Le debía a Amanda Clarke una oportunidad. No podía haberla adorado sin cesar durante toda una temporada para dejarla de lado cuando las cosas se ponían difíciles. Ni tras ver como Jennifer Jason Leigh era todo un fiasco en el papel de madre, ni tras ver que la Iniciativa iba por unos derroteros muy poco interesantes (¡Padma Lahari, por favor!). Ostras, ¡es que directamente era aburrida! Pero ni aun así podía dejarla de lado, por los viejos tiempos.
Con esta determinación, por fin terminé la segunda temporada y, si bien tuvo algún destello de genialidad, fue altamente decepcionante. Se salvó por ese cuerpo en la alfombra y porque jamás aborreceré una escena donde se enfrenten Victoria y Amanda. Aunque la villana se pase diez episodios bajando las escaleras, enfadándose con alguien y subiéndolas otra vez, como si no tuviera otra cosa que hacer aparte de amargarse en su propia habitación. Ella, la reina de las fiestas, la señora que tenía visitas todo el día y a quien nadie mandaba callar, ni tan siquiera su marido. ¿La única parte positiva de todo esto? Que por lo menos cuando veía a Amanda no moderaba su lengua viperina, harta de estar encerrada todo el día en su palacio de los Hamptons.
Lo aterrador, sin embargo, fue ver el final de temporada y comprobar que su creador, Mike Kelley, creía fervientemente en la relación entre Amanda y Jack Porter, el ser con menos carisma de la faz de la Tierra. Y que creía incluso más en la química con Aiden (otro pan sin sal) antes que con Daniel Greyson. Tampoco es que este último sea Mr. Presencia pero sí tiene gancho con Amanda, ni que sea porque los dos actores que los interpretan, Emily VanCamp y Joshua Bowman, están juntos y algo tiene que traspasarse a la pantalla. Y tendría una ventaja que ella se enamorase de él: entraría en un conflicto de intereses muy complicado, donde la relación siempre se resentiría de sus objetivos, sufriendo ella a la vez.
Pero, como decía, a Kelley le gusta Jack. Él planeó que fuera el maromo de la función por razones históricas que no tienen ningún sentido y le dio la trama más absurda de la temporada: Jack Porter, chico de la calle, representante del pueblo y consejero político. Menuda tontería y, encima, le hizo protagonista del último episodio y también del cliffhanger. Mala señal.
Por suerte, Kelley ya avisó durante la primavera que no contaran con él si ‘Revenge’ tenía una tercera temporada. Que él era incapaz de escribir temporadas de veintidós episodios que estuvieran a la altura y que ABC se negaba a rebajarle el número de episodios. Así que podemos rezar a la virgen (o sea, a Madeleine Stowe) con la esperanza de que el nuevo showrunner tenga otra visión con respecto a la vida sentimental y sexual de Amanda. Puede que hubiera tramas de relleno igualmente pero por lo menos tendríamos otro gancho del que agarrarnos.
2 comentarios:
Nosotras fuimos incapaces de terminar la primera temporada.
A mí me daba el coñazo lo relacionado con las tramas Porter, pero a él no le deseo ningún mal en concreto.
Creo que podría aportar algo si empezaran en serio con la cosa de los triángulos (no me puedo creer que esté diciendo yo esto, que odio los triángulos amorosos).
A la que mas odiaba ya está muerta (Fauxmanda era un coñazo total) y su hermano que tampoco hacía mucho, también. Creo que la cosa tiene potencial.
Ahora,q ue yo estoy de acuerdo con Kelley. A esta serie le vendrían bien temporadas de como máximo y estirándonos, 18 episodios.
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