Black Mirror llega, emite tres episodios y se desaparece hasta próximo aviso. Sabe muy bien que cuantos menos episodios tiene una obra, más fácil es venderla como un acontecimiento y ya llevan dos temporadas causando furor con cada llegada. Son tan pocas entregas que se favorece el debate, la reflexión o únicamente la verborrea del público y la crítica. Estos saben que el seguimiento es prácticamente fugaz, que la discusión no se podrá prorrogar eternamente y, como son tan pocos episodios y pueden crear polémica, es mejor verla con inmediatez para sumarse al foro.
Se demostró que la táctica les había vuelto a funcionar porque, cuando Martha perdió a Ash en Be Right Back, los aficionados hablaron del episodio de forma automática. Habían seguido al pie de la letra los anuncios que advertían que las fábulas tecnológicas de Charlie Brooker estaban a punto de llegar y habían esperado, visto y comentado como este había planeado.
El episodio de presentación de la temporada fue íntimo, una historia de pérdida donde la tecnología evidenciaba la desesperación de su protagonista, incapaz de superar que su marido había muerto. Había otras lecturas como la falta de privacidad y la obsesión por exhibir las propias vidas en las redes sociales, pero era un discurso tan obvio que prefiero pensar que su pensador lo utilizó como coartada para tratar un sentimiento más universal. Como bien contó MacGuffin en su blog, la ciencia ficción es un género que si está bien empleado refleja como ningún otro las problemáticas de la sociedad y los individuos (y también le robaría la idea de que Brooker no inventó ningún género televisivo, sólo que las antologías del estilo “Hitchcock presenta” estaban muy olvidadas).
Pero después llegaron White Bear y The Waldo Moment. Confirmaron que el guionista había invertido el orden temático de la anterior temporada (política, reality TV y los avances tecnológicos en la intimidad) y que, por tanto, había una conexión entre las dos temporadas. Pero también demostró que Be Right Back no se había estrenado primero por casualidad. Puede que siempre se lo hubiera planteado como la nueva bienvenida a su universo, pero a la vez era mucho mejor que los que vendrían a continuación. Demasiado mejor. En comparación, el siguiente fue pobre y el tercero lamentable.
Cogiendo de prestado más ideas a conocidos míos, estos episodios tuvieron ideas originales como eje central pero también una falta de tacto propia de alumnos de audiovisuales. Ni fueron sutiles, ni elegantes, ni conceptual y visualmente viscerales. White Bear y The Waldo Moment olían a guiones exprés que deberían haber tenido más re-escrituras. Eran pequeñas obras que, una vez entendías qué te querían contar, conservaban cero interés.
3 comentarios:
Coincido contigo, y me parece una lástima que con un episodio inicial (de esta 2ª temporada) tan bueno se hayan dejado llevar por lo fácil.
A los dos últimos episodios les falta la chispa que ha hace a Black Mirror diferente.
Un saludo^^
No solamente chispa. Es una cuestión de saber hacer, de tener algo más que buenas ideas.
Un espejo así deberíamos tener todos en casa, que nos sirva de moral y de control en nuestras vidas, nos evitaríamos muchos problemas.
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