Showtime llamó a Clyde Phillips, con quién ya habían trabajado en la cuarta temporada de ‘Dexter’, y se le ofreció llevar el timón de ‘Nurse Jackie’ porque las dos mujeres que la habían creado, Liz Heldens y Linda Wallem, que habían sido pareja, se llevaban mal desde que Wallem sale con la cantante Melissa Etheridge. Él dijo sí y hemos tenido una quinta temporada bastante bien llevada. Hasta su escena final, diría yo.
Se impuso el objetivo de relajar su faceta más dramática, pues el nuevo showrunner quería que fuese una comedia, categoría en la que competía en los premios, y solamente lo hizo a medias. Sí se percibió cierto cambio, pero también era la evolución natural de sus predecesoras. Ellas habían escrito una tercera temporada horrible y se habían redimido con una cuarta entrega donde Jackie Peyton caminaba hacia adelante y lo hacía de forma más simpática. Y Phillips, por más que vaya de conceptual y de autor, tiró por la misma senda. No salvó ninguna serie, solamente siguió con los planes.
Jackie, sin estupefacientes y pastillas, ha sido menos arisca. También sin una doble vida que ocultar y que le pasaba factura a la hora de relacionarse con los demás. Y los papeles secundarios de Zoey, Akalitus y el nuevo jefe de urgencias, el Dr Prentiss interpretado por Morris Chestnut, también han tenido sus momentos. La sala de urgencias del hospital por primera vez en mucho tiempo ha parecido una sala de urgencias de un hospital. Más que nada porque entraban algunos pacientes, se les atendía y veíamos su progresión médica y su salida, mientras que los anteriores años había algún enfermo molestando y de quien sus guionistas se olvidaban a mitad de episodio.
‘Nurse Jackie’, sin embargo, como siempre se ha visto perjudicada por su formato. Le sobran minutos para ser una comedia y le faltan para ser un buen drama. No hay tiempo para que todos sus personajes tengan un arco dramático decente. No nos ha dado tiempo a echar de menos a O’Hara, Coop ha sido desaprovechado una vez más, Zoey debería haber tenido más tiempo para así explorar mejor su peculiar amistad con la protagonista y Akalitus cerró su trama, la más decente, de golpe y corriendo (y sin consecuencias).
Pero tampoco es necesario ser demasiado severo. En general, la temporada ha sido correcta y francamente entretenida con un tono más desenfadado que le ha sentado de maravilla. Hasta que llegó la última escena (y aquí sí habrá spoilers) y Jackie se tomó la pastilla que guardaba junto a su anillo de compromiso. Una decisión que sería comprensible si la hubiéramos visto descender a los infiernos y hubiera sentido la urgente necesidad de aliviarse. Pero fue algo consciente y planeado, como si la enfermera creyese estar por encima del bien, del mal y también de las drogas. Algo que también nos hubieran colado si no la hubiésemos visto convencida de su camino y consciente de cómo sus erróneas elecciones vitales habían perjudicado a su hija mayor, que ya ha tenido sus escarceos con la cocaína.
En realidad, la impresión que he tenido es que Phillips también quería probar las drogas. Le pidieron que escribiera una serie sobre una enfermera drogadicta y debía querer escribir sobre cómo se esnifa todo el botiquín del baño y del hospital. No, no y no. Este no era el camino de Jackie Peyton. Si quería que recayese, que hubiese escrito el proceso. Pero esto simplemente ha sido una chapuza.
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