Lo predecible y lo aburrido

Un recurso bastante fácil para atrapar al espectador es arrancar una temporada con un anticipo de lo que vendrá, mostrar en qué punto estarán los personajes más adelante y luego rebobinar a un momento mucho más calmado. Es una forma de decir “preparaos”, algo que hizo ‘Revenge’ con ese plano de la protagonista recibiendo un disparo y que ahora también ha empleado ‘Hannibal’. Como era de imaginar, alguien acabará contra las cuerdas, al igual que pasó en la temporada anterior. Pero con esta serie el recurso tiene más sentido que en otras: ya conocemos la historia de Hannibal Lecter, así que tiene mucha más relevancia el “cómo” que el “qué”.

Lo importante será ver el encaje de las piezas que forman este thriller de terror psiquiátrico (más que psicológico). Ver hasta qué punto todos los instrumentos de esta retorcida orquesta sinfónica tocan al mismo son. Me refiero a las estilizadas escenas del crimen, los métodos y razonamientos empleados durante las matanzas, la fotografía asfixiante, el frío atrezzo, las imágenes oníricas, las conversaciones íntimas, las sesiones de psiquiatría, las coreografías en las luchas y esos platos donde cualquier alimento podría ser un pedacito de ser humano. Si unes todos estos elementos, sale una pieza rica en matices e inquietante, incluso más que el tema que ilustra los títulos de créditos.

Este estricto balance, que si no se equilibra al milímetro podría provocar un resultado bastante catastrófico, es el que permite que ‘Hannibal’ sea una obra tan estimulante. Es repulsiva, hipnótica, preciosa, reprochable pero inteligente y estimulante. Y consigue aquello que suele ser difícil: que queramos ver los pasos de un psicópata cuyo destino ya conocemos (y si perdiéramos a los demás personajes, exceptuando a Will Graham, tampoco sería el fin de este universo). Y tiene tanto éxito en su empeño que hasta el adelanto, ese salto al futuro que inaugura la temporada, deja los ojos como platos. Es un “cómo” rodeado de interrogantes y sobre todo signos de exclamación.

En cambio, luego tenemos ‘The Following’ que también está emitiendo la segunda temporada y que también tiene en el centro a un psicópata. No es una serie estructurada alrededor de un sentido de la totalidad como ‘Hannibal’ que impregna cada plano, es más bien una serie de sustos. Así se planteó en el piloto y, curiosamente, cada vez es más efectiva en este aspecto. Funciona como algunas otras series, a base de avanzar la trama y proponer giros. Si tuviéramos que contar los personajes que parecían buenos a simple vista y acaban siendo asesinos desalmados al cabo de cuatro minutos, perderíamos la cuenta.

Esta obsesivo afán por sorprender y ofrecer giros ha hecho que ‘The Following’ esté creativamente muerta. No hay atmósfera, ni tan siquiera un villano fascinante (James Purefoy lo intenta y es absolutamente ridículo) y los giros que nos proponen son predecibles al máximo. Sólo hace falta ver la revelación del arranque de temporada y el camino de algunos de los personajes. Si encima le sumamos que aquellos que sí podrían sorprender no importan lo más mínimo (me refiero a cierta conversación dentro de un coche en el 2.03) y que las decisiones inútiles de los protagonistas se suceden una tras otra, es una serie evitable. Sobre todo si se ve ‘Hannibal’, que da la vuelta a la idea de que lo predecible es aburrido y lo convierte en su mayor aliciente.

P.D. Podcast: De ‘Hannibal’ hablaremos la próxima semana en ‘Yo disparé a J.R.’. Para esta nos hemos reservado los siguientes temas:

- 0’: Introducción.

- 3’: El piloto de ‘Mind Games’.

- 15’: ¿Puede ‘About a Boy’ triunfar en NBC?

- 26’: ‘Star-Crossed’, un Romeo y Julieta alien.

- 39’: ‘Girls’, ‘Looking’ y cómo están avanzando sus temporadas.

- 62’: El segundo acto de ‘True Detective’ (episodios 5 y 6).