La mejor decisión que pudo tomar Veena Sud fue distanciarse de la obra que copiaba porque la adaptación del primer caso de ‘The Killing’ no le salió como para tirar cohetes. La crítica le dio por todos lados, que no aceptó tantas pistas falsas y la sensación que la investigación no iba a ninguna parte. Pero su mayor error fue no comprender que, puestos a adaptar una obra por la que se habían pagado unos derechos, había que corregir sus errores en lugar de acentuarlos y, ya que no fue consciente, mejor empezar de nuevo y ver si su ingenio le permitía escribir algo más orgánico.
En este segundo caso evitó cualquier paralelismo. Le desarrolló una vida personal y profesional distinta a Linden, cambió el perfil de las víctimas y eligió un ambiente opuesto. En lugar de adentrarse en el funcionamiento del Ejército y sus misiones en el exterior, como hacía ‘Forbrydelsen II’, se metió en los bajos fondos de su ciudad. Trazó un panorama, que conste, algo artificial. Una especie de limbo social de Seattle, donde un grupo de chicas blancas menores de edad vivían en la calle y se prostituían sin el menor control policial y gubernamental. Por suerte para ellas, allí también vivía Bullett, una joven lesbiana con una actriz muy solvente, Bex Taylor-Klaus, que ayudó a humanizar ese sub-mundo.
Y el tercer vértice del triángulo, ya que el esquema de esta serie es contar un relato a través de tres puntos de vista, estaría formado por un preso en el corredor de muerte. Un hombre puesto entre rejas por Linden y cuyo crimen parecería repetirse en la actualidad, haciendo dudar a la propia protagonista. El eslabón más débil hasta que, por supuesto, en cierto punto se unió a la trama principal.
Entre el retrato de Bullett, la realización del décimo episodio (donde Mireille Enos y Peter Saarsgard están espléndidos) y la química entre Linden y Holder, Sud demostró que era capaz de sacar adelante una temporada de ‘The Killing’ con sus propias ideas. Separó la serie del universo de ‘Forbrydelsen’ y salió ganando, sobre todo porque Linden y Holder son una buena pareja de detectives y esto es mérito suyo (en la danesa seguían un camino muy distinto). Se echa en falta cierto tacto en la errante deriva de Holder, que de un día para otro se echa a perder y regresa a la rectitud, pero a grandes rasgos resulta entretenida y le da un corazón a la serie.
Pero no todo son buenas noticias. Al final de esta tercera temporada, si bien (repito) el décimo episodio está dirigido con mucho tacto por Nikole Kassell y una revelación de la season finale también tiene una calma y gusto exquisito, se echa en falta tensión. Confunden el carácter de Linden y el clima de la localidad con el ritmo que debería tener la obra: se beneficiaría de tener más garra. Por no hablar de que la identidad del asesino es más una cuestión de descarte que de construcción de caso y de los sospechosos.
Por ejemplo, jamás olvidaré cómo se me aceleró el corazón cuando Lund se dio cuenta de quien era el asesino que mató a Nanna Birk Larsen en ‘Forbrydelsen’. Tan taquicárdico como aterrador. Pero con ‘The Killing’, si bien debería haber causado el mismo impacto, el clímax resultó casi contemplativo. Y esta no es una palabra que deba utilizarse para una serie de estas características y, si esa era su intención, puede considerarse interesante pero no un acierto.
2 comentarios:
Al no haber visto la Danesa no sé pero a mí si me sorprendió en la segunda saber quien mató a Rosie! Y ahora en la 3aT es muy chulo el momento en el que se da cuenta Sarah de quien es el asesino y cómo reacciona ella en las escaleras y saliendo de la casa... Yo lo que quiero es una 4aT por favor por favor más que final de temporada lo del 12 parece un final de capítulo porque menudo cliffhanger todo en 10 minutos y cortan!
Y de haber 4aT imagino que Sarah ya no sería policía y/o puede que ella esté en la cárcel a la espera de juicio... sería muy interesante ver eso porque seguro que habría algún caso por el que Sarah volvería a colaborar con Holder por Algo...
A mí la tercera me ha gustado bastante hata llegar al último episodio. Es cierto, no había tensión, se veía venir quién era el culpable. Y, no sé si os habrá pasado a vosotros, el instante final me recordó mucho al de Seven.
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