El trío de 'aussies' que reina en Estados Unidos

Australia sabe exportar su materia prima. Con una población de 20 millones y un paradero en el globo terráqueo más bien marginal, tienen una presencia en el mundo del espectáculo envidiable. Esa no es solamente la tierra de Nicole Kidman, Cate Blanchett, Hugh Jackman, Russell Crowe y Heath Ledger. En la industria televisiva estadounidense también tiene un pié metido. Y es que esta temporada las tres series televisivas que han generado más ríos de tinta han estado protagonizadas por tres aussies: Simon Baker, Anna Torv y Toni Collette.

Baker, antes El Guardián, es quien ha copado más líneas por las multimillonarias audiencias cultivadas gracias a El Mentalista. Que triunfara en la CBS acompañada de Navy: Investigación Criminal no era tarea difícil, puesto que la cadena goza de una racha sin precedentes. No obstante, que incluso superara a la predecesora era algo que no debió entrar en los planes de sus ejecutivos. Y gran parte de este éxito lo ha proporcionado el actor nacido en Tasmania ya que, aunque no me convenza, carga con el peso de su serie y los guiones aguantados con alfileres seguro que no son el secreto. Más bien serán su rubios rizos, tristona y seductora mirada, y altiva actitud.

Collette, en cambio, canalizó las expectativas de los amantes del audiovisual al participar en United States of Tara. Ella era uno de los ingredientes estrella, junto con Diablo Cody, de lo que debía ser una comedia sobre una madre de familia con múltiples personalidades y que acabó siendo un dramón. Asimismo, su paso a la televisión fue bastante sorprendente: ella ha sido una de las actrices (secundarias) más prolíficas de los últimos años con papeles tan dispares como la vecina de Julianne Moore en Las Horas, la madre de Pequeña Miss Sunshine o la hermana de Cameron Díaz en En sus Zapatos, además de contar con una candidatura al oscar por el papel de progenitora preocupada en El Sexto Sentido. Pero pese al éxito cosechado al cruzar el pacífico, su personaje más recordado sigue siendo el de Muriel en La Boda de Muriel, filme de su tierra natal donde interpretó a una perdedora fan de Abba obsesionada con casarse, en cuyo viaje vital la acompañaba Rachel Griffiths (Cinco Hermanos). “Eres mala, Muriel”.

La tercera aussie que reina en la programación es Anna Torv, quien atrajo la atención de toda la prensa al ser la elegida para protagonizar Fringe (Al Límite) de J.J. Abrams. “¿Qué tiene?” se preguntaron la mayoría de los fans de Perdidos o Alias que intuyeron que, tras Jennifer Garner y Evangeline Lilly, Torv también debía tener algo que deslumbrara a Abrams. Ella es su nueva diva. De rostro gélido pero sonrisa cálida, no ha protagonizado el blockbuster que algunos esperaban pero sí que ha dotado de matices a la agente Olivia Dunham en una serie que dio una primera impresión más bien fría y que con el tiempo atrapa, con su lenta construcción de los personajes principales, encarnados por el también australiano John Noble y el canadiense Joshua Jackson.

Esta temporada, sin embargo, han aparecido otros intérpretes del país de Kylie Minogue, Bazz Luhrmann y Natalie Imbruglia: el guaperas Ryan Kwanten de True Blood o el “activo” de la controversial Dollhouse Dichen Lachman. Esta última, nacida en Nepal pero criada en Australia, se forjó en la escuela de Neighbours, donde han pasado la mitad de los actores del país y de la que también salió con matrícula de honor Jesse Spencer, Chase en House. Julian McMahon, el engreído y egoísta doctor Troy de Nip/Tuck; Rose Byrne, la némesis de Glenn Close en Daños y Perjuicios; Portia di Rossi, Nelle en Ally McBeal y próximamente en Better Off Ted; Emilie de Ravin, Claire en Perdidos, e Ivonne Strahovsky, la explosiva espía de Chuck, son los demás aussies ilustres que acaparan papeles en la industria televisiva estadounidense. Para ser un país de 20 millones de habitantes, no está nada mal.