El concepto de antología es maravilloso. Como creador te permite empezar de nuevo, explorar otros personajes y mitologías. También es un quebradero de cabeza por esto mismo, porque no tienes la oportunidad de anquilosarte y entretenerte con unos tipejos a los que ya tienes controlados. Ryan Murphy y Brad Falchuk contra todo pronóstico supieron renovarse con ‘American Horror Story’ y su segundo tomo, esa locura excesiva y equilibrada llamada ‘Asylum’, de resultados tan sorprendentes como magistrales.
¿Hubiera sido fantástico que se quedasen en ese submundo tan enfermo para la tercera temporada? Por supuesto. Pero cualquier espectador en su sano juicio sabe que si ‘Asylum’ fue tan buena es porque terminó antes de que su excesiva perspectiva se agotase. Los relatos de terror deben terminar a tiempo porque una atmósfera tan turbia no puede mantenerse eternamente, los personajes tienen que morir y los misterios tienen que desvelarse en algún momento. También era evidente que su continuación, ‘Coven’, no estaría a la altura. Ese psiquiátrico dominado por un nazi era una especie muy rara por todo lo que podía ir mal y salió bien (mezclar nazis, psicópatas, aliens, demonios y zombies entre cuatro paredes es apocalíptico). Pero, queramos o no, tenía que salir bien. Tanta calidad no podía ser casualidad y, donde ha habido, tiene que quedar algo.
Se puede alabar de ‘Coven’ que tenía su propio camino. Abandonó una premisa tan amplia como ‘Asylum’ por algo más controlado, una escuela para jóvenes brujas que vive en la decadencia por culpa de una bruja suprema narcisista y unas amenazas externas que amenazan sus vidas. Era interesante que se centrasen en chicas jóvenes y también que la serie girase íntegramente en torno a mujeres (Denis O’Hare y Evan Peters casi sobran). Esta circunstancia sólo se da en los culebrones, no en un relato terrorífico tan respetado como este. Los nombres de Angela Basset, Jessica Lange y Kathy Bates también ayudaban a tener ciertas expectativas. Y todo, absolutamente todo, fue insípido.
‘Asylum’ fue una serie inteligente porque abrió puertas y puertas y puertas y supo cerrarlas, transmitiendo que habían planeado las tramas y que los excesos habían contribuido a ello. Y su otra gran virtud fue saber anclar a dos personajes como el centro moral de la serie, una lesbiana y un joven acusado de asesinato que servían de ancla, a los que podíamos entender, que nos hacían sufrir y a los que queríamos ver sobrevivir. Pero ‘Coven’ no hizo ni una cosa ni la otra. Nos mantuvo a la expectativa de una gran trama que diese algo de sentido a las excentricidades que de vez en cuando tenían lugar y no llegó a ninguna parte.
En algún momento dio la impresión que explotaría, que aprovecharía todo su potencial y que la historia cobraría algún sentido pero no fue así. Los personajes se quedaron en retratos unidimensionales, el personaje de Madame LaLaurie se desinfló por arte de magia (podría no existir y la trama principal seguiría intacta), Jessica Lange hizo lo que pudo con un personaje que no fue a ninguna parte y se resumieron todas las tramas de una forma frustrante.
Tanta amenaza exterior, tanta anticipación de guerra y al final lo apostaron todo en una pregunta sobre la identidad de la nueva bruja suprema que sólo tenía una respuesta: ¿y qué más da? No hay nada peor como espectador que dedicar trece horas a una serie de televisión y que, cuando termine, te des cuenta no tenían ni idea de que querían contar y que creían que cuatro trucos inquietantes podrían ocultar semejante falta de inspiración. Es por esto que ‘Coven’ es mala y es una decepción, y no porque no pueda estar a la altura de ‘Asylum’, lo cual era inevitable.
1 comentario:
A mi me entretuvo bastante a pesar de todo, pero si, todo lo que dices es cierto, se han ganado bastante los palos que les estan lloviendo por todos los sitios
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