Una vez, un amigo guionista de televisión me preguntó por qué yo consideraba Mujeres Desesperadas una de las series emblema de la edad de oro de la televisión americana. Qué aportaba, quería saber. De Perdidos lo tenía claro: la narración intertextual. De CSI, la estética, el montaje y los efectos visuales. De Sexo en Nueva York, su femenina visión de la sexualidad. Pero, pese a mi adoración hacia las amas de casa de Wisteria Lane, no supe decir qué las hacía tan especiales. Ahora, gracias a la revelación de Mad Men, me he dado cuenta.
El pasado 6 de agosto hablé de las mujeres de mirada vacía encabezadas por la Betty Draper del serial publicitario, esas personas castradas por su época, y ayer, al acabar la primera temporada, me di cuenta del por qué. Con un final revelador en lo que respecta a la señora Draper o a la secretaria Peggy Olson, entendí la grandeza de las Mujeres Desesperadas. Con más antigüedad televisiva que Mad Men, ellas son a la vez su continuación en la ficción. En realidad, Bree, Susan, Gabrielle y Lynette son el resultado de tantos años de opresión machista y un homenaje estupendamente realizado a todas aquellas mujeres que se veían obligadas a soñar pues su sexo les cortaba las alas.
Paralelamente al modo de ver de mediados del siglo XX que propone Mad Men, ellas suponen el reverso a ese pensamiento impuesto básicamente por hombres. Susan es, por ejemplo, la personificación de que no por ser una divorciada se debe pedir perdón a la sociedad, a diferencia de la vecina de los Draper. Lynette es quien demuestra con su profesionalidad (que tanto hubiera admirado Peggy) que tampoco debe disculparse por tener mejor situación laboral que su marido y que llevar los pantalones no es una cuestión de sexo sino de carácter. Gabrielle, en cambio, es el reflejo opuesto a los publicistas de Sterling Cooper y muestra la frialdad con la que las mujeres también pueden ser infieles, algo que en los hombres casi se excusaba y que encima se recriminaba a sus mujeres. Y mi adorada Bree Van de Kamp es la liberalización de Betty Draper (en la fotografía). Ella es la síntesis del cambio y a través de sus experiencias podemos ver como las tradicionales amas de casa, que anhelaban la perfección con el fin de ser apreciadas, pueden revalorizarse y ensalzar sus virtudes. Bree aprende lentamente, a base de palos, que no necesita ningún hombre para aceptarse a sí misma.
El pasado 6 de agosto hablé de las mujeres de mirada vacía encabezadas por la Betty Draper del serial publicitario, esas personas castradas por su época, y ayer, al acabar la primera temporada, me di cuenta del por qué. Con un final revelador en lo que respecta a la señora Draper o a la secretaria Peggy Olson, entendí la grandeza de las Mujeres Desesperadas. Con más antigüedad televisiva que Mad Men, ellas son a la vez su continuación en la ficción. En realidad, Bree, Susan, Gabrielle y Lynette son el resultado de tantos años de opresión machista y un homenaje estupendamente realizado a todas aquellas mujeres que se veían obligadas a soñar pues su sexo les cortaba las alas.
Paralelamente al modo de ver de mediados del siglo XX que propone Mad Men, ellas suponen el reverso a ese pensamiento impuesto básicamente por hombres. Susan es, por ejemplo, la personificación de que no por ser una divorciada se debe pedir perdón a la sociedad, a diferencia de la vecina de los Draper. Lynette es quien demuestra con su profesionalidad (que tanto hubiera admirado Peggy) que tampoco debe disculparse por tener mejor situación laboral que su marido y que llevar los pantalones no es una cuestión de sexo sino de carácter. Gabrielle, en cambio, es el reflejo opuesto a los publicistas de Sterling Cooper y muestra la frialdad con la que las mujeres también pueden ser infieles, algo que en los hombres casi se excusaba y que encima se recriminaba a sus mujeres. Y mi adorada Bree Van de Kamp es la liberalización de Betty Draper (en la fotografía). Ella es la síntesis del cambio y a través de sus experiencias podemos ver como las tradicionales amas de casa, que anhelaban la perfección con el fin de ser apreciadas, pueden revalorizarse y ensalzar sus virtudes. Bree aprende lentamente, a base de palos, que no necesita ningún hombre para aceptarse a sí misma.
