, señor. No me tomo la falta de comentarios de forma personal. Ahora la gente prefiere twittearme una impresión que escribir aquí. Más rápido. La cuestión es que sigo teniendo lectores, aunque se expresen de distintas formas. :)
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