sábado, 30 de noviembre de 2013

La temporada final

Las últimas temporadas, si son conscientes de serlo, tienen todo el potencial del mundo. Literalmente. Pueden permitirse cualquier tipo de lujo que encaje dentro del universo establecido si es coherente con el perfil de los personajes, y a veces hasta probar algún experimento al que hubieran tenido ganas. De aquí que a las cadenas les guste anunciar la idea de “la temporada final”. Es una manera de decir “no nos dejes ahora que ya estamos en las últimas” pero también de dejar claro que puede ocurrir cualquier cosa, que van a ponerle ganas.

El concepto de “temporada final” es el que permite que ‘Cómo conocí a vuestra madre’ ubique toda su novena temporada en Farhampton durante los tres días previos a la boda de Robin y Barney. Una idea curiosa que probablemente hubiera hartado al espectador si se hubiese tratado de un año corriente... pero que ahora compra alegremente porque estamos cerca del fin. Como probablemente tampoco hubiese existido un episodio escrito con rimas pero, ya puestos, Carter Bays y Craig Thomas van a por todas y punto. A quien no le guste, no le queda demasiado.

También, cuando se trata de una serie que está en plena forma como era en este caso, se crea expectación de cara al último episodio. Parece que cualquier series vaya a tener una fuerte subida de audiencia sólo por emitir su último episodio, pero no siempre sucede. ¿Quién se acuerda del final de ‘Perdidos’, que algunos vaticinaban que batiría récords y se quedó en unas cifras bastante estándares y que simplemente resumían la gente que todavía no la había dejado? Fueron catorce millones y otra mucho menos comentada, ‘The Closer’, reunió nueve cuando Brenda Leigh Johnson se despidió de sus compañeros de la unidad de crímenes prioritarios de Los Angeles. ¿La ventaja? Aquellos que habían sido infieles o que habían abandonado, pudieron volver para decir adiós y crear un momento álgido. Pero no sé qué hago hablando de ‘Perdidos’ y Brenda cuando en realidad quería hablar de ‘Forbrydelsen’, la serie danesa que rehizo ‘The Killing’.

Quería hablar de ella porque fue un fenómeno de esos que parecía que no podían dejarse escapar. Una serie danesa que traspasaba fronteras, que lograba un remake norteamericano y que tenía en ascuas al público británico. ¿Cómo puede ser que su tercera temporada sea la última? Pero, para no repertirse, así lo decidieron: un tercer y último caso para la detective Sarah Lundt, una de las mujeres más obstinadas que haya visto la televisión.

Su camino, no obstante, tampoco fue uno de rosas. La primera temporada tuvo errores y sufrió las exigencias de la cadena que hicieron alargar e improvisar la investigación del asesinato de Nanna Birk Larsen. Pero tuvo una resolución perfecta y un retrato de la protagonista brillante. La segunda temporada puso la directa con menos episodios y las ideas claras. Pero esta tercera, que tan sólo acabo de empezar, da la impresión que lo será absolutamente todo. Es el claro ejemplo de serie que sabe que está en su último año, que será la última aportación que podrá hacer a su público.

La atmósfera nórdica se percibe más que nunca. Lundt es más consciente de sí misma y, en lugar de dejarse llevar por su espiral de soledad, está más racional que nunca.  Además ‘Forbrydelsen III’ se esfuerza para que cada escena sea interesante, importante y electrizante. La fotografía y la dirección son más potentes que nunca, mucho más refinadas. Y un caso que directamente afecta al presidente del país. Porque esta es la última temporada y, si hay que hacerla, mejor que se despidan por todo lo alto. La filosofía del último tomo llevada a la perfección. Vamos, que más que recomendada está.