Además, la lectura que hace del papel de los hombres es la irónica consecuencia a la pasada represión. Su rol de meros peones, que dependen de los movimientos de sus esposas, los pone en el lugar que toca a las chicas de Man Men. Y, a la vez, las desesperadas no pierden ni un ápice de sus potentes armas de mujer. Utilizan su atractivo para embaucar a quien se les ponga por delante, no ceden en su papel de madres y son capaces de provocar explosiones y asesinatos con su rumorología y cuchicheos. He aquí la grandeza de Mujeres Desesperadas: son el trabajado triunfo del sexo femenino y un monumento a las mujeres de mirada vacía, muchas de las cuales aún viven y pueden gozar con ellas de unas vidas que ya hubieran querido para ellas mismas.
9 comentarios:
Le tengo ganas a Mujeres Desesperadas, solo he visto capitulos sueltos, bastantes eso si, y me han dejado muy buen sabor de boca.
Pero tener que ponerme al dia me da tanta pereza...
Saludos!
Ésta es una de las series que tengo pendientes, tengo interés sobre todo por lo bien que tú la pones siempre. A ver si me la bajo y la puedo ver pronto... Un abrazo
yo vi la temporada 1 y luego le he perdido el reastro.
Me atrevería a decir que "Mujeres Desesperadas" es na serie de visionado obligatorio para todo buen seriéfilo. :)
Me ha gustado mucho la entrada, Crítico. No he visto "Mad Men", así que no puedo comentarte nada de los paralelismos entre ambas series, pero te diré que me ha encantado la forma en la que has descrito a las cuatro desesperadas. Sobre todo a Bree con esa última frase "Bree aprende lentamente, a base de palos, que no necesita ningún hombre para aceptarse a sí misma.".
Por cierto, te voy a hacer caso y voy a echarle un ojo a "Pretty Handsome". Creo que no es justo dejar pasar la oportunidad de disfrutar de una serie tan especial como esta, aunque sólo tenga un capítulo. Y también te digo que esta noche voy a empezar "The Closer". Ya te iré contando. ;)
Ayer pude acabar la cuarta temporada de MD, y me ha dejado con ganas de más. Creo que sí, es una serie totalmente recomendable, con la cuál se disfruta el día a día. Como ya te dije en los comentarios de tu entrada de Mad Men, Bree tiene una mirada si no vacía, muy represenmtativa de los sentimientos de la représión femenina. Repito: recomendable 100%!
Saludos desesperados
Vi algo de la primera temporada y no me enganchó, así que la deje. Puede que algún día le dé alguna oportunidad, pero no sé yo...
No he visto 'Mujeres desesperadas', pero de Betty puedo decir que es uno de los mejores personajes femeninos que he visto nunca. Es cierto que a simple vista llaman más la atención el tabaco y la bebida, pero es tremendo lo transparente que es cuando baja la mirada...
Es una de mis imprescindibles, y la que, junto con Lost, me introdujo en el mundo de las series.
Adoro toda la serie, de principio a fin, todos los capítulos, mejores y peores.
Genial, estupenda, sorprendente, divertida, emocionante, intrigante...
Atención a la quinta temporada con el salto temporal y toooodas las novedades que traerá...claro que la tendremos que disfrutar en DVD o por el emule channel, TVE no creo que esté por la labor de tratar medio bien a una de las pocas series decentes que tiene...
Abrazo y beso casto a lo Bree Van De Camp/ Hodge ;)
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