'Forbrydelsen III' no es lo más: es MEJOR

No se puede empezar una serie por su último episodio de la misma forma que no se debe abrir un libro por el último capítulo. Es indigno para la obra. Otra cosa es que, si pudiéramos echar un vistazo y ver hasta qué punto nos contentará, nos ahorraría muchos chascos y haría que tuviéramos mejor predisposición. Pero este no es el caso de ‘Forbrydelsen’, más bien al contrario: si hubiese sabido cómo iba a terminar su tercera y última temporada, hubiera llorado de alegría desde el primer minuto. ¡Qué maestría!

Por suerte, tengo seguidores que ya me habían avisado que el último caso de Sarah Lund estaba a la altura de las expectativas, que su resolución era magnífica. Para quienes no sepan quién es esta mujer, ella es la detective danesa que fascinó al mundo con la serie cuyo remake sería ‘The Killing’ (tan peor que mejor la ignoramos). Pero la coherencia de la obra ha sido apabullante. Diez episodios para contar la investigación de unos asesinatos, incluyendo el secuestro de una niña, y diez episodios que encajan a la perfección.

De hecho, todo tiene tanto sentido que despierta admiración. La ficción combina los tres implicados en el caso: los detectives (Sarah y su antiguo amante y agente del servicio secreto), los políticos (el Primer Ministro y sus asesores) y un magnate empresarial (a quien le secuestran la hija por razones ocultas). No solamente hay un criminal intrigante e implacable que recuerda mucho a ‘Bron/Broen’, encima todos los vértices del triángulo chocan entre sí. Cada pista, sea correcta o falsa, les acerca a la verdad y esta verdad no tiene porque ser satisfactoria. Se habla de economía, de política y del funcionamiento de las altas esferas, así que hay datos enterrados y la investigación no es coser y cantar. Si algo transmite ‘Forbrydelsen’ es que los casos pueden estancarse, puede que no tengan solución por más que pongas empeño y sigas los pasos, al igual que resulta frustrante tener que hablar con los padres de una niña secuestrada y ser incapaz de aportarles información nueva y que les conforte.

Esta temporada que ya comenté que visualmente era muy potente, que su dirección era muy consciente y elegante, también eleva el concepto de tener un caso sólido. Las piezas encajan con precisión milimétrica y cada anécdota, cada detalle de los personajes, acaba cobrando sentido. No hay minutos de relleno porque se dedica cada minuto a construir los personajes y este proceso contribuye gradualmente al resultado final. Y su desenlace es para quitarse el sombrero, algo que está a la altura de ‘Mystic River’ en el sentido que trata un crimen y a partir de allí habla del ser humano. Y de Sarah Lund.

Dicen que será la última. Es una forma muy elegante de despedirse, de salir por la puerta grande. Pero una parte de mí quiere que retomen la ficción dentro de diez años y nos cuenten qué iba después. No hay cliffhanger, no, pero los buenos personajes nunca se agotan. Mucho menos Sarah.