Los realities de Estados Unidos siguen la filosofía de Juan Palomo: los concursantes se lo guisan y ellos mismos se lo comen. Triunfó gracias a ‘Survivor’, donde los participantes se echan entre ellos y coronan al ganador, y el éxito permitió que se implantase en otros programas de convivencia como ‘Big Brother’ y sucedáneos como ‘Love in the Wild’. Si además tenemos en cuenta que el concurso de supervivencia atrapó a más de cincuenta millones de espectadores en su primera final, se puede dar por hecho que es un formato muy arraigado en la mentalidad americana.
Como los espectadores no votan directamente en las expulsiones, los participantes pueden dar confesionarios ultra-sinceros sin tener miedo a las repercusiones y con el paso de los años hasta se han creado estereotipos. Y ‘Siberia’, una de las apuestas veraniegas de la NBC, juega con la idea de que estas reglas y hábitos están muy asimilados. Pone a 16 personas en una de las zonas más inhóspitas del planeta y les pone a competir por un millón de dólares. Con una pequeña diferencia: no es ningún reality show, sino una serie que finge serlo.
Se podría definir como el hijo bastardo entre ‘Survivor’ y ‘El Proyecto de la Bruja de Blair’ ya que ellos están en Tunguska, el lugar donde explotó un meteorito en 1908 y que desde entonces ha albergado leyendas sobre posibles fenómenos paranormales. Y, obviamente, empiezan a suceder cosas extrañas: hallan una rana mutante, oyen ruidos extraños en mitad de la noche y al segundo día muere un concursante en un supuesto accidente. Vamos, que algo no funciona y hasta los productores del programa parecen desentenderse, proponiéndoles quedarse allí bajo su propia responsabilidad.
Más allá de si la premisa la hemos visto antes (tiene mucho de ‘Perdidos’, que ya se vendió como una versión ficcionada de ‘Survivor’, y el formato se parece a ‘The River’, también grabada cámara en mano) y si resulta creíble que los cámaras sigan grabando cuando se enteran que un compañero suyo está herido (¿no sería más interesante si formasen parte de la trama y también estuvieran manifiestamente asustados?), lo más curioso de ‘Siberia’ es que demuestra que la telerrealidad es imposible de copiar.
Puede que sea verdad que siempre está el engreído que no quiere hacer amigos, el tipo algo mayor que cree saberlo todo, la zorra que busca que los chicos le saquen las castañas del fuego y los que van allí con ganas de absorber la experiencia, pero nada es tan real como personas confesando sus inquietudes. Puede que tengan pose igualmente y que se les note la falsedad por todos sus poros, pero incluso esas mentiras son más auténticas que unos actores con un guión.
Y no suele reconocérseles a esos concursos la autenticidad de sus actos: si se comportan como unos imbéciles será porque lo son y nadie les obliga a ser déspotas en algunas ocasiones, de la misma forma que tampoco nadie les hace ser bondadosos muchas veces en contra de su propio juego (algo que ocurre en ‘Survivor’ muy a menudo, donde los hay que forjan amistades además de aliados). Así que, de momento, no recomiendo ‘Siberia’ porque es demasiado inaccesible. Ni la puedo comprar como reality, ni la puedo comprar como ficción y encima me da mucho miedo que al final de la temporada haya un giro meta-televisivo que huela a moralina barata. Next.
2 comentarios:
Quitando lo lenta que está siendo, tiene un algo que me gusta. Lástima de esa falta de velocidad y de que nos recuerda a The River pero sin, como has dicho, la implicación de los cámaras en la historia; pero los "concursantes", partiendo de que no soy una gran seguidora de este tipo de realitys, me parecen ser los típicos y que han llegado al concurso gracias a sus personalidades, que darán juego, tanto al espectador del supuesto programa como al de la serie (tienen libertad total para hacer lo que sea por ese millón de dólares y ya hemos visto hasta dónde puede llegar una de ellos xD)
Supongo que partes con ventaja al no haber visto realities. Si te soy sincero... yo puede que ni vea más episodios. Pereza absoluta.
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