La muerte de Vicky fue la decisión que me convenció de que ‘The Vampire Diaries’ iba a por todas. Sé que me repito, que lo he dicho otras veces, pero es cierto y demasiado memorable. Kevin Williamson pensó que, si querían que el público se tomase en serio las amenazas de Mystic Falls, alguien debía caer. Así que creó un personaje, lo mimó un poco y le clavó una estaca en el corazón. ¿Y a qué viene este comentario? Pues que, como están las cosas, quizá es hora de que repita la operación.
A partir de aquí, spoilers de la cuarta temporada.
Por lo menos esta era mi opinión al principio de la cuarta temporada, cuando sentí la necesidad de dejar la serie a medias. Los históricos estaban demasiado acomodados en el pueblo y pesaba que los peligros fueran relativos. Klaus era experto en prometer muerte y destrucción a Elena y los suyos pero, a la hora de la verdad, nunca hacía nada. Perro ladrador, poco mordedor. Por esto cuando Sylar se bebió a Jeremy enterito, pensé que era buena señal. Por fin podíamos creer que había un villano real, alguien que podía alterar la normalidad y acabar con ellos. Y el pequeño Gilbert, aunque molestaba al principio de la serie, es protagonista y había que tener agallas para cargárselo.
Fue una decepción, por lo tanto, comprobar que podía resucitársele. Cualquier regreso de la muerte siempre me parece un plan arriesgado porque plantea la posibilidad de que ninguna muerte sea eterna. Como es una obra sobrenatural tiene sentido pero quita fuerza dramática a las tragedias que puedan suceder más adelante. A menos que se sientan bien las bases y sepa transmitirse que, para que resucite, algo malo debe ocurrirles. La muerte de Bonnie sería un buen ejemplo.
No deseo que muera, ya que sus poderes mágicos son un elemento clave en la pandilla, pero debe haber algún tipo de compensación. No pueden acabar todos vivitos y coleando si quieren que nos creamos las amenazas que vendrán a continuación. Sobre todo si tenemos en cuenta que ‘The Vampire Diaries’ es una serie de trama y no de personajes. Hace siglos que casi no vemos a ninguno de ellos haciendo alguna cosa que no sea pensar su próximo movimiento para cumplir algún objetivo. No hay fiestas de pijamas de las chicas donde entendamos porqué todavía son mejores amigas, ni vemos a Elena teniendo cierta cotidianidad con su hermano. Así que todavía es más esencial que la trama se atreva a ser consecuente.
El asesinato de Jeremy, sin embargo, era sorprendente. Llevó a Elena a unos extremos interesantes y ver a Nina Dobrev sufriendo no tiene precio, pero también era muy excesivo. La serie tuvo como punto de partida la muerte de sus padres y, desde entonces, han muerto sus padres biológicos, su tía y su tutor legal (de quien ella guarda muy buen recuerdo y sobre el que quisieron vendernos la moto en la season finale de que cenaban pizza todos juntos mientras veían la tele o algo por estilo, cosa que nunca presenciamos). Pero alguien debe morir y, ya no que no es él, tendrá que ser Bonnie (aunque algo me dice que volverá de alguna forma). Por el bien de la serie.
Y, hablando del bien de la serie, suerte que no resucitaron todos los seres sobrenaturales que habían fallecido. Eso sí que hubiese sido un salto del tiburón y no la inmortalidad de Elena.
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