La crítica y el público no tienen porqué ir de la mano. Es una realidad universal con la que hemos aprendido a convivir y que tiene sus ventajas: yo tampoco siempre me fío de los críticos aunque a veces hacen bien en advertirnos. En el caso de ‘The Mysteries of Laura’, de forma clara y vehemente. Para los especialistas americanos, es pura basura. No hay más. ¿Y hasta qué punto esto es culpa de la original española o de los productores de Hollywood?
Por una vez en la vida, toca defender los guionistas de aquí. Carlos Vila y Javier Holgado escribieron una serie sencilla sobre una detective de policía con un olfato infalible, Laura Lebrel, que resolvía casos imposibles. Los típicos rompecabezas herederos de Agatha Christie que ofrecían al espectador la posibilidad de adivinar quien es el asesino junto con la protagonista. Los secundarios podían tener un retrato bastante ligero, al igual que las tramas personales, pero lo importante era presentar una especie de lugar feliz donde el público volvía a un rol activo con un personaje muy simpático.
Una de las ventajas de ‘Los misterios de Laura’ es que contaba con episodios de más de una hora. Aquello de lo que siempre nos quejamos, de la duración eterna, para Vila y Holgado era una suerte. A ellos no les obligaba a añadir personajes y tramas inútiles sino que podían dedicar más minutos a casos rebuscados, de los que obedecían a enigmas del estilo “cómo matan a un hombre en una habitación sellada” o “cómo se asesina a alguien a 50 quilómetros de distancia”.
El personaje de Debra Messing, en cambio, no es una Lebrel: es Laura Diamond. Esto debería explicar que ‘Mysteries’ no es lo mismo que ‘Misterios’ y la duración más limitada (45’) se nota. Messing está estupenda, dejando claro que estamos ante una comedia, pero el equipo de Greg Berlanti (‘Arrow’) no traslada tan bien el respeto que podemos sentir por una detective de hijos caóticos y torpe cuando tiene que comer un bocado. Como bien le critican los americanos, es una madre nefasta y una detective bastante cuestionable.
A diferencia de la Laura de María Pujalte, esta no duda en disparar a un delincuente en la oreja, sus hijos tienen un punto más diabólico y su ex marido no es un hombre en la crisis de los cuarenta, sino un impresentable (o eso parece a primera vista). Por esto entiendo la crítica americana: ellos tienen una industria mucho más competitiva, mucho más exigente y no están por tonterías. Mientras que ‘Los misterios de Laura’ era una buena noticia para la industria española, su traducción neoyorquina no está a la altura. Y un primer caso apresurado, tan evidente y tan mal promocionado (el tráiler desvelaba el autor del crimen) tampoco ayudó.
Por una vez en la vida, toca defender los guionistas de aquí. Carlos Vila y Javier Holgado escribieron una serie sencilla sobre una detective de policía con un olfato infalible, Laura Lebrel, que resolvía casos imposibles. Los típicos rompecabezas herederos de Agatha Christie que ofrecían al espectador la posibilidad de adivinar quien es el asesino junto con la protagonista. Los secundarios podían tener un retrato bastante ligero, al igual que las tramas personales, pero lo importante era presentar una especie de lugar feliz donde el público volvía a un rol activo con un personaje muy simpático.
Una de las ventajas de ‘Los misterios de Laura’ es que contaba con episodios de más de una hora. Aquello de lo que siempre nos quejamos, de la duración eterna, para Vila y Holgado era una suerte. A ellos no les obligaba a añadir personajes y tramas inútiles sino que podían dedicar más minutos a casos rebuscados, de los que obedecían a enigmas del estilo “cómo matan a un hombre en una habitación sellada” o “cómo se asesina a alguien a 50 quilómetros de distancia”.
El personaje de Debra Messing, en cambio, no es una Lebrel: es Laura Diamond. Esto debería explicar que ‘Mysteries’ no es lo mismo que ‘Misterios’ y la duración más limitada (45’) se nota. Messing está estupenda, dejando claro que estamos ante una comedia, pero el equipo de Greg Berlanti (‘Arrow’) no traslada tan bien el respeto que podemos sentir por una detective de hijos caóticos y torpe cuando tiene que comer un bocado. Como bien le critican los americanos, es una madre nefasta y una detective bastante cuestionable.
A diferencia de la Laura de María Pujalte, esta no duda en disparar a un delincuente en la oreja, sus hijos tienen un punto más diabólico y su ex marido no es un hombre en la crisis de los cuarenta, sino un impresentable (o eso parece a primera vista). Por esto entiendo la crítica americana: ellos tienen una industria mucho más competitiva, mucho más exigente y no están por tonterías. Mientras que ‘Los misterios de Laura’ era una buena noticia para la industria española, su traducción neoyorquina no está a la altura. Y un primer caso apresurado, tan evidente y tan mal promocionado (el tráiler desvelaba el autor del crimen) tampoco ayudó.
